La verdad es que este deporte apenas me hace tilín en la actualidad. Uno lo practicó en sus años mozos, pero se agota ahora hasta de verlo por la tele. Puede que la culpa sea del mando. Ni siquiera los éxitos de la selección española me han hecho cambiar de actitud. No soy como el ‘independentista’ Zerolo, que corrió como un loco para salir el primero en la foto con la copa. No obstante, la presentación de un libro, aunque su contenido sea futbolístico, es capítulo aparte. Y el pasado jueves me fui hasta el Salón Noble del ayuntamiento portuense, más conocido como “La sauna”. Con todo acierto, Antonio Expósito, después de la sudada de rigor, expuso su teoría de cómo no iban a ser “calientes” las sesiones plenarias del Penitente. Chacho, busquen una solución o hagan estas actividades en la Punta del Viento; allí estaremos más frescos.
José Manuel Martín, director de Radio Realejos, ponía al descubierto los entresijos del Trofeo Teide, como bien especifica Pedro Ángel Gómez Barreto en el prólogo, y vestía de largo su publicación “Trofeo Teide, 1971-2000. Una historia de cuatro décadas”. La edición corrió a cargo de los ayuntamientos de La Orotava, Puerto de la Cruz, Los Realejos, Icod de los Vinos, así como el Cabildo de Tenerife y la Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, y se diseñó e imprimió en Tipografía García (La Perdoma ).
El acto –entiendo que demasiado largo para el parecer de los que sufrimos aquellos incómodos bancos– fue magníficamente conducido por Yumelvi Benítez, de manera ágil y elegante, quien en un instante de su intervención, y al agradecer a José Manuel el apoyo desde que inició su andadura en la radio pública realejera, quebró su voz por mor de sentimientos que afloran no sujetos al dictado de la razón, sino que surgen de bien adentro y sin control posible. Como le ocurrió al propio autor cuando hizo hincapié en la profunda amistad con el prologuista antes citado. Son gajes, como señalé a Yumelvi una vez finalizado el acto, de los que es imposible escapar. Afortunadamente. Porque se demuestra que la ‘humanidad’ aún se halla presente, que sigue funcionando, y mejor así, por mucha dureza que pretendamos ofrecer externamente. Sí, las apariencias engañan, que se dice.
Creo que hablaron demasiado. Cuidado, no quiero manifestar que no fuera interesante lo allí expuesto. Lo fue, bastante. Pero casi hora y media de plática agotó al numeroso público presente, que aguantó estoicamente las filípicas de los muchos que intervinieron. Y menos mal que los últimos tuvieron que ser breves porque no les quedó más remedio. Si no, tendríamos que reconocer que la ‘maldición de los plenos’ se extiende a todo tipo de actos que allí se realicen. Recuerden que lo bueno si breve, dos veces bueno, por lo que Vicente Rey tuvo que interpretar solo dos temas. La variante del último –a ‘tu’ manera–, un acierto total.
Insisto, el fútbol, ni fu ni fa. Pero un libro es cultura. Y ahí estaré. Tampoco puedo olvidarme de tres años (enteritos) de colaboraciones semanales en la emisora de mi pueblo. Entidad a la que deseo toda clase de éxitos, para lo que se necesita un Consejo de Administración que defina adecuadamente la línea de actuación que a una radio pública se le presupone. Y tengo la ligera impresión de que esta cúpula no está realizando con seriedad sus deberes.
Una nueva publicación está en la calle. Congratulémonos todos. Cuídense de los calores. Hasta mañana.