Lo iba a
titular ‘Los despelotes en Telecinco’, pero luego recordé aquella serie de
Mazinger Z. El robot que asocio cuando agarro el sacacorchos en las contadas
ocasiones en las que uno abre una botella de vino. ¿No me digas que no se te
parece? Pues junto a nuestro héroe figuraba la correspondiente fémina: Afrodita
A. Y esta utilizaba unas armas muy sutiles (ingrávidas y gentiles). Al grito de
“Pechos fuera” (en la versión argentina: “Pechugas fuera”), disparaba los
susodichos (o susodichas, según guste) elementos (explosivos, por más señas) y
agüita con el que trincara delante. Qué potencia de atributos.
Desconozco si
los índices de audiencia andan bajo mínimos en la cadena televisiva antes
mencionada. Según lo que escuché ayer tarde mientras daba mi caminata, entiendo
que no, pues fueron muchos millones los que se alongaron a ver el partido de
fútbol jugado en París entre unos tal Pedro y Benzema. Quizás por eso entienda
menos la boutade de Mercedes Milá, personaje bien entrado en años y al que le
ha dado últimamente por enseñar las domingas. Ignoro, obviamente, si para
sopesar pros y contras o para medir siliconas o rigideces. Por si fuera poco,
me soplan que la ha secundado una tal Paz Padilla, cuya inteligencia emocional
parece no ir en consonancia con su estatura, y también nos deleita con sus
contenidos en base a una programación en la que las competencias básicas
quedan en plano similar a su
electroencefalograma. Y uno rompiéndose el coco para que al menos obtengan el
graduado escolar.
Y como hoy
voy de anécdotas y recordatorios, me causó cierta hilaridad leer que en la zona
recreativa de El Bosque, allá por La Marzagana perdomera (y no El Bosquito, que Benito
se enfada), solo se mea de jueves a domingo. En los servicios que existen en
aquel espacio de ocio. Porque de lunes a miércoles permanecen cerrados a cal y
canto. Y si te da un retortiño, búscate la vida. Me imagino, de no hallar una
solución, cómo puede quedar en unos meses apenas –y ahora se aproxima el verano
o época de mayor afluencia–, porque cada uno intentará evacuar en cualquier
soporte que permita arrimarse un fisco. El concejal de la zona, y vecino de
aquellos contornos, el amigo Eduardo, ya debe estar aplicando la receta
conveniente, a no ser que hasta su vivienda vayan a llegar los olores que tales
procederes ocasionan. ¿Lo cogiste o te lo explico de manera más coloquial?
El herreño, y
popular, Manuel Fernández, está muy preocupado por lo que acontece en aquella
isla. Pero no me lee. Mi alcalde, Manolo Domínguez, no le ha pasado mi URL. Espero
que Inocencio me haga el favor. Por tal motivo, ayer estaba en sede
parlamentaria, bien sentado para que Antonio lo contara y le abonara las dietas
(eso va en sobre aparte del sueldo), pero mentalmente estaba ido. De cuerpo
presente, pero de alma ausente. Se lo explico así porque ellos aparentan ser muy
católicos. Lo mismo son de los que rezan los cien credos el Jueves Santo. Yo sí
me acuerdo, que ya tengo mis años. Unos periodistas lo pescaron (no, en La Restinga no, en su
acomodo) entretenido con su iPad. Aunque él se defiende con el alegato de que
no estaba viendo una película, pues ni siquiera sabe bajarla. Lo que se le da
bien es lo del certificado de residencia con el móvil. Era un documental
relacionado con un aspecto tan interesante de su isla natal –la que no lo
aprecia demasiado y por eso es diputado por Tenerife–, que olvidó el motivo por
el cual le pagamos, y bien. Y en vez de reconocer que mean por fuera de la
bacinilla en las más de las ocasiones, o ponen disculpas, difícilmente
justificables, o prohíben sacar fotos porque atentan contra la intimidad de sus
señorías y la confidencialidad de los documentos. Qué intimidad ni que narices.
Si no se los leen porque otros hobbys los reclaman. A este paso, las sesiones
plenarias se van a celebrar a puerta cerrada. Para que sus ilustrísimas no se
distraigan y puedan ver la película sin sobresaltos. Chiquitos caraduras. En el
próximo presupuesto recuerden el capítulo de las palomitas. Qué livianos son.
Bueno,
disfruten del resto de la semana. Y pórtense bien. Vayan al cine. Dan una de
romanos, como todos los años. Me quedo con Ice Age, en cualquiera de sus
versiones. Uno se vuelve niño y sentimental. Como el mamut.