viernes, 30 de enero de 2015

Un día ajetreado

Ayer en la mañana estuve en La Guancha. Me tocó ejercer de electricista. O de técnico instalador. Ya lo era, desde hace varias décadas, en radio y televisión, pero como estos aparatos ya no se arreglan sino que se compra uno nuevo, he tenido que buscar alternativas. Si no hubiera ejercido de maestro de escuela, puede que me habría decantado por esta rama. Quizás por lo de los enchufes, pero como no le he tenido miedo nunca a los flujos de electrones… Por cierto, te cuento el penúltimo:
–¿Sabe usted a qué signo asociamos el electrón –pregunta el profe al despistado alumno.
–Negativo.
–¿Y el protón?
–Tampoco.
Estuve en aquel pueblo (la descendencia la tengo repartida entre este y el vecino de San Juan de la Rambla) hasta después de las dos de la tarde. La alcaldesa no se presenta a la reelección. A las anteriores elecciones (2011) tampoco lo iba a hacer. Aunque ahora la marcha del que fuera su primero de a bordo, la creación de un nuevo partido con el fichaje estrella de Pepe Regalado (debe añorar puestos de más alto rango, con más calorcito que en el IES Mencey Bencomo) y la más que probable alianza con el recolector (Román y otros), no da la suficiente seguridad a Coalición Canaria. Bueno, como en otros municipios, ni más ni menos, en que la dispersión del voto va a causar más de un quebradero de cabeza.
Tras dejar constancia de mis habilidades con cables, regletas, plafones y resto de menaje, después de comprobar que todos los bombillos encendieron, me vine para mi villa natal (en la que alguno de los políticos que tenía en mi lista de “amigos” –qué equivocado estaba–, se dio de baja, porque, a buen seguro, debe molestarle que un servidor siga con su manía escribidora) por Icod el Alto. Qué bonitas están las ripias en los aledaños del Barranco de Ruiz, en los terrenos que están hacia el costado norte de donde se ubica la Casa de la Pared. Aunque, como no hacía sol  y el día estaba algo gris, no destacaban demasiado en el paisaje. Por lo tanto, otras fotos chungas.
Por la tarde me fui a La Orotava. A la señora le tocaba revisión en el dentista y yo aproveché para darme una vuelta. Una media hora, no más. Dispuesto a sentarme un rato en el fotingo, me debió columbrar el amigo con el que intercambio nociones periodísticas. Mejor, me viene con los cuentos y chismes. Yo creo que está cabreado desde hace unos tres o cuatro años.
Me habló de las concomitancias entre los unos y los otros, entre medios y cuartos, entre micros y cámaras, entre lo público y lo privado. Como le insistí en mi negativa de sintonizar una emisora de radio municipal y una bazofia audiovisual (si todos hicieran lo mismo: muerto el perro, se acabó la rabia), se disparató con sus particulares rezados. Se atrevió, incluso, a confirmarme el bautizo (si fuera religioso diría que junté dos sacramentos; ya que me acuerdo, y guarda estrecha relación, tengo un buen amigo, Segundo Sacramento, al que siempre mentamos (Carricondo y yo) como Confirmación) de la MRRN. No me desveló el secreto. Solo me puso en la pista de que se trata de una fusión.
El asunto estrella de la conversación fue el carnaval recién estrenado. Y dentro del amplio abanico: las murgas. Parece, eso deduje después de rebobinar el cúmulo informativo, que bajan turbias las aguas. Y no tanto entre ellas como en todo lo que se mueve a su alrededor. Desde que el título de periodista se adquiere en cualquier tómbola de la fiesta más insignificante de la geografía isleña, desde que las envidias ‘presentadoras’ hacen acto de presencia, desde que los símiles Telecinco proliferan en los lodazales del rencor (por favor, sigue tú que voy un momento al baño)… Y el político de turno, de carantoñas, cucamonas y componendas. Tienes carta libre, pero a mí no me toques las narices.
Hace bastantes años, cuando estaba de alumno en La Pirámide (antes en el Seminario) realicé un extenso trabajo que titulé Folclore y Turismo. Pretendía obtener conclusiones de qué producto ofertaban los grupos al visitante en sus actuaciones hoteleras, fundamentalmente. Para ello, y como refuerzo documental, llevé a cabo una decena de entrevistas a personajes que guardaran relación con ambos conceptos. Benito Cabrera (no hace falta indicarte quién es) me señaló que, aun reconociendo que algunos colectivos solo estaban por la labor de sacar cuatro duros (eran los tiempos de la peseta), prefería que tocaran mal, cantaran peor y brindaran un quehacer adulterado, antes que estuvieran ‘entretenidos’ en otros menesteres de más graves consecuencias.
Me imagino que en las murgas ocurrirá tres cuartos de lo mismo. Las habrá mejores, otras regulares y las menos no tan buenas. Pero todas, a buen seguro, con un curro a sus espaldas de muchos meses de trabajo y dedicación. Con más o menos fortuna, con mayor o menor éxito.
Concluí que el amigo quiso transmitirme que los seudoperiodistas (cargados de rivalidad y celos) arremeten, para tapar sus vergüenzas, contra estas formaciones porque su larga experiencia, su preparación exquisita, su academicismo riguroso… Échense un higo de pico.
Feliz fin de semana, mis estimados. Nos vemos en febrero.

jueves, 29 de enero de 2015

Club nudista

Era un señor de unos 85 años, bien acomodado (tanto económica como físicamente; a saber, de buen ver todavía), viudo, que vivía en el sector elegante de la ciudad y que un buen día localiza en Internet las condiciones exigidas para darse de alta en un club nudista.
Tras casi memorizar cada requisito, las obligaciones que debía contraer y los derechos a que se hacía acreedor (menos algunos que no leyó por tratarse de la letra pequeña que siempre se pone al final, a la que nadie hace caso y luego viene a resultar de especial trascendencia en caso de plantearse algún tipo de conflicto… y hasta aquí puedo leer), rellena la correspondiente ficha de inscripción, efectúa el pago de la ‘matrícula’ mediante la oportuna transferencia bancaria y argumenta en el apartado de observaciones que la próxima semana comenzaría con las visitas a la sede social.
En el ínterin, recibe por correo certificado el carné (con la foto había pasado sus primeros apuros porque podrás intuir que debía ser de cuerpo entero y ligero de equipaje), una placa identificativa (que buen rato estuvo pensando dónde se la colgaría) y un frasco de colonia (ellos sabrían el porqué).
Como se dejó manifestado más arriba, el lunes siguiente se presenta nuestro hombre en la puerta del recinto acotado. El vigilante comprueba que su documentación está en regla y le concede permiso para acceder al espacio reservado. Se dirige a la recepción y una señorita le señala cuál es la taquilla que a partir de ese momento pasará a ser de uso exclusivo. En el momento en que le hace entrega de la llave y de un plano de situación de las instalaciones, se percata de que la susodicha viste elegantísimo traje de Eva en el Paraíso. Pero los nervios de la primera vez hicieron posible que no le prestara demasiada atención. Y fue una lástima, claro.
Tras dejar los bártulos de guerra en la cabina (aquello debía ser zona de paz y amor) y asomarse, ya con sus aparejos al aire, unas tres veces por si había moros por la costa (frase hecha), sale del escondrijo con ánimos renovados de enfrentarse a la dura realidad. Silbando la banda original de El puente sobre el río Kwai, dirige sus primeros pasos hacia la playa. Era la ilusión que lo animó a solicitar el ingreso. Quería comprobar la fresca sensación de sentir el batir de las olas en los fondos bajos. O bajos fondos. Sin cortapisas. Sin barreras.
Poco a poco, mientras sentía el calorcito de la arena en las plantas de los pies, se fue soltando. Y no perdía detalle de todo lo que abarcaba su campo de visión. Cayó la casualidad, o quizás no, que tuvo la fortuna de pasar por el lugar en que una rubia de cuerpo prohibido, elegantísima, leía una revista (o contemplaba las fotografías de ya te puedes suponer qué temática) en la posición decúbito supino (a saber, con todos sus atributos a la vista y en perfecto estado de revista), tiene (o sufre) el protagonista de esta historia una manifiesta erección.
La señorita (veintipocos) se percata del inicio de la embarazosa circunstancia, se levanta y se va hacia el viejo (vamos a llamarlo ya por su apellido):
–¿Me llamaba, usted?
–¿Cómo? –acierta a balbucear el excitado (estimo que va con dobles) caballero.
–Sí, entiendo por su… bueno, por su…, usted ya me entiende.
–Pues no, no entiendo absolutamente nada.
–Ah, claro. ¿Es nuevo, verdad?
–Nuevo, lo que se dice nuevo…
–Me refiero a si es su primer día en el club.
–Efectivamente.
–Deduzco que no se leyó este apartado, pero no se preocupe, yo le explico…
–Joder –pensó para sus adentros– la letra menuda,  va a ser eso…
–Hay una norma de obligado cumplimiento y es que cuando un hombre pasa ante una señorita, o señora, y le ocurre lo que a usted ahora mismo, es que se halla dispuesto a pasar un rato ameno y agradable en una de esas casetas que ha visto en su recorrido playero.
No hizo falta más aclaración. Allá se fue la pareja y aunque te cueste creerlo, el octogenario cumplió con sus deberes.
La sonrisa que esbozaba cuando continuó con el paseo era digna de ser grabada. Cada diez pasos daba un saltito. Parecía que le habían quitado una docena de años. Tan distraído, alegre, contento y feliz iba que al cruzarse con un negro (madre mía con el ejemplar) se le escapa sonora ventosidad.
–¿Me llamaba, usted?
–Perdón, no comprendo.
–Claro, usted es nuevo y…
–Ay, Señor, que no sea cierto lo que estoy pensando –se dijo en un tono apenas audible.
Pues sí, aconteció lo que has imaginado. Aquella salida inoportuna de gases era otra señal. Y tuvo que ir con aquella mole (en todos los sentidos) a otra de las casetas, aunque en su cara solo se atisbaba preocupación. Mejor, miedo o pánico. Y no era para menos. Aquello que colgaba cual badajo de campana asustaba. No entro en detalles, pues tampoco lo estimo necesario.
Salió el primerizo (en el club) de esta segunda experiencia con dolores por todas partes. Y no de reúma. Cogió el camino de regreso con muchos altibajos. Más bajos que altos por razones obvias y que no vienen al caso. Parecía una carreta vieja. Le chirriaban todos los huesos, sobre todo los de cintura a los pies. No diré que se arrastraba, aunque viéndolo de lejos se diría que sí.
Como pudo alcanzó la recepción. Y a fe que en esta ocasión sí pudo admirar que aquella moza que atendía al personal no desmerecía muchas décimas de la que se encontró en la playa.
–Señorita, vengo a darme de baja.
–¿Qué me dice? Si hoy es su primer día. ¿Tuvo algún inconveniente?
–Nada, no quiero entrar en detalles. Es más, quédese con los 500 euros de la fianza por las molestias.
–Caballero, habrá una explicación para adoptar esta medida tan drástica.
–Claro que la hay, y se la daré con sumo gusto. A mi edad, lo normal es que tenga una erección al mes, con la que voy debidamente servido, pero le juro por lo más sagrado que cada día se me escapan más de cuarenta pedos.
Cuídense. Hasta mañana.

miércoles, 28 de enero de 2015

Fotos comentadas

Aunque lo escribí ayer, ni caso. Lo he dejado plasmado en comentarios anteriores, pero, lo dicho, ni caso. La Syriza española no va a ser posible. Todos defienden su chiringuito con uñas y dientes. Cada cual descarta al allegado porque puede restarle futuras posibilidades. Los hay que, incluso, juegan a postularse en todo lo que se mueva. ¿Afán de protagonismo? Qué va. Todas las opiniones, por el mero hecho de serlo, son sesgadas. Pero unas más que otras. Algunos cabezas pensantes –eso creo– deberían hacerse mirar el coco. Por su propia salud, que no por otra cosa. Sobre todo (que no sobretodo), aquellos que osan inmiscuirse en los resbaladizos terrenos de la escritura. Todo sea manifestado sin acritud.
Distendámonos, sentémonos y pongámosle unas letras a estas instantáneas gráficas:

Pinolere, Altos de La Orotava, 23 de enero de 2015 (viernes). Ahí los tienen, bien frioleros todos. Uy (o huy), perdón, menos un valiente que va en manga de camisa. Un grupo de nueve, ocho abrigados, cuatro con bufanda. Felicidades al osado desafiador de los tiempos atmosféricos. A comerse el mundo, que ya está bien de melindrosos.

Mariano, qué mal lo haces. No es lo tuyo la danza. Ahora bien, como cualquier otro alcalde que se precie: cuánta foto sin ton ni son, o sin son ni ton. En los colegios, mil papeles para poder publicar una de estas secuencias en las que aparezcan menores. A los Consistorios les está permitido cualquier oportunidad para arañar unos votos.

Ahí los contemplamos. Manolo y Adolfo, medios arqueados por el biruje de Las Llanadas. O puede que por el mal estado del piche. Nada, otra actuación del Plan de Barrios, unos miles de euros (el asfalto no muerde) y las elecciones locales respiran otro ambiente. Aquí sí hay votos.

Carretera de la Charca. Las garzas no votan. Además, es del Cabildo y ahí no gobernamos. Unas vallas, unas cintas y a esperar. Cada dos semanas, reclamación al canto. De camino, si nos acordamos, insistiremos en el alumbrado de la variante de Toscal-Longuera, antes de que no quede una farola de pie en la rotonda de La Gorvorana (otrora, El Bosque).

Tomás, alcalde sanjosenero, popular ayer y hoy vecino, supervisa una obra con la que no comulgaba cuando era otro socio. Pero ahora que es socio del otro lado (ya que dije lado, no lo pongan de perfil, ese no es su costado bueno), como buen capataz (manos en el bolsillo), inspecciona por si a los cerrajeros se les caducan los electrodos. En ese colegio estuve dando una charla hace unos cientos de años. No te enrolles.

Chacho, otra vez Manolo y Adolfo (concejal de todo), sin cascos, dirigiendo el tráfico en Doctor González. Pudieron no romperse tanto el magín con los aparcamientos “a la viceversa” y los bancos cara a la pared (por mucha normativa europea que me quieran hacer tragar, el poner de excusa una excepción para convertirlo en regla, se me atraganta), y buscar una alternativa al busto del ilustrado que da nombre a esta vía. Y vayan pensando ubicar unos semáforos (como los de La Montaña) para regular entradas y salidas de estas otras monjas. ¿O no se merecen idéntico trato? Tendré que llamar a la Delegada del Gobierno.

Por último, Tomás otra vez. En esta sí está como Vecino. Disfrutando como un chico menudo con su camión de bomberos. Lo malo es que apretó tanto que se le levantaron las ruedas delanteras. Habrá que reforzar el chasis. Y la escalera. No vislumbro bien si también hay chuches. De ser así, vendría a demostrarse aquella teoría de que donde hubo siempre queda. Yo lo vi en una foto con Rajoy. Y en otra con Domínguez. Después tuvo un accidente. Y no subiendo por la escalera antes aludida.
No nos quedan sapos que tragar de aquí a mayo. Hasta mañana.

martes, 27 de enero de 2015

Grecia y Pepe Monagas

Pepe Monagas fue el personaje protagonista de los cuentos costumbristas del escritor grancanario Pancho Guerra. Nacido en Santa Lucía de Tirajana, supo dibujar los ambientes capitalinos, que luego Pepe Castellano, con su acento socarrón y cadencioso, dio voz y talento en multitud de grabaciones que inmortalizaron el quehacer, fundamentalmente, en los aledaños de los muelles (y rian pa´l puerto).
Recordarán ustedes, al menos los que ya tenemos unos años, que en una de las hazañas de nuestro hombre (como gustaba decir el genial narrador) se ve perdido en la inmensidad del océano, en uno de aquellos heroicos viajes a la tierra de promisión que era Venezuela. Y sacando aquel manoseado papel que otrora había sido un mapa, se dirige al mareado, pálido y débil Rigorito (diminutivo cariñoso de Gregorio), le señala unas marcas más negras que los sobacos de un grillo y le espeta: “Si son islas, nos salvemos; pero si son cagadas de moscas, Dios nos coja confesados”.
Este pasado domingo se celebraron elecciones en Grecia. Y a tenor de lo que se lee en titulares periodísticos, bien destacados en sus portadas, y en las disertaciones de  encumbrados tertuliANOS, viene a ser el país heleno, estado miembro de la UE desde 1981, uno de esos excrementos de los molestos insectos voladores. Una insignificancia, vamos.
Como no interesa destacar que el hartazgo de su población ha supuesto la incontestable, y democrática, victoria de la Unión Radical de las Izquierdas (me remito a la traducción más común del acrónimo Syriza), el comentario más generalizado pasa siempre por reducir a la mínima expresión el papel que porcentualmente tiene la histórica nación en el contexto europeo. En suma, Grecia es una cagadita de mosca que nada pinta y mucho menos va a influir en el resultado que pueda darse en otros lugares.
Lo que sí interesa poner en consideración es el volumen de la deuda contraída, precisamente por los gobernantes que han sufrido tan duro revés en este recién concluido proceso electoral. Si hay que obviar las causas, se hace y santas pascuas. Los esquilmados ciudadanos griegos bien poco margen de maniobra tenían. Se me antoja cierta similitud con el sufrido africano que busca su particular paraíso en Europa, aunque el camino se le presente con tantas dificultades que le suponga, incluso, la muerte en la aventura. Total, ¿dispone, acaso, de otras alternativas si ya parte de una situación tan calamitosa que ningún desenlace, por muy adverso que sea, podrá echarlo a un lado?
El mayor grado de paroxismo en España se produce en (in)ciertos medios de comunicación, de los vendidos al mejor postor, cuyos postulados insultan a la más común de las inteligencias. Que nos siguen vendiendo la no existencia de otras posibilidades, sino las del recorte y privación de garantías y libertades que ya creíamos consolidadas. Y lo hacen con manipulaciones, que rayan la desvergüenza, en llamativos eslóganes que aprovechan la exquisita riqueza de nuestro idioma. O en corros televisivos del río revuelto, lanzando dardos envenenados para defender, si menester fuere, la corrupción como manera equitativa de redistribución de la riqueza. Y no quiero entrar en los detalles de encuestas amañadas o de sondeos telefónicos (en vivo y en directo), porque lo mismo debo cortar aquí este post por razones higiénicas.
Grecia aporta menos que Andalucía a la economía de la Unión, se argumenta por parte de los que creen que si es uno menos, a llorar a la plaza. Y uno creía, qué iluso sigo siendo, que en toda asociación se intenta echar una mano al que peor lo pasa. Por infinidad de razones. Se da por hecho que si Alexis Tsipras decide bajarse de la nave y mandar el euro a freír chuchangas, aquí no ha pasado nada. Ese sarpullido sanará en un periquete. Pero la deuda se debe pagar. Aunque los habitantes dejen de echarse un yogur en los próximos doscientos años. La banca, los gobiernos, los políticos, y demás del gremio de la parte alta (los intocables) nada tienen que temer porque están inmersos en la promoción del todo incluido.
Ya llevaba redactados los párrafos precedentes cuando me entero del pacto que va a permitir la gobernabilidad griega. Te juro que no acabo de entenderlo. Me parece algo dispar. Aunque después observo que el futuro primer ministro ha comenzado a retractarse de ciertos aspectos abanderados en la campaña electoral. Como para dar validez de que lo que se sostiene en esos días no tiene por qué guardar continuidad. Dado que de tal circunstancia sabemos bastante en nuestra piel de toro (el PP ha incumplido todas sus promesas), no sería de buen gusto que los vecinos orientales mediterráneos nos imitaran, que con una muestra ya basta. A no ser que prefieran ahondar en el tratamiento de las molestas cefaleas. Con lo que se acabaría recetando analgésicos por tortillas. Que es otro de los célebres pasajes de nuestro singular Pepe Monagas.
Por último, un consejo a todos los partidos políticos españoles: Hagan el favor de no considerarnos tan tontos; no todos pueden ser Syriza. Por algo tan simple como que aquello es una coalición de formaciones de izquierda. Y aquí, no solo no hay unión, sino que el que más boletos tendría (Podemos) ni siquiera posee ideología. Normal, no todos los Pablo(s) Iglesias son iguales.
Hasta mañana.

lunes, 26 de enero de 2015

Rehabilitación

Un leve desgaste de algunas vértebras lumbares me ha llevado al Centro Médico Tucán para unas sesiones de rehabilitación tras el pertinente informe del traumatólogo a la vista de las imágenes que la Tomografía Axial Computarizada (TAC) mostraba. Allí, bajo la supervisión de María, me someto al ‘castigo’ diario de electrodos, calor y masajes. Al tiempo que permanezco en la posición decúbito prono (oigo pero no veo), me deleito con las conversaciones que, ineluctablemente, se producen en cualquier establecimiento de estas características que se precie (incluyan las salas de espera). Se aprende de todo, tú.
Cuando íbamos por la mitad de la serie, es decir, cuando ya estás acostumbrado a que la paciente de la camilla x nos cuente todas las andanzas del día anterior (comidas, peluquería, compras en el hipermercado, accidente en la autopista por una maldita, y boba, oveja que debió venir vaya usted a saber de dónde, etc., etc.); a que el inquilino de la y permanezca (como yo) en prudente silencio; a que la de la z manifieste abiertamente su adicción a los formativos y culturales programas televisivos (Sálvame, Gran Hermano y similares), resulta que comienza su tanda de fisioterapia un señor, todavía joven, pero cuya apariencia (dicen que la cara es el espejo del alma) vino a romper todos los esquemas preconcebidos que uno guarda en cualquier esquina del cerebro.
Ante la simple pregunta de la que pretende romper el hielo que toda nueva situación implica, y la consiguiente alegría de la respuesta al darse la casualidad de que el lugar de nacimiento del cuestionado y el marido de la susodicha coincidía, madre mía en lo que degeneró la conversa. Se destapó la caja de los truenos y se dibujaron ante los atónitos espectadores las invasiones hitlerianas previas a la segunda guerra mundial (me niego a ponerlo en mayúscula), los campos de concentración, genocidios, matanzas, odios y rencores.
No hubo manera. Los fundamentalismos son así. Y les tengo mucho más miedo a los amparados al paraguas del catolicismo apostólico y romano que a otros que se rigen por la Ley del Talión. Tantas vueltas le di esa tarde al ‘circo’ vivido en la mañana, que pensé si sería menester hacer un examen de ingreso en esta Comunidad a individuos de tal porte y calaña. Porque el pueblo canario, hospitalario por excelencia, no se merece hechos como el que tuve la desgracia de presenciar, mejor, de ser testigo directo.
Intuí que la solución esgrimida por el contestatario, incapaz de introducir en su vocabulario los vocablos perdón y convivencia, o de erradicar los de animadversión, resentimiento y otros muchos sinónimos (de los que es muy rico nuestro idioma), era la de dar una pistola a la mitad de la población mundial. Con lo que, por razones obvias, al cabo de dos o tres días habríamos acabado con al menos el cincuenta por ciento de los problemas que se acarrean en este planeta. Y con la ventaja de que los supervivientes estarían todos armados.
Pero seguiría habiendo roces y disputas. No hay problema. Continuaríamos disparando contra todo aquello que se moviera. Otras 48 o 72 horas, y el mundo solo habría un cuarto de la población que tuvo una semana atrás. Con otra mejoría incuestionable. Los que aún transiten por calles y plazas, ya dispondrían de dos armas: la suya y la del que se cargó.
Proseguir el ‘juego’ sería asunto de coser y cantar. Con lo que en un mes, como máximo, esta nuestra Tierra sería propiedad exclusiva del autor de los comentarios racistas y xenófobos (¿machistas?, chacho, si yo lo relatara con todo lujo de detalles…). Quien tendría en su poder, millones de millones de artefactos que disparan. Y sería inmensamente feliz. Porque ninguno de tales artilugios osaría discrepar de sus pareceres. Haría el amor con la más allegada y nacerían revólveres, fusiles, escopetas… Que en sus deposiciones ordinarias, cagarían (mil excusas por el escatológico término) balas, decenas de balas, cientos de balas, miles de balas, millones de balas, billones de balas… Cuánta munición, cuánta dicha. Lo malo es que, sin previo aviso, en cualquier momento, una de estas armas de fuego, criadas a su imagen y semejanza, le daría un tiro entre ceja y ceja. En un acto de amor profundo y para llevar a la práctica todas las enseñanzas recibidas. Cariño hasta las últimas consecuencias.
En esa triste mañana recordé las andanzas de medios (o cuartos) de comunicación que juegan a lo mismo. Y que junto al recuerdo a un dios todopoderoso y justiciero (otra vez con minúscula), añaden epítetos que dañan el oído y producen arcadas de muy difícil recuperación. En alguno de ellos, no muy lejano al centro sanitario referenciado, tendría perfecto encaje el sujeto. A estos, el grito de Alá es grande, que proclaman los de la competencia, se les queda corto, muy corto. Son, deben ser, los peajes que debemos pagar por una Europa sin fronteras ni diagnósticos psicológicos y psiquiátricos.
¿De la espalda? Mucho mejor, gracias. Saldré, a buen seguro, renovado. Como les está pasando a los partidos políticos. Salvo el PP, que sacó a Aznar (ños, si llego a poner del armario) de revulsivo en su reciente convención. En la que no hablaron de sus cuentas ni de sus tesoreros.
Bueno, entramos en la semana postrera de enero. Con lo que la cuesta volverá a ser historia. Yo persistiré en la manía de escribir. Mientras alguien me lea, adelante. Este próximo verano pensaba ir a Polonia. Pero he cambiado de opinión. En Alemania he estado en dos ocasiones. Y en Francia, alguna más.
Hasta mañana. Y háganme el favor de no estar discutiendo ni peleándose por boberías. Si tienen ganas de enfadarse, que sea con ustedes mismos. Algo así como para adentro. Lo malo es que te salen llagas. Antes yo padecía mucho de eso. Hasta les escribí una carta: Misiva a mis queridas aftas. Pero ese es otro cantar. Cuídense.

viernes, 23 de enero de 2015

Un sacrificio

Si no tuviera la atadura de este blog, es decir, si estuviera dispuesto a perder la libertad de escribir lo que me venga en gana (con respeto, educación e ironía) y de marcharme de viaje con el Imserso, tendría en estos momentos la posibilidad de encontrar dos excelentes puestos de trabajo. No incompatibles, por supuesto, con mi condición de jubilado. Y los mismo, para qué engañarte, no me vendrían mal unas perritas extra. No creo que no concurran en mi persona los méritos suficientes (visto lo visto) para desempeñarlos de una manera al menos digna.
En la candidatura del PSOE que encabezará Patricia Hernández, y dada la obligatoriedad socialista de las listas cremallera, su número dos debe ser varón (hombre y macho también son sinónimos). Entre los que se barajan en los diferentes medios de comunicación y círculos o mentideros, más de lo mismo, o los mismos de siempre. Por lo que me sigo preguntando en qué demonios habré perjudicado yo (no olvides que fui militante y cargo público y orgánico) a dicho partido (salvo haberme marchado a mis labores) para que no tengan ahora en cuenta que en momentos trascendentales hay que recurrir a medidas excepcionales. Y si hay que hacer un sacrificio, se hace y santas pascuas.
Que no me vengan con monsergas de que no doy la talla (sin dobles ni doblez). Si hago público mi currículum, más de uno se va a sorprender. Porque cuando los jóvenes electores de los contornos se enteren de que un tío que siempre anda con chándal y caminando por esas carreteras (por llamarlas de alguna manera) es el que sale en una foto que colgó el ayuntamiento en Facebook, con un palo en la mano (que luego se lo regalé a la Virgen del Carmen a cambio de que pagara ella las facturas pendientes) y un traje que tuve que comprarme para la ocasión pues el de la boda se me había quedado estrecho (me sirvió para las tres o cuatro veces que me lo puse; y ahí tienes la prueba en la inauguración de la Casa de la Cultura), y rumbo a San Vicente… Para qué seguir. Es que ya me estoy imaginando el semillero de votos que les puedo proporcionar. Hasta me atrevería a decir que deberá ser Clavijo el que venga a suplicarnos un pacto. Aunque lo mismo podamos permitirnos el lujazo de enviarlos a hacer otras prospecciones, puesto que para nuestra casi mayoría absoluta nos bastaría con un simple whatsaap al nuevo canario, también conocido como Román.
Si me dedico a revolver los papeles viejos que guardo en un armario medio destartalado que tengo en mi oficina (como la gente importante), puede que esté a tiempo de aspirar al segundo que te comentaba al principio: sustituir a Willy. Ni Cárdenes ni Mederos (son los que se airean). Yo había propuesto a Salvador García, pero no está por la labor. Está cansado de tantos kilómetros y se conforma con algo más cercano. Pues ya está: yo, otra vez. No estoy contaminado ni debo nada a diestro y siniestro. No me haré eco de solemnes tonterías, cuando no estupideces, como la acusación del Gobierno de Canarias al señalar que el Tribunal Constitucional está politizado. Menudo descubrimiento.
Prometo darle un revolcón a los informativos y un cambio radical en los dirigentes de las diferentes secciones, que vamos a ser, por fin, un referente en esta faceta de servicio público. Y consideraremos a los canarios, nuestros telespectadores, personas normales. Elaboraremos una programación en consonancia con tal hecho. Romperemos contratos y exclusivas con productoras que nos han llevado a tal punto de idiotez que, incluso valores, individuales y colectivos, dotados de enorme talento (estoy pensando en los personajes de En clave de ja) se ven obligados (malditas guerras de audiencias) a recurrir a tópicos que rayan la imbecilidad, cuando no la indecencia. Los que no estén dispuestos porque entiendan que estas fórmulas ‘benaventinas’ pueden funcionar dieciocho temporadas más, que vayan haciendo las maletas o que se reciclen para los nuevos contenidos. Se harán cursillos a tal fin.
El nuestro va a ser un periodismo serio, riguroso. Fuera los moldes de reírse del discapacitado, del poco afortunado, de aquel que la vida no le ha deparado demasiada fortuna (tanto en lo físico como en lo intelectual). Aquel que quiera hacer gracietas y fiestas con estas desgracias, que lo haga en su ámbito privado (allá cada cual con su conciencia), pero en un ente público, no. Máxime cuando con esos millones se podrían solventar necesidades más perentorias. Y no es demagogia. Se me alegará que supondría muchos cambios. No, muchos no, casi todos, una transformación radical.
¿Acaso crees que escribiendo lo que piensas y trazando esas líneas de actuación te van a llamar? Me temo que no. Me moriré sin saber dorar la píldora. De lo que me alegro profundamente. Tampoco me emplazarán, claro, para enderezar el rumbo de otra nave (nodriza) a la deriva. Qué pena de excelentes crónicas y reseñas históricas, empañadas por jocosas intervenciones de quienes tienen la obligación, el sagrado deber de cultivar las más elementales normas y reglas que en cualquier manual de estilo periodístico se referencian desde la introducción.
No te preocupes, hombre (o mujer). Aquí seguiré. Hasta que la muerte nos separe. Ni cargo de confianza ni pagas extras. Camina, tolete, que es lo tuyo, mientras puedas. Que el que sabe, sabe…
Se me olvidaba, el 23 de enero de 1985 (hoy hace treinta años) celebró sesión plenaria extraordinaria el ayuntamiento realejero. Y yo estaba allí para intentar seguir dirigiendo una tripulación hasta llegar al puerto del 30 de junio de 1987. Una décima (la número 23) lo recordará.
Feliz fin de semana.

jueves, 22 de enero de 2015

Más despacio

Escuchaba la radio mientras digería la ración diaria de pateo en una tarde plúmbea, amenazante. Llevaba el paraguas, por si acaso. Aminoré la marcha al observar que una unidad motorizada de la guardia civil de tráfico se acercaba. Pero siguió de largo. Debía llevar una velocidad que no excedía la máxima permitida para los peatones. Y eso que aún los tenis están flamantes, con todas sus rayas bien marcadas. Los excesos, sin embargo, se pagan. Para ello están los múltiples baches que pululan por los arcenes. Que, junto a suciedades e inmundicias, constituyen el hábitat adecuado para roedores de talla grande (no sé cuántas equis y todo eso).
De pronto, una primicia informativa desde el Mirador de La Garañona, donde Rivero, apostado en uno de los vivacs que Pedro Felipe (el de los documentales) le prestó cuando Repsol decidió emigrar a parajes más africanos aún, entraba en directo:
–Mariano, Mariano, ¿me copias?
–Acuso recibo, Paulino. ¿Tienes algo para mí?
–Aumenta la potencia, te oigo entrecortado, varía la intensidad.
–No es la intermitencia de la señal, es que tengo un pelete, estoy tiritando.
–Abrígate, que ahorita subo yo. Mira en la repisa que dejé una cuartita de vino…
–¿Quién me llama?
–¿Cómo que quién te llama?
–Atienda, cambie de frecuencia que nos provoca interferencias.
–Insisto, ¿me copias, Mariano?
–Perdona, alcalde, pero…
–Qué alcalde ni qué narices. El alcalde eres tú.
–Ya lo sé. Es la falta de costumbre. Tantos años tú que…
–Llevo cuatro horas y por aquí no aparece nadie. ¿Quién te sopló lo de la plataforma?
–…
Aceleré el paso. No demasiado. Un disco con un elegante 60 me confundió. No especificaba destinatarios. Así que más vale prevenir que ser sometido a un control de alcoholemia en los aledaños de La Carajita. Aunque quién eres tú para decirme a mí lo que tengo o no que beber. Viva el vino.
Volví a bajar el ritmo. Con cuatro a la hora, va que chuta. Que me debo dar la vuelta en El Ramal, que se fastidie La Primitiva (un poco más allá del antiguo cine de La Vera). Aprenderé a jugar por Internet. Y si no, coge la vía de servicio, que ni es vía ni presta servicio alguno. Mejor, sí, para arrojar escombros: balaustres, neveras, cocinas, lavadoras, microondas, cunas, camas, armarios… Como un Leroy, pero a lo Baño Barato. Si llegan antes al Punto Limpio estos hijos de… la suciedad.
Apagué la radio tras cerciorarme de que no había peligro en el horizonte (inmediato). Desde que Antonio Castro ostentaba la presidencia del Gobierno de Canarias (junio de 2015) y la televisión canaria, dirigida ahora por el buen periodista y mejor amigo, el estimado Salvador García, ya no prestaba la más mínima atención a paulinorivero.com (el negro había desaparecido), toda la atención informativa se hallaba centrada entre La Baranda y los acantilados de la costa en el lugar antes señalado. Porque un día sí y el otro también, se veía a la señora Mena, a la sazón concejala de servicios sociales en la villa natal de su marido, corriendo como una loca (expresión meramente literaria) detrás del que fuera maestro de escuela y otros cargos de mucho menor porte, puesto que sus visiones de monstruos marinos, de luengos brazos y navegares cansinos, la traían por las mareas de la amargura… Otro día, a lo peor, seguimos.
Ya estoy de regreso. A la altura de La Bartolona (ya nadie se acuerda de aquellos nombres, de aquella carretera que bien mimara el caminero, plagada de inmensa arboleda en ambas márgenes, negra como un tizón, que por la noche, y con algo de brisa, te daba un cague transitarla) me tropiezo (es símil) con un amigo gomero.
Nos paramos (ambos dos) y disertamos (de pie derecho) del proyecto de ley que va a revolucionar el tráfico, el tránsito y la seguridad vial. Luego discutimos, sin acalorarnos ni gesticular en exceso, de lo que los medios digitales consideran información de relevancia (y menos mal que ninguno sacó a colación otros). Por supuesto (y por descontado), en La Gomera:
Curbelo asiste al cumpleaños de una señora que ha alcanzado el siglo de vida. Aclaración: Lo hace en calidad de amigo de la familia. Y si no acudió como Presidente del Cabildo, ni fue a entregarle la metopa o placa de rigor, ni a concederle título honorífico alguno, a santo de qué la noticia. Más lo es, sin duda alguna, la desaparición de la Orquesta Wamampy. Que se lo pregunten a Sonia, allá en la capital de Octava Maravilla (Chipude).
Castilla, alcalde villano (de La Villa), nombra a su cuñada como cargo de confianza. Normal. No lo va a hacer con un desconocido. O desconocida. Que si tráfico de influencias, que ni chiquito morro, que si tal o que si cual. Leche cacharro. Propongan un cambio legislativo si el hecho molesta. Pero mientras tanto, ajo y agua. ¿Has oído que alguno, incluye los de nuevo cuño, haya planteado suprimir estos coladeros? No, yo tampoco.
Seguí y finiquité (hoy tardé más que nunca por las limitaciones) al lado de El Bosque. ¿Al lado de? Que sí, estaba aquí y era lugar de concentración de turistas ingleses en las primeras décadas del siglo pasado y…
Adiós.

miércoles, 21 de enero de 2015

Cargo de confianza

Después de adoptar la decisión de no presentarme a las próximas elecciones de mayo, para no dispersar aún más la composición del ayuntamiento, tengo sobre la mesa la primera oferta seria para ocupar unos de los limitadísimos cargos de confianza con que contará la nueva corporación. Que según un sondeo hecho este pasado domingo, a la prisa y corriendo, en el tramo final de la romería de Tigaiga (que es cuando el personal entrevistado responde con más conocimiento de causa por razones obvias), será un tanto peculiar. Y habrá que recurrir, como mínimo, al pacto entre tres grupos políticos para conformar una mayoría de gobierno. Estarás, ineluctablemente, deduciendo que el PP va a perder tres o cuatro concejales, algo que no le preocupará demasiado a Manolo porque los garbanzos, y resto de productos alimenticios, los tiene bien asegurados en el Cabildo o en el Parlamento. Falta la decisión final de (in)cierto periodista, enemigo acérrimo tiempo atrás de digitales y redes sociales, pero que ahora vaticina que es un disgusto.
Pues sí, no las tiene todas consigo el Partido Popular realejero. Las difidencias o reconcomios suelen provocar malentendidos, cuando no escisiones. Y por muy callado que se lo tengan, bastantes han sido las salidas de miembros de las denominadas nuevas generaciones. Y algunos han recalado en Vecinos por Los Realejos. Entre los que se encuentran varios exalumnos. Quien encabezará la candidatura, incombustible líder (político) desde que transitaba las aulas del IES en Primero de la ESO, buen amigo e inminente Licenciado en Derecho, ha creído oportuno que puedo servirle para, al menos, redactarle los discursos. Y con este tándem, estimado alcalde, poco tienes que rascar. La experiencia, de un lado, y el empuje, de otro, provocarán el cisma definitivo.
Hemos realizado ya los primeros contactos y tanto PSC como IUC no han puesto muy mala cara. Con Enrique falta otro empujón. Lo vemos algo indeciso. Es verdad que cuando tuvimos la primera charla se hallaba en puertas de acudir al Taoro. Donde debía aplaudir, a regañadientes, a Clavijo, por orden expresa de Linares, otrora acérrimo riverista y hoy bailando el Tango de La Florida, que tan bien le enseñara Eduardo en la Escuela de Folclore de Higa (La Perdoma).
No descartamos un gobierno de concentración, para ver si de una vez sacamos al pueblo del ostracismo al que nos tienen sometidos desde los organismos insular y autonómico, tendencia generalizada con este Norte que pierde habitantes de manera progresiva y que requiere de un impulso vitalista que lo ubique en lo más alto de El Cabezón, para desde allí, con La Fortaleza como leitmotiv, volvamos a iluminar los senderos del progreso y cargar de profundas dosis de ilusión a los habitantes de la muy noble e histórica Villa de Viera. Chacho, con este párrafo ya me gané el puesto.
Dispuesto como estoy a semejante sacrificio, solo he puesto una condición (y enlazo con lo manifestado renglones atrás): Dos serán los cargos de esta índole, no más. Y con el alcalde, un reducido equipo de concejales con dedicación exclusiva: tres. Como vamos con la frente bien alta y nada tenemos que ocultar, me acompañará en estas lides de asesoría otro veterano, pero joven y fresco de ideas: Juan Borges. A ver quién puede superar esta apuesta.
Escrito lo cual, como hállome más desahogado, felicitar a doña Susana, presidenta andaluza, por ese embarazo que muchas portadas ha ocupado. Tantas que Pedro anda medio mosqueado por si no es otra jugada para restarle protagonismo en sus presencias televisivas. Yo creo que no, pero de los periodistas se puede esperar cualquier cosa. Oh, les pongo un ejemplo:
Un político (el madrileño Barranco) se retira, como antes lo hizo Alfonso (Segura está al caer), y se inicia un proceso de elucubraciones semejante al que se genera cuando siguen aupados por los siglos de los siglos. Si lo sabré yo. Conozco realejeros que pusieron a José Vicente como un zapato por permanecer cuatro mandatos en el Consistorio, amén de otros dos en el Cabildo. Los mismos que me llamaron gilipollas cuando cumplidos mis cuatro años reglamentarios retorné al Colegio de La Longuera. Que los compre quien los entienda.
Bueno, mañana volvemos. Si la nieve nos deja. Ños, vaya manía con las imágenes. ¿Te has dado cuenta de cómo colocan a la del micro? Le preguntaron a un viejito  de un pueblo perdido entre las montañas acerca del fenómeno meteorológico. Y el buen hombre le espetó (a la intrépida reportera, claro) que si acaso esperaba que nevara en agosto.

martes, 20 de enero de 2015

Felices

Encuestas, estudios, sondeos… Proliferan tanto que ya es necesario conocer la línea editorial del medio que publica los datos. Porque no parece entrar dentro de los cálculos de la normalidad el que hasta tres formaciones diferentes vayan a ganar las próximas elecciones, habiéndose realizado el trabajo de campo a la par y siendo idéntico el perfil de los entrevistados. A lo peor viene a resultar que las respuestas varían en función de la situación anímica o familiar del que da su parecer, en vez de una convicción política y social ajena a condicionantes de hambre, sueño o cansancio. Y puede que llamen a los mismos, quienes se entretienen en saltar a la pata coja. Entre estas evaluaciones, las presencias en los medios de comunicación (de todo tipo, estilo y condición) y las veleidades de los que se dicen nuevos pero que por sus procederes ya se equiparan a los de toda la vida, o más rancios aún, nada me extrañaría que debamos arbitrar un nuevo sistema electoral.
Los organismos públicos también se han sumado a la fiesta. El cabildo tinerfeño, para no irnos muy lejos, ha llegado a la conclusión de que los habitantes del Norte somos tremendamente felices. Mucho más que los capitalinos o sureños. Se lo han preguntado a unas muestras de Arona, Santa Cruz y La Guancha. Dicen que buscando el contraste entre lo urbano y lo rural. Como no tuve acceso a la ficha técnica –me imagino que en las cocinas de CC se lo habrán guisado bien– sigo dándole vueltas a la cabeza y no termino de entender cuál fue la regla de tres aplicada para extrapolar los datos y colegir que todos los que habitamos entre La Laguna y Buenavista estamos igual de contentos que los guancheros. Me imagino que Carlos Alonso quiso contentar a Yeyo, y de paso (ya lo volvió a soltar en el Taoro este paso fin de semana) poner unas notas de felicidad en la alicaída población portuense que ya quiere ver al menos un cajón para el futuro complejo marítimo.
Son, entiendo, las modernas maneras de lanzar una intrépida reportera (de esas que cuando llueve o hay algo de ventolera hacen el ridículo más espantoso) a la calle, plantear la cuestión de rigor a las cuatro primeras parientas que pasan delante de sus narices y luego, a la hora de editar, seleccionan las dos que fueron capaces de hilvanar tres palabras seguidas: sí, pero no.
Cuando leí la noticia, pensé si habían consultado a mi nieta (por lo de la despreocupación y alegría). Y luego me consolé al percatarme de que al día siguiente, cuando me cayera con el coche en alguno de los muchos socabrones que te acechan por las carreteras, brincaría no del sobresalto y del lamento por un amortiguador averiado, sino por el contento subido que se me presupone con la encuesta de marras.
Me tacharán ustedes de reiterativo si plasmo aquí que los organismos públicos se inventaron para la correcta gestión de los dineros, de que la lata del gofio sea repartida con equidad. Que nos alegremos por tener unos colegios dignos, una sanidad sin listas de espera, una atención exquisita a nuestros mayores y discapacitados, unas vías públicas en condiciones, parques, zonas verdes, jardines… Y que no me vengan con monsergas de que soy feliz porque veinte o treinta guancheros lo son. O lo eran cuando los trincaron después de echarse el cortadito de media mañana.
Estoy pensando que de aquí a mayo lo mismo me dedico a escribir boberías. Porque cuando lo hago de cosas serias (la política lo es), me llevo cada chasco. Soy hijo de un peón de la agricultura. No escribo agricultor porque del vocablo se han adueñado los propietarios de los terrenos, y mi padre no lo fue. Casi autodidacta supo ir progresando. Tanto que, junto a sus dos hermanos, se atrevió a dar clases a los otros vecinos a los que no se les brindó la ocasión de pisar una escuela. Allí, en la Casona de La Gorvorana, nos criamos los hermanos. Junto a varias familias más que ocupábamos las amplias dependencias del vetusto edificio. Salimos todos pa´lante. Y nos labramos un porvenir, que se decía. A pesar de las penurias, fuimos unos privilegiados porque jamás faltó la comida. Estudiamos y aquí seguimos. Los padres se marcharon (una hermana también) antes de lo que era previsible pero en esos derroteros no pudimos ejercer influencia alguna. Lo que se relata en Pepillo y Juanillo (libro) no son inventos de mente calenturienta. Son vivencias, más o menos disimuladas con barnices literarios, pero experiencias de infancia y juventud. Pero ahora soy casta porque unos niñatos de papá (nosotros solo llegamos a pá y má), que pretenden auparse para guiarnos por la senda del bien, estiman adecuado calificarnos de tal guisa. Todos con carreras universitarias y amplísimas dotes de intelectuales. Son los que nos van a sacar del atolladero. Para que seamos felices. Y no divaguemos con ideologías ni otras menudencias. Ellos, los niños bien. Los que lo han tenido todo porque muchos de aquellos que no tuvimos ni baño ni plato ducha (ni Roca, ni Fiora, ni Silex) y teníamos que ir a cagar a la platanera (por cierto, qué gozada) decidimos un lejano día entrar en eso de la cosa pública para echar una mano (sí, y no fue poco) y poner cimientos. Por ello, soy casta. Los que deben buscar el botón de arranque en una guataca son los que me van a devolver la felicidad. Cuánta falta de ignorancia.
Y tú, elector, despierta de una vez y deja de creer en pajaritos preñados, en el sexo de los ángeles (por lo de la semana santa sevillana y las iglesias… cada vez más inconsistente, más vacuo, más veleta y anemómetro). Deja de pellizcar cristales y correr detrás de los aviones. Date uno bien retorcido donde te duela, pega un grito y di basta. Porque el afán de protagonismo de los arribistas…
Soy feliz. Tengo la conciencia tranquila. Van a cumplirse treinta años. Esa será otra historia. Me encantaría que cualquier ayuntamiento nombrara, como cargo de confianza, a uno de estos iluminados para que se le encomendara elaborar la secuencia histórica de los movimientos asociativos en los pueblos. Tendría trabajo para una buena temporada. Puede que se llevara más de una sorpresa al comprobar cómo la gente ponía tiempo y dinero por intentar mejorar las condiciones de vida de los demás. Lo mismo deben tragarse un buen protector de estómago para poder hacer esta complicada digestión.
Transito por mi sexto curso jubilado. Ni aun en estado tan placentero soy casta, aprovechados, oportunistas, ventajistas, demagogos… A estas alturas de la vida, etapa en la que sigo aprendiendo a raudales, lecciones: las justas. De ustedes: ninguna.

lunes, 19 de enero de 2015

Se va Repsol

Los propios partidos que critican hasta la saciedad los recortes habidos en estos últimos años, aquellos que han cuantificado las disminuciones en aspectos tan básicos como la sanidad y educación, han considerado conveniente solicitar que el Parlamento de Canarias aumente el número de diputados. De los 60 actuales a 68. Parece que se incrementaría en cuatro los correspondientes a Tenerife y Gran Canaria. No he tenido acceso a las operaciones matemáticas para llegar a tales conclusiones, pero si ellos estiman que con esta medida se resuelven los graves problemas que existen en estas islas, soy capaz de erigirme en portavoz de numerosos votantes para espetarle en sus narices que un churro, dicho (escrito) con todos los respetos. Mientras no se recatan en poner en solfa el elevado número de ‘enchufados’ en las instituciones (piénsese que suelen tener escasa representación), no dudan en lanzar propuestas como la descrita. Les hago una contraoferta: Dado que ese minúsculo aumento solo supondría ubicar ocho nuevas sillas, ya que estamos, y dado que la crisis es un hecho del pasado, tiremos la casa por la ventana y fijemos un número más redondo, por ejemplo, 120. Habría más debate, más contrastes, más riqueza y variedad, en suma, más repartos. Y menos paro, claro.
Vamos a ver, señores aspirantes. Si ustedes lanzan desaforadas campañas contra los establecidos porque no distribuyen bien los escasos recursos públicos, si creen tener la varita mágica para acabar con el desempleo, la deuda y poner a España a la misma altura que cualquier país desarrollado (por tú el nombre que te apetezca), cómo se les ocurre tamaña barbaridad que va en contra de los principios que sostienen y de toda lógica. ¿No se dan cuenta de que caerían en los errores que critican? Y que podemos pensar con toda la naturalidad del mundo que, al fin y al cabo, lo único que quieren es darse asimismo una montadita. Chacho, lo voy a escribir: Al final viene a resultar que son más casta que yo. Léanse los más de 1500 artículos de este blog, mi ideario, y comprobarán que mi progresismo los adelanta (por la izquierda, como dictan las normas) a una velocidad de crucero. ¿No serían mucho más creíbles formulando una reducción de al menos el 50%. Sí, con treinta va que chuta. Y lo mismo me excedí.
Debo aprovechar la coyuntura favorable de que el PP se halla en periodo de reflexión y autocrítica con su particular “a relaxing cup of café con leche” (Botella), aderezado con unos chuches sin IVA (Rajoy), para dar mi parecer del sugerente tema de las prospecciones. Asunto en el que la implicación del ministro Soria, alegando interés nacional, es directamente proporcional al empecinamiento del presidente Rivero. Los 140.000 barriles diarios durante 20 años se han quedado en un frasco de cualquier bebida gaseosa. Por el camino, manifestaciones, declaraciones, adhesiones, confusiones, confrontaciones y acciones a montones. Años estuvimos entretenidos. Y nos convertimos –los políticos los más– en acérrimos defensores del medio ambiente. Se buscaron alternativas al crudo y potenciamos las energías alternativas. Fuimos la avanzadilla mundial en respirar aire puro y modelo a imitar con nuestra campaña de contaminación cero. Hicimos, carajo, el ridículo más espantoso.
¿Nos toman el pelo? Sin duda. Los unos y los otros. À gauche et à droite. Y para que veas que todo se queda en la pantomima de turno, si CC logra que Clavijo sea su abanderado en el próximo mes de mayo, te apuesto los 50 céntimos estipulados que puede ser el mismísimo Rivero el que se encargue de firmar la paz con don José Manuel. Y se les importará tres pimientos lo dicho, escrito o plasmado meses atrás, porque el interés general estará por arriba del bien y del mal. Casi cuatro años de pacto con los socialistas (largo periodo inédito por estos lares) ya pesan demasiado. Tanto como el mamotreto de Las Teresitas. Al que ya Bermúdez le busca encaje legal para no derribarlo. Sabe que Cristina, por aquello de la posible debacle nacional, no las tiene todas consigo y a ver si entre los dos, pelillos a la mar. Coalición siempre se ha acomodado a cualquier brazo. Y nada te cuento si los consejeros palmeros son reintegrados al seno del Partido Socialista. Castro y Antona no desentonan. Y la señora Taño ya le tiene prometidas unas flores a la Patrona.
Como el panorama tras las inminentes elecciones será de un disperso elevado al cubo, siempre, siempre y siempre en cualquier río revuelto ganarán los trafulleros mayores. La única posibilidad de que así no suceda es que desde dentro de la propia (des)organización, alguien (el de El Sauzal, verbigracia) dinamite alguna de las columnas que sostienen el edificio. Pero ni siquiera así, porque Román, el recogedor, se halla a la expectativa. La única diferencia es que se turnaría la capitalidad de las influencias. ¿Tú has visto si cualquiera de ellos ha sido capaz de pedir perdón por lo que declaró unos meses antes y ahora las hemerotecas se lo restriegan por los bezos? Nada, ni se ponen colorados. Se adaptan al entorno, como los camaleones.
Y termino con este acróstico para hacer honor al titular:
Se acaban las prospecciones
En nuestras aguas cercanas,
Van a tierras más lejanas
A buscar nuevos galones.
Reiteran declaraciones
En medios audiovisuales:
Paulino le echa timbales,
Soria solloza la ausencia;
Odio tanta malquerencia,
Listado de carcamales.
¿La foto? Interprétala como quieras. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces.

viernes, 16 de enero de 2015

Mercar

Lo titulo así porque hace bien poco utilicé lo de mercadeo político. Y por ahí van los tiros. Piensan los que ostentan cargos públicos –y lo hacen adecuado pues ellos no se equivocan jamás– que al resto de mortales no le importa, ni le duele, el dinero que Hacienda nos detrae. Cuando escucho, o leo, a una consejera autonómica que el Estado nos debe más de 2.400 millones de euros por el llamado déficit sanitario, hago cruces (a pesar de mi ateísmo convicto y confeso) ante tamaña cantidad de billetes. Si le sumamos –esa canción se escucha igualmente– los otros miles de millones que se supone nos han birlado en los campos educativos, servicios sociales y otras menudencias (todo escrito con incierta sorna), sería tal el montante de fajos que a los canarios nos vendría de perillas el que hicieran el reparto, directamente, entre todos los que habitamos estos ocho peñascos y que cada cual hiciera con esos varios miles lo que mejor creyese oportuno. O mejor, dejarse de zarandajas con el IRPF, no descontarnos nada en nuestras nóminas o pensiones y que cada uno de nosotros adecentara el trozo de vía pública que abarcara la fachada de su casa. Incluyan la limpieza, faltaría más. Y lo mismo nos iría mucho mejor. Por ejemplo: un servidor ya hubiese colocado una placa nueva con el nombre de mi calle.
Ahí tenemos el (mal)ejemplo catalán. La ineptitud de sus dirigentes se salda con una convocatoria adelantada de elecciones. Si la finalidad es conseguir su tan anhelada independencia, lógico sería pensar que ese ingente gasto de la maquinaria electoral fuese abonado por sus mismísimas ilustrísimas (qué feo me quedó), a saber, Mas y Junqueras. Y si pasan por un bache (aparte del político, el económico) que soliciten un préstamo a la familia Pujol. Porque maldita gracia que me hace el que con mis impuestos deba colaborar a su santa causa. Máxime cuando ni siquiera soy aficionado al Barça. Y legislar que las veleidades de pactos y componendas sean asumidas por los autores de los desaguisados, deberá ser expediente de largo recorrido. No, bobos no son. Lo de todos es de ellos, pero lo de ellos no es de todos. Ya me están llenado la cachimba. ¿Quieres ir tú solito? Pues arranca. Eso sí, a partir del primer paso, no me pidas que te dé la mano. Si presumen de ser la economía más potente y la que mayores capitales aporta, olvídenme, no existo, no estoy. Toi condío.
Quien mejor se merece este titular, quien se ha hecho dignísimo acreedor a vocablos de tal porte, es nuestro number one a la hora del pasa pa´dentro, nuestro singular Román Rodríguez. Personaje que debería estar echando una mano en las urgencias de los hospitales, pero que ha decidido superar las estancias de los que en su día fueron compañeros de viaje. Y con dos muestras bastan: Rivero y Castro, o Antonio y Paulino, que tanto (se) montan en sus respectivas cabalgaduras. Al paso (ligero) que va el aldeano, solo le queda tentar a Nacho para ir al cincuenta por ciento. En los asuntos económicos, claro. Estoy esperando el enésimo arranque de Olarte. Dado que el Ríos junior se mandó a mudar y algunos otros náufragos buscan acomodo, la embajada de grancanarios intentan lanzar un bote al PNC, al que todos recurren cuando el nacionalismo hace aguas. Máxime ahora que Juan Manuel (ha sufrido un desaire, declara) se veía en Madrid escribiendo novelas en el Senado y un atraque a noray cambiado ha posibilitado el desembarco de Mari Mar (le viene el nombre que ni pintado) para que en estos pocos meses supere el listón dejado por el trabajador nato (Zerolo). El que lo ha visto claro es un lagunero que desde siempre se destacó  por su persecución a CC y que desde que perdió su batalla socialista, ahora se desvive por intentarlo de nuevo en su ya triple (o cuádruple, ya perdí la cuenta) salto mortal al consistorio de la Ciudad de los Adelantados (tengo mis dudas). Santiago, en este enésimo brinco de la coherencia personificada ha considerado positivamente la oferta de NC y está dispuesto a inmolarse en la Mesa Mota. Se conforma con quitarle un concejal al PSOE y con ello se considerará satisfecho. Y José Miguel tragará saliva, tragará saliva, tragará saliva hasta que se licúe por dentro. Que por fuera ya lo está. O siempre lo ha estado.
Y acabo en una zona del barrio en el que he pasado la mayor parte de mi vida. Porque nací en La Gorvorana y allí me crié. Vi cómo la fisonomía del lugar cambiaba de una manera radical hasta convertirse en Toscal-Longuera. Pero quedan los reductos de siempre. Y uno es La Ladera. Donde sigo teniendo excelentes amigos. Que han visto que Manolo, y su grupo popular, le ha pegado una transformación impresionante a sus estrechas calles. No sé si a propuesta de algún concejal o de cualquier afiliado o simpatizante. A partir de ahora, dos elegantes rayas amarillas (menos mal que no les sobraba pintura azul) avisarán a propios y extraños de que allí no se puede aparcar. Apenas cabe un coche, pero ni los perros se atreverán a descansar un fisco a la puertas de sus casas.
Se me quedan en el tintero perlas como una foto que anuncia “La carrera de la mujer” (Lucha contra el cáncer) con el triple de hombres retratados, una concejal de educación que escribe la segunda persona del singular del pretérito perfecto simple con una ‘ese’ final que te tumba pa´tras…
Seguiremos mercando, o trajinando, para la próxima semana. Sean felices.

jueves, 15 de enero de 2015

Plan de choque

De entrada (como el referéndum de la OTAN en los tiempos de Felipe González), no me convence la denominación. Porque da la impresión de tratarse de unos remiendos. Y Puerto de la Cruz demanda un tratamiento más intensivo. Basta con darse una vuelta y contemplar los notables deterioros existentes. O sumar los descensos poblacionales en los municipios de sus alrededores. Siendo este último aspecto el verdadero termómetro de cómo languidece la otrora joya de la corona.
Muchos años (décadas, sin duda) llevamos con la canción de los lamentos. A quienes se les presupone la capacidad de gestionar, se entretienen con echarse los trastos a la cabeza. Cabildo y ayuntamiento, responsables del “plan de choque”, siguen sin hallar el botón de arranque. Me recuerda aquellos tiempos de los inicios democráticos cuando la burocracia era tal que para mover una piedra en cualquier camino había que rellenar una tonelada de papeles. Y ahora que los organismos públicos presumen de haber disminuido hasta la mínima expresión el trámite de los expedientes, la ciudad sigue sumida en el ostracismo.
Los políticos parecen más preocupados en solventar sus problemas de partido antes que dedicarse a echar a caminar una máquina que lleva demasiado tiempo parada. Para que no les pase lo que a la moto de la policía, vivo ejemplo de una marcha a la deriva. Lo mismo los embarcamos en una lancha y no alcanzan la bocana del muelle. Y cuando no, para distraerse, recurren a los estribillos consabidos: y tú más, las deudas contraídas, el despilfarro de las arcas o, simplemente, yo soy más guapo que tú.
Me pregunto si las visitas de Carlos Alonso han servido para algo. Del proyecto de acondicionamiento del litoral (Parque Marítimo) se habla un mes y se silencia durante semestres. Las mociones de censura, puestas de moda por Marcos Brito (q.e.p.d.), y los sucesivos pactos de gobierno solo han venido a poner de manifiesto que gobernar (gestionar adecuadamente los dineros) no consiste en llenar el edificio de El Penitente de cargos públicos (y sus pertinentes etiquetas o adhesivos). Porque si el éxito de un mandato se traduce en haber disminuido la supuesta deuda, mientras las infraestructuras urbanas se caen a pedazos, prefiero pagar préstamos si las condiciones de habitabilidad son reconocidas y puestas en valor por propios y extraños.
Coalición Canaria, sumergida en la cicatrización de las heridas internas, no es capaz de capitanear la nave porque para ello es menester estabilidad emocional. Y ya se encarga Román, y su campaña intensiva de puertas abiertas, de que así no sea para beneficio de sus huestes. Y es que todos quieren salvar el desaguisado, pero primero toca lo nuestro, el reparto.
El Partido Popular mira más hacia los altos (Los Realejos) que a la marea. Hay que redistribuir el personal. Y Manolo tiene las llaves de la moto. Como el alisio no está aportando aires frescos sino que la calima es cada vez más espesa, los móviles echan chispas en forma de ondas electromagnéticas. Los dobletes (tripletes si les añadimos los orgánicos) proliferarán. Se trata de ganar adeptos que aporten votos para los entes supramunicipales. Luego, cuando depositemos traseros en poltronas más mullidas, ya se verá.
Así pasan cuatro, ocho, doce años. Las intrigas palaciegas pueden más, mucho más que las demandas ciudadanas. Ya habrá tiempo de acallar voces críticas con los piches preelectorales. Alcanzamos tal grado de paroxismo que Clavijo, imputado hasta la médula, aupándose al caballo ganador que esta ley electoral infame le brinda, se permite el lujo de plantear un nuevo pacto (con el PP) porque los socialistas pueden readmitir a los expulsados consejeros palmeros. Es el colmo y el cinismo que se mezclan en el almirez (por lo del mojo de aquella isla) de doña Guadalupe. Con la que firmaremos un convenio para el enlace marítimo de este Norte con aquel Este.
Aurelio Abreu encabezará la lista de PSC al Cabildo tinerfeño. Manuel Domínguez (ya mi pueblo se le quedó pequeño y quiere ampliar su campo de besuqueos) hará lo propio en el PP. Carlos Alonso (CC) guarda vínculos familiares con estos contornos. Por consiguiente (ya que nombré a Felipe antes), no se preocupen. Con esta tropa de “norteños”, Puerto de la Cruz sufrirá en este próximo mandato una transformación de tal calibre que no lo va a conocer ni la mismísima madre. Serán tantos los planes de choque que se acometerán en los ocho kilómetros cuadrados… Me lo estoy imaginando:
Bajo por El Burgado. Las cuatro ventanillas del coche abiertas de par en par. Desde Los Lavaderos ascienden las brisas puras que el océano emana cuando las olas salpican en los bajos del Maritim. Los amplios jardines de la depuradora se confunden con los del Loro Parque. Es de noche, pero no lo aparenta por el apoteósico alumbrado de la vía de circunvalación. Llueve con cierta intensidad. El charco casi alcanza el terrero de luchas. Las intermitencias cerúleas de las unidades policiales autonómicas (qué bonito, blanco, azul y amarillo se confunden con el brillo…).
Lo dicho, en 2019 Puerto de la Cruz estará flamante. Habrá valido la pena el martirio de tanto choque. Y el Valle, en general, adquirirá el peso específico que le corresponde en el contexto insular. Desde ya propongo que se estudie en profundidad la propuesta de un único municipio: Valle de Taoro. Ya hay dos votos incondicionales, el de Evaristo y el mío.
Me voy a dar una vuelta. Como el enlace de Pepillo y Juanillo a Facebook (sigo sin saber escribir face) y Twitter me está causando grandes problemas mañaneros, tendré que romper mi promesa y volver a dejar programadas estas entradas por la noche. A ver.
Hasta mañana.