El gasto desmadrado de las autonomías es en
gran parte el causante del elevado déficit público, que tan caro nos está
costando. Los parlamentos regionales, que suman en total 1.228 diputados en
España, costarán en 2012, casi 400 millones de euros. Lo alarmante de la cifra
es la discrecionalidad que va desde los 165.152 que cuestan los de La Rioja, a
los 429.167 los de Canarias, los más costosos de toda España. Los de Andalucía
con 109 escaños –frente a los 60 de Canarias– cuestan 427.982. La media está
muy por debajo del coste de los parlamentarios canarios: 319.210 euros. Entre
todos los parlamentos autonómicos salen por el doble que el Congreso y el
Senado juntos.
A la numerosa nómina de diputados regionales
que hay en España hay que añadir las no menos extensas plantillas de
funcionarios al servicio de las Cámaras legislativas y una nutrida nómina de
“colocados” por los partidos políticos, que incluye al llamado personal de
confianza, asesores de todo tipo y los servicios de comunicación de los grupos
parlamentarios. Y si a esto se añaden los ostentosos gastos en decoración de
despachos e instalaciones, los costes de mantenimiento de edificios,
suministros, telefonía –la factura global entre todos los parlamentos
regionales es de muchos millones de euros–, coches oficiales, gastos de
representación, así como viajes, dietas… etc., se comprenderá que este
desorbitado gasto no hay economía que pueda soportarlo.
Pero con ser todo esto muy grave, lo peor,
porque atenta a los cimientos de la propia Democracia, es que los diputados
canarios se niegan a que sus retribuciones se hagan públicas –a diferencia de
lo que ocurre con diputados a Cortes y Senadores– dando como pretexto que de
conocerse sus cuantías podría afectar a la seguridad de Sus Señorías,
confesando así que las retribuciones son tan desmesuradas, y más en los tiempos
que corremos, que los parlamentarios temen una reacción extrema de los
ciudadanos que ponga en peligro su propia integridad física.
Me temo que
hoy no brillo por mi originalidad. Observarán que la cursiva de los párrafos
anteriores algo querrá significar. Efectivamente, aunque a buen seguro que lo
suscribimos tú y yo, viene a resultar que lo escribió Alfonso Soriano (el viejo
díscolo del PP, como me dijo un amigo hace unos días). Y puedes leer su
artículo íntegramente en el enlace que te dejo señalado, a saber, http://www.canariasahora.es/opinion/7909/.
El parlamento
canario, lugar que Soriano describe muy bien, y en el que se trabaja hasta la
extenuación, ha cogido la costumbre de dejarlo todo para más adelante,
interpretando, muy a su manera, lo de no realices hoy lo que puedes hacer
mañana. Ya habrá tiempo de publicar nuestro sueldos, de buscarle acomodo a
Willy García… Pero es urgente implantar un medio de comunicación (otro) en el
que podamos contar nuestros caprichos y con el que entretenernos un fisquito
más, que estamos muy estresados.
Con la
aprobación ayer de los Presupuestos Generales del Estado en la reunión del
Consejo de Ministros, lo único que me quedó claro es que los comunes de los
mortales (todos los que me leen y un servidor) pagaremos más por todo,
cobraremos menos y, en definitiva, las seguiremos pasando canutas. Aquellos que
no han declarado el dinero oculto (llámalo negro, si te apetece), verán
facilitado el camino para ponerlo en circulación, porque Rajoy y Cospedal (que
se negaban a ello ante una información publicada por El Mundo sospechando que
lo iba a llevar a cabo Zapatero)
han cambiado de opinión; qué raro. Claro, como este gobierno se destaca por sus
incumplimientos, hay que premiar al que es maestro en tales lides con una
amnistía total.
A la par, cierto concejal del
mismo partido tuvo la feliz ocurrencia de ‘mangarle’ el móvil a una asesora y
venderlo por cuatro perras, que se dice. Y es que lo pasan tan mal con esa
miseria de sueldo que cobran, que se ven obligados a buscar alternativas a su
precaria situación. Y son tantas las preocupaciones que rondan por su magín que
deben, además, consolarse con otros entretenimientos, como la concejal lagunera
(CC) que fue pillada in fraganti con tal intoxicación etílica que conducía en
dirección prohibida por una avenida de la Ciudad de los Adelantados; vamos, que
iba con una alegría en el cuerpo que no la podía disimular tras un intenso día
de trabajo en el Consistorio.
Ahora bien, el mejor, sin duda,
la de un diputado socialista que después de 25 años dedicado a la cosa pública
ha dimitido de su cargo por considerar que no todos valemos para todo. Aplica
lo de más vale tarde que nunca, nunca es tarde si la dicha es buena o lo que te
parezca. Pero, qué raro, nadie se había dado cuenta, ni siquiera él mismo. Así
nos va, qué podemos esperar de tales ejemplares; con estos bueyes tenemos que
arar y no hay más cera que la que arde.
Descansen, que ya mañana es
abril.