martes, 30 de abril de 2013

Fiesta del árbol (III)

Este sueño de prosperidad se realizaría habiendo agua, abundando las lluvias, y las lluvias está demostrado que son más frecuentes en los países poblados de árboles. El arbolado atrae a las nubes que se forman en las alturas atmosféricas y las que al ponerse en contacto con la temperatura más cálida del suelo, se liquidan, transformándose en lluvia que riega el terreno o se deposita en forma de rocío sobre las ramas, alimentando al vegetal, y refrescando el aire. Y hasta lleva sus beneficios a ser precavido y atenuar los efectos de la lluvia que provocó, cuando ésta se presenta en forma tempestuosa y las aguas retiñidas se precipitan en torrentes por los declives del terreno.
Los troncos y raíces forman como diques de contención, e impiden que las aguas desbordadas hallen libre paso y arrastren las cosechas y hasta, a veces, animales, edificaciones y personas, y, lo más corriente, que se lleven al mar las tierras laborables, dejando como triste recuerdo de su paso, las rocas peladas donde es imposible toda vegetación.
¿Para que voy a exponer más argumentos y ejemplos de los beneficios que reporta a la agricultura y al bienestar popular el arbolado? Las constantes campañas que con dicho fin se siguen por entidades oficiales y particulares, en la Prensa y en Libros, en fiestas y demás actos públicos demuestran irrebatiblemente que toda labor que se haga a favor del árbol, es labor de prevención, labor de provecho, si se admite el término, labor de egoísmo; que al defender al arbolado, no hacemos más que defendernos nosotros mirando al presente y al futuro.
Y en esta región, en el Sur, hace más falta una decidida labor en fomento del arbolado. La despoblación de los montes, la naturaleza volcánica del terreno y la situación geográfica –sabido es que los países situados al Sur sufren un clima mas caluroso– son factores decisivos en la falta de lluvias. Y ya que nos es imposible enmendar la obra de la Naturaleza, ya que no podemos variar la situación de la región, ni cambiar la calidad del terreno ayudemos decididamente a terminar con la otra causa que contribuye a la escasez de agua de lluvias. Poblemos los montes de árboles; impidamos esas talas vergonzosas de los pocos ejemplares que han escapado al hacha destructora; embellezcamos las calles, caminos y plazas con árboles y flores, y aparte de hacer obra de estética, trabajemos por atraer las lluvias, que en pago a nuestro noble y cívico empeño fertilizará los sedientos campos
Vecinos de Fasnia: Por cultura, por conveniencia, por humanidad, emprended una meritoria campaña en favor del arbolado... Procurad que este pueblo, tan digno de adelantos, deje de ser un punto más, perdido en el mapa de Tenerife; que se hable de su riqueza, de su progreso, de su afán de incorporarse a la marcha de las poblaciones adelantadas...
Sea esta fiesta de hoy como una promesa y una iniciación de obra cultural, que en no lejanos días recogeréis el fruto de vuestra labor...
Defended al árbol, que él nos proporciona la cuna de nuestra niñez, sus nutritivos frutos, el papel con que se nos inculca la cultura en la escuela... Y... ¡favor máximo!... nos da el ataúd con que ir a la tierra cuando emprendamos el último viaje!
¡Fiesta del Árbol! Fiesta que debería llamarse de la Naturaleza, porque al defender al arbolado defendemos las más preciosas galas de la Creación: árboles, pájaros, flores, al hombre mismo... Su celebración demuestra el afán de cultura de los pueblos y el ansia de los ciudadanos de preparar una vida mejor a sus hijos, a las nuevas generaciones.
Debemos ver en el árbol una demostración de la Bondad Divina... Consideremos los beneficios que nos prestan y por lo tanto, cada vez que derribemos un árbol, cometemos una ingratitud.,. Mirad la abnegación de las palmeras, que atraen con sus aceradas hojas al rayo destructor dando generosamente su vida al evitar que la centella caiga en el hogar del labriego, que tal vez momentos antes maltrataba sus ramas triunfales...
Niños: Tened en cuenta que cuando plantáis y cuidáis un arbolito, no hacéis más que trabajar para el mañana. El árbol atraerá la lluvia sobre los campos de vuestro pueblo, embellecerá las campiñas hoy de aspecto tan desolador; en las primaveras se llenarán de flores y de aromas que recreen vuestros sentidos, y cuando seáis viejos, aparte del orgullo de haberles dado vida, encontraréis su sombra protectora, cuando salgáis a desentumecer vuestros miembros, ateridos por el frío de los años...
(continuará)

lunes, 29 de abril de 2013

Fiesta del árbol (II)

¡Pobres de los seres que no vean en los productos de la Naturaleza otra finalidad que la de satisfacer nuestras necesidades materiales!
¡Pobres de espíritu los que no vean en un frondoso pino más que un vegetal que sirve para que se hunda criminalmente el hacha asesina en su tronco y sacar astillas con que construir un apero de labranza o echarlas al fuego para cocer la comida!
Indiscutiblemente, los arados y más aún los alimentos, son indispensables... Pero... ¿Vamos a prescindir absolutamente del alimento del alma, del recreo del espíritu? ¿No hará mella en el alma de un talador, el triste espectáculo de ver caer a sus pies, muerto por su hacha, a un árbol hermosísimo, que le ofrecía generoso la sombra de sus ramas, sus frutos, y la belleza de su conjunto? ¿No le entristecerá oír los lamentos de los pajarillos, que pían tristemente al ver que el árbol en su caída aplastó al nido de sus amores, el lecho de sus hijos?
Puede ser que no; al ignorante talador le discuto todo sentimiento puro, toda delicadeza espiritual... dudo hasta que tenga conciencia. Y es que al hablar del árbol, no puedo prescindir de la influencia romántica, pues se reúnen en mí las condiciones de ser cristiano y poeta.
El árbol es, de las galas de la Naturaleza, la más simbólica, la que despierta en las almas sensibles las más hondas añoranzas... Visiones históricas de religiosidad y de fe; escenas bíblicas de místico sabor o recias remembranzas de gestas raciales.
De un árbol salió la Cruz en la que expiró el Hombre más grande que ha existido, el maestro Sublime de las indiscutibles Doctrinas.
Un sicómoro ocultó bajo sus ramas a la Sagrada Familia en su éxodo a Egipto, huyendo de la ferocidad de Herodes.
Una rama de olivo fue la señal que indicó a Noé la terminación del Diluvio.
Bajo el célebre árbol de Guernica se reunían los Concejos de los recios hijos de Vasconia, nervio y alma de la raza, para discutir leyes, imponer fueros y depurar costumbres.
El Drago, ese árbol tan nuestro, tan tinerfeño, que es como un monumento vivo en loor de la extinta raza aborigen guanche, reunió bajo sus corpulentas ramas a nuestros antepasados, cuando en momentos difíciles y angustiosos celebraban su Tagoror, su patriarcal concejo. ¿Quién, siendo tinerfeño y teniendo algo de sentimentalidad, de respeto al pasado no se descubre ante el Drago de Icod, ante el coloso milenario, hoy declarado monumento nacional, que fue testigo presencial de las luchas y más tarde de la fraternidad entre nívaros e hispanos, en la lejana época de la conquista?
¿Quién no ha oído hablar del Garoé, el árbol herreño cuyas ramas manaban agua potable en épocas de sequía, salvando a los vecinos de morir de sed?
Un árbol sirvió para aumentar la fama de un poeta, del ilustre Padre Anchieta, honra y prez de La Laguna y de Canarias. El sabio jesuita, hallándose prisionero de los indios en el Brasil, tuvo una genial inspiración. Mas no tenía en que escribir las místicas estrofas, que en súplica a la madre de Cristo acudían a su mente. El poeta, ante el peligro de que se le olvidaran sus versos, grabó con la punta de un cuchillo en el tronco de un árbol las estrofas de su Poema Marianun, tan célebre, y allí se las aprendió de memoria hasta que, libre del cautiverio, les dio publicidad. Sin el providencial auxilio del árbol, la producción del Padre Anchieta, esa joya literaria que es elogiada por el Mundo entero, hubiese quedado desconocida. El Gobierno del Brasil, reconociendo el mérito del poema y el talento de su autor, ha acordado recientemente conservar el árbol como monumento nacional y erigir una estatua al insigne tinerfeño.
Como dije al principio, los países más cultos son los más esforzados defensores del arbolado. Precisamente –y no creamos en una casual coincidencia– en las naciones donde menos se preocupan de este problema es donde más se destacan estas dos características del atraso popular: la poca población relativa y el analfabetismo. La primera, consecuencia de la pobreza que necesariamente ha de sufrir un país sin arbolado, que obliga a los habitantes a vivir aglomerados en las poblaciones y huir de los campos áridos, inhospitalarios y a emigrar a otros países más acogedores. Y la segunda, causa y efecto al mismo tiempo del descuido por el fomento del arbolado o del incivil empeño en destruirlo.
Y digo que el analfabetismo es a la par causa y efecto de la destrucción del arbolado o de la indiferencia por fomentarlo, por razones muy sencillas: es causa, porque habiendo cultura, siendo lo bastante instruido un pueblo, estaría convencido de las ventajas del arbolado, y cada ciudadano sería su defensor decidido; y es efecto, porque una de las razones de la falta de escuelas, de que las existentes no funcionen con toda la regularidad que debieran, con el material necesario y con la continua asistencia de los alumnos, es la pobreza del país, consecuencia inmediata, de la ausencia del arbolado.
Un ejemplo práctico. Si Fasnia, en vez de presentar ese desolador aspecto de sus campos áridos, sus cumbres peladas, la angustia constante del labrador que espera anhelante la lluvia, que a veces tarda años enteros sin venir, fuese un país poblado de árboles, y como consecuencia las lluvias fuesen periódicas, y se construyesen embalses y el riego convirtiera esas inmensas costas estériles en magníficas fincas de abundante producción... ¿se daría el triste espectáculo de ver a tantos niños, de catorce, de doce, y hasta de diez años, que en vez de acudir a la escuela tienen que trasladarse a Güímar a trabajar en los cultivos de tomates, para mitigar un tanto la miseria de sus hogares? ¿Cuanto aumentarían en valor esas inmensidades de terreno costero, si en vez de ser eriales ingratos, yermos, fuesen ricas plantaciones que trajesen el bienestar para sus propietarios, para los obreros y para el pueblo en general?
(continuará)

viernes, 26 de abril de 2013

Fiesta del árbol (I)

El Campo fue un periódico propagandístico del arbolado y de las prácticas agrícolas, editado por don Antonio Lugo de manera altruista y que salía de los talleres de la Imprenta Orotava, sita en calle Carrera, 24.
Del señor Lugo escribió Tinguaro (Manuel García Pérez), maestro tacorontero y fecundo colaborador periodístico:
Porque ese es el único lucro particular que dicho señor pretende, al dar a luz su simpático periódico El Campo. Y ese lucro, ese interés singularísimo, lo obtendrá seguramente el señor Lugo y Massieu. No habrá nadie que pueda arrebatárselo.
El Campo merece de todas las personas cultas una acogida cariñosísima, y su fundador los plácemes más sinceros.
Dichoso el que puede dedicar parte de su tiempo y su dinero a cosas de tanta importancia y que tanto subliman el alma.
En el número 52, de 01 de marzo de 1929, en las páginas 21 a 32, hallamos:
A continuación tenemos sumo gusto en publicar íntegro el notable discurso pronunciado en dicho acto por el culto maestro nacional e inspirado poeta don José Galán Hernández, alma del festival y uno de los más entusiastas defensores del arbolado del Magisterio canario, al que alentamos sinceramente para que continúe laborando en pro de tan noble causa.
«Hoy celebra el pueblo de Fasnia una de las fiestas que son más demostrativas del afán de progreso y cultura que preocupa a todos los países: afán de adelantos, de innovaciones, de inquietudes por un porvenir, que sean, al mismo tiempo, arrepentimiento por las equivocaciones pasadas y promesa de realizaciones para el futuro.
Esta fiesta presenta, además de las características propias, las de ser la primera de esta clase que se celebra en este pueblo, y las de verse honrada con la asistencia del señor delegado gubernativo y de los señores ingenieros agrónomos así como con la del señor inspector de Primera Enseñanza, a todos los que atentamente saludo.
Igualmente hago extensiva mi salutación a las autoridades locales y al vecindario en general, que, con su asistencia y cooperación al acto, dan la nota de brillantez y civismo, demostrando que se han compenetrado de la capital importancia de esta fiesta, a la que todos debemos coadyuvar con nuestras fuerzas y aptitudes, como amantes del progreso, como ciudadanos y como españoles.
A los compañeros maestros nacionales nada he de decir, pues de sobra saben que cuentan con mi saludo y afección, que compañerismo obliga; y en cuanto al acto, menos; igualmente que yo, están persuadidos de que al cooperar a esta fiesta no hacemos más que cumplir con una obligación moral y material; pues aparte de ser un acto recomendado por una sabia disposición legal, y, por lo tanto, que establece un mandato para todos los funcionarios, para nosotros, para los que nos honramos con tener a nuestro cargo una misión tan elevadísima y difícil como es la de educar e instruir a los niños, la de preparar al ciudadano del mañana para que entre rebosante de entusiasmos, de energías y conocimientos por la puerta de la sociedad futura, constituye esta fiesta algo nuestro, algo completamente ligado a nuestros desvelos profesionales sintetizando: algo comprendido en las materias de enseñanza, en el terreno pedagógico.
Y a los niños, a esos ciudadanos en formación, esperanza de la sociedad actual, a ellos es a quien debería de dirigirme en mi disertación, que por ellos es por quien se hace esta fiesta, principalmente; pero al revestir el acto un carácter distinto del puramente escolar, forzosamente se han de usar términos, se han de exponer conceptos e ideas que no están al alcance de las inteligencias infantiles.
Por eso, si la Fiesta del Árbol se celebra una vez al año, las autoridades locales, con la cooperación de los maestros nacionales y de otras personas que generosamente se presten a ayudar, deben organizar a menudo fiestas en pequeño, paseos, excursiones, conferencias de carácter esencialmente infantil, exclusivamente escolar.
En esas pequeñas fiestas, pueden darse sencillas conferencias a los niños sobre la utilidad del arbolado, o hacerse excursiones a regiones donde abunden los árboles y allí, prácticamente, darles explicaciones, o visitar los lugares donde los niños han plantado arbolitos, para que se encariñen con ellos, para que los amen como obra suya que son. Esto, aparte de las enseñanzas de arboricultura que se pueden aprovechar, al hacer experimentos, limpiando, podando o injertando los mismos árboles que plantaron.
La Fiesta del Árbol va ya imponiéndose hasta en los pueblos más apartados, en los más refractarios hasta hoy a las leyes y corrientes del progreso universal. Precisamente en esos pueblos, en los que la cultura no ha llegado al grado que debiera llegar, es donde más falta hace esta cruzada en pro del arbolado; en donde las corrientes del progreso en todas sus manifestaciones han marcado las huellas de su paso bienhechor, no es tan necesaria la celebración de esta fiesta: que la cultura lleva en sí el convencimiento de la necesidad de defender al árbol, por conveniencia, por estética y hasta si se quiere, por romanticismo, que no todo ha de ser guiado por el materialismo grosero...
(continuará)

jueves, 25 de abril de 2013

Se puede pasar

“¿Quiere usted saber, lector amigo, que fue lo primerito que procuré indagar el día que se me metió en los cascos la idea de hacerme Maestro? Pues se lo diré a usted en dos palabras: los derechos que iba a obtener.
Las cosas al revés, ¿verdad? Pues parece lógico que al decidirse por una profesión lo primero que se debe mirar es las obligaciones que se van a contraer, y en virtud de ellas las recompensas que se tiene derecho a reclamar. Pero yo no señor. De los deberes no me acordé en aquellos momentos. Se lo confieso a usted con toda franqueza. Y me parece que es achaque este muy español. Primero los derechos, después los deberes.
Luego de estar en posesión del título de Maestro elemental –díjele a un amigo Maestro–, hacer oposiciones e ingresar en el escalafón, ¿qué sueldo tengo derecho a percibir?
–Mil pesetitas –me contestó con aplomo el interrogado.
–¿Y hasta cuántas más puedo llegar si Dios me da vida? –le añadí.
–¡Ah! –repuso entusiasmado el amigo –puede Vd. llegar por ascenso hasta cuatro mil pesetas.
–¡Cuatro mil pesetas! –exclamé en arrebato de alegría.
–Si, señor, cuatro mil pesetas puede Vd. llegar a ganar si va Vd. mandando Maestros para el otro barrio hasta dar acceso a la primera categoría, que es la meta del Magisterio.
Con la misma franqueza que le indiqué al principio le digo a Vd., lector, que se me hizo la boca agua y estuve un rato como transportado en un éxtasis de delirio febril, contemplando cuatro montones de a mil pesetas, constantes y sonantes, ganaditas por mí en un año de labor escolar. Y tal vez en ese éxtasis hubiera permanecido no sé hasta cuando si no me hubiera sacado de él un recuerdo ingrato, que ya comienza a echar por tierra todos mis cálculos: el haber nacido en el año sesenta y seis.
Pero así y todo, aunque desistiendo –como el pretendiente de doña Leonor– de prolongar mi carrera hasta llegar a la categoría de cuatro mil pesetas, eché mano a los libros y púseme a estudiar como un desesperado, fija la atención en mis mil pesetas de ingreso y en mis ascensos, que a mi me parecía que se habían de verificar con una rapidez de relámpago.
Excuso decirle a Vd. que recibí la mar de desengaños durante el curso de mis estudios, porque a veces trataba de recordar lo que había estudiado el día anterior, y lo que se me venía a la memoria era la figura del número seis repetido. Y después se me ponía un martilleo dentro de la caja craneana que no cesaba de repetir: 66, 66...
Pero de cualquier manera, dando tumbos acá y allá, híceme, más bien dicho, hiciéronme Maestro elemental este mismo año, que para bien sea. Y aquí me tiene Vd. en perspectiva de destino y estudiando siempre como un adolescente para ingresar si puedo en cuanto haya oposiciones. ¡Qué diablo! Todavía puedo trabajar veinte años más si no me entra antes algún calambre de esos de los que no se repone uno nunca.
Pero ahora estoy notando unas discusiones y unas cosas que no me hacen maldita gracia, y supongo que lo mismo les pasará a todos los Maestros chiquitos. Refiérome a la versión que se está propagando de que los Maestros elementales no podemos pasar de 1.100 pesetas.
¿Habrase visto? ¿Quién se lo dijo a los compañeros que tal piensan? ¿En virtud de que disposición no pueden pasar de mil cien pesetas los Maestros elementales? Y si existiera, alguna ley que así lo determinase, ¿sería justa esa ley? ¿No habría entonces que combatirla hasta echarla abajo? ¿No desempeña el Maestro elemental, en lo que a labor escolar se refiere, las mismas funciones que el Maestro superior? ¿Por qué entonces se está haciendo atmósfera para ver de estancarle en la ínfima categoría de 1.100 pesetas?
Que el Maestro elemental no pueda desempeñar Auxiliarías de Normales, Direcciones de graduadas e Inspecciones de primera enseñanza se explica muy bien, tanto por razones que no hace falta enumerar como porque alguna ventaja ha de tener el Maestro superior sobre el elemental; pero pretender reducirlo a los comienzos de la carrera, ahora que se empiezan a iluminar los horizontes del Magisterio, y máxime habiéndose cerrado ya la puerta del grado elemental, eso ni tiene explicación ni es legal hasta hoy ni mucho menos es ni puede ser justo.
Algunos compañeros de la Península han escrito en la prensa profesional pidiendo una ley aclaratoria, ¿pero qué aclaración quieren? ¿No es bastante con que haya Maestros elementales que anden ya por las categorías de 1.100 para arriba, y con no existir ninguna ley vigente que explícita ni implícitamente prohíba al Maestro elemental el acceso a todas las categorías.
Algunos pretenderán ver en ciertos reales decretos una prohibición implícita de dicho Maestro a las categorías superiores, pero ello no es más que el fruto de interpretaciones erróneas. En cuanto al particular se refiere, el Maestro elemental goza hoy de los mismos derechos que el Maestro superior, y de creer es que siga en posesión de los mismos, puesto que el Estado no va a ser un Dios para unos y un diablo para otros”.
Lo firma un tal Tinguaro (Manuel García Pérez) en Los Naranjeros (Tacoronte) y que publicado en Eco del Magisterio Canario, periódico de instrucción pública y órgano de la asociación provincial del magisterio de primera enseñanza (La Laguna, 22-noviembre-1914, páginas 2 a 4), apareció con idéntico titular al que en este post dejo reseñado.
De este hombre (también fecundo colaborador periodístico), de José Galán y de Clara Eugenia Yanes, maestra de Buenavista durante 44 años, habría que publicar algo. ¿A quién le sobra dinero? No, por favor, no te molestes. Gracias.

miércoles, 24 de abril de 2013

Hoy, de cotilleo

No acierta una nuestro hombre. Y nos había prometido portarse bien. Pero a las primeras de cambio va y nos suelta: “Pronto estaré dando guerra otra vez”. No aprende. Y lo entiendo, porque son tantos los agobios que se le vienen encima que difícilmente va a poder levantar cabeza. Sin embargo, hace votos para seguir al pie del cañón. O de la escopeta (nacional). O del rifle. Porque las guerras siempre tienen elementos destructivos añadidos. Si el plan cumple los plazos establecidos, en unos meses vuelta al continente africano. Y no sería mejor, pienso, y nos costaría mucho menos, el regalarle una carabina de aquellas que disparaban un corcho amarrado con un hilo para que no se nos fuera muy allá. Después, lo soltamos en Cabárceno y que se explaye. No he reproducido el nombre por respeto constitucional (mientras no cambie), pero tú sabes quién corre detrás de los elefantes (muertos) para sacarse la foto. Bueno, en Italia, con República, no las tienen todas consigo y el jefe romano es más viejo todavía. Casi nonagenario. Y Rubalcaba frotándose las manos.
Una sentencia ha dictaminado que no ha habido delito contra la intimidad en el vídeo de Olvido. Que se había trabucado en el manejo de la pestaña (le dio al play antes que al stop) y se grabó todita por sus partes íntimas. Y la justicia (toda la plana, incluido la defensa, ojeaba, y hojeaba, Interviú para comprobar si las pruebas eran dignas de crédito) estimó, con muy certero criterio, que la ropa es un estorbo. Cuestión harto sabida, por cierto, hasta en las tribus más remotas de la selva amazónica. Como el fallo no cuestiona el que uno hace con su cuerpo lo que le viene en gana (ay, si no fuera por estos colgajos), el magistrado concluye, con atinada puntería, que la señorita Hormigos puede seguir cobrando por sus destapes, pero que no pretenda ponerle puertas al campo.
Se volvió a caer la Duquesa de Alba en la capital italiana, a donde había ido a darse un garbeo con Alfonso y, de paso, comprarse un cristal de Murano para un ventanillo de uno de los cuartos de baño. Se fue de bruces la buena mujer y casi deja el suelo como cuando se le fragmenta el parabrisas a un coche. Recuerden que ya en 2011, creo que recién casada, otra caída le provocó fisura de pelvis. Nunca se llegó a saber si por el esfuerzo de agarrar al mozalbete heredero en su intento de realizar el salto del ángel. En este nuevo tropiezo se ha roto la cabeza… del fémur. Y a esas alturas de la vida no sabe uno qué puede ser peor. Porque soldar, lo que se dice soldar. Algún gen debe fallarle a la señora porque sus congéneres son bastante elásticos. Jamás he visto uno con escayola.
Un titular reflejaba: “Casi todo el gofio que se consume en el Archipiélago proviene del extranjero”. Ignoraba yo que mi amigo Eduardo ya estuviera desde Alemania mandando pellas por esos mundos de Dios. Viene todo esto a cuento por la manía de redactar el encabezado informativo con una alegrías dignas del mayor de los rechazos. Una cosa es que compremos los cereales allende los mares y otra bien diferente el que hayamos cambiado los molinos de lugar, con lo que pesan las piedras que trituran los pobres granos. Soy consciente de que los chinos lo copian todo y acabarán desayunando sus buenas escudillas de leche de cabra con gofio, pero por ahora dejen que las industrias de Icod el Alto y La Orotava, por la cercanía, sigan envasando la harina de maíz tostado, que diría Vieira.
Una empresa holandesa está buscando voluntarios para irse a vivir a Marte para siempre jamás, es decir, para ser marcianos toda la vida. Eso será en 2023. Y en esa fecha andaré por los setenta y tantos, por lo que lo mismo me apunto. Allá arriba, con otras condiciones de gravedad, me sentiré más liviano y puede que me rejuvenezca un fisco. Lo peor que llevaré será lo del solajero por lo que tendré que comprarme un sombrero de ala ancha. Nos pareceremos todos, al poco tiempo, con esos extranjeros –allí también lo seremos hasta que nos concedan la nueva nacionalidad– que se achicharran el primer día de playa y están todas sus vacaciones como tomates tirando a ketchup. A los pocos años, me imagino, volverán a resplandecer las películas del Oeste. Tiembla, Almería.
Bueno, me voy a ver Telecinco. Hay que mamar cultura, que no todo pueden ser libros. Me han soplado que Mercedes Milá, aparte de enseñar anatomía, se dedica a dar clases de vocabulario y lexicografía. Eso está bien, hay que aprovechar todos los recursos didácticos.

martes, 23 de abril de 2013

La Gorvorana, ¿ahora?

Tras unos días de intenso calor, que parece va remitiendo, y que no supuso hándicap alguno para que el catalán Agusti Roc subiera de El Socorro a la cima de El Teide en el mismo tiempo en que yo llego de Los Rodeos a Barcelona (cada uno en el medio de transporte que estima menester), te cuento un par de cosillas de las que uno se entera metiendo la nariz aquí y allá.
Lo primero que me llamó la atención fue el que hayan tenido que dispensar tratamiento psicológico a los osos pandas que habitan la zona china en la que hubo un fuerte terremoto hace unos días. Y me pregunto si no nos estaremos pasando con determinados modismos. Cuando yo estaba en la escuela, el maestro resolvía la mayoría de conflictos y problemas con un buen cogotazo. Medicina que probé en más de una ocasión y aquí estoy para contarlo. Receta que, igualmente, puso en práctica un compañero alférez médico en Hoya Fría ante el supuesto ataque de ansiedad de un recluta. Y escribo supuesto porque al afectado se le quitó la llantina a una velocidad de vértigo. No creo que el optalidón de aquella época hubiera causado una cura tan rápida.
Ya sé que más de uno ya me está calificando de manera generosa. Pero me consuelo pensando que habrá algunos más que piensan, como yo, que hay mucha bobería en la sociedad actual. Y surge el psicólogo como la panacea de todos los quebrantos. ¿O no?
Como antes dije que un par, vamos con la segunda. Los medios de comunicación se hicieron eco de la denuncia que realizó el portavoz (no sé si titular o suplente) de Coalición Canaria en el ayuntamiento realejero, José María González de Chaves, acerca de la lamentable situación en la que se halla la Casona de La Gorvorana. Pretendió esta formación política esconder a Oswaldo Amaro, anterior alcalde durante dos mandatos, amén de otros tantos como concejal, pero les salió el tiro por la culata. No tardó ni quince segundos Adolfo González y Pérez-Siverio para saltarle a la yugular (es un símil), recordándole que echara la vista atrás por si atisbaba en el periodo de ocho años cómo algunos de sus compañeros ‘habitaban’ dependencias conocidas en un edificio de la Avenida de Canarias.
Sería conveniente señalar algo al respecto. E intentaré dejar a un lado razones de tipo sentimental y centrarme en dictados de la razón. Si mal no recuerdo la Casona pasó a ser propiedad municipal allá por 2001, merced a un convenio con los propietarios de la finca. El ayuntamiento se quedaba con las ruinas (sumen la zona de la ermita, El Bosque –que se han cargado asimismo– y el espacio, costado este de la casa, donde hoy se encuentra el parque) y, a cambio, se declaraba suelo urbanizable todo lo que fueron extensas plataneras, y que un servidor regaba en los periodos vacacionales del Colegio San Agustín. ¡Ay, si escribiera mis memorias!
Cuando José Vicente, alcalde en ese tiempo, dio a conocer la buena nueva, le indiqué si tenía un saco de billetes de quinientos euros escondido para poder acometer la reforma del inmueble. Sí, esos que ahora Rubalcaba quiere eliminar para que aflore el dinero negro, como cuando redujo la velocidad en las autopistas a 110 para acabar con los accidentes. El señor González Hernández, más preocupado en esa última etapa de su mandato en empatar su retirada con la jubilación docente, no prestó la más mínima atención. Mientras por un lado se urbanizaba, por el otro se desmoronaba.
De 2003 a 2011 gobernó CC. Y Amaro se limitó a mirar al cielo por si caían los millones prometidos. Mientras, en La Gorvorana, el mirador, el tejado del ‘cuarto de la paja' –la que se comían los animales, por si acaso– la azotea del noreste, la tronja… también se caían a cachos. Pero olvidan los gobernantes actuales que deben asumir idéntica cuota de responsabilidad por el pacto habido en el primer mandato de Oswaldo. No creo que estés olvidado, Manolo, y hayas dejado a Adolfo emitir un comunicado en el que obvia estos cuatro años. El PSOE permanece en silencio porque sabe igualmente que CC solo gobernó en solitario el último periodo de su segunda etapa consistorial. Cuando mandó para el coño, perdón, cuando mandó para el otrora empaquetado de La Gorvorana –la construcción que se cargó todo el patio y la entrada de piedra natural (¿alguien dio los permisos?)– el monumento de la discordia, ese que ahora luce, sin agua (la condenada crisis), en el polígono industrial.
La Casona ya no tienen solución. Es imposible. Se levantarán voces y habrá quejas y lamentos, pero no hay, ni habrá, dinero para remendarla. Está abocada a su desaparición. Que me temo sea de la manera más trágica, como en tantos lugares y épocas pretéritas ha ocurrido. En estos momentos ni siquiera la iniciativa privada será capaz del acondicionamiento para su explotación. No me preguntes de qué. Se me agotaron las ideas y los posibles.
Los que fueron sus últimos propietarios, como el responsable de estas líneas, habitaron aquellas dependencias. Si en aquellos primeros años posteriores a la firma del convenio urbanístico se hubiesen puesto a vivir en la propiedad algunas familias, como se llegó a proponer, al menos se habría mantenido y las visitas indeseables, incluyendo pintores y fogueteros, no fueran protagonistas de nuestra historia.
A esperar el desenlace, no queda otra. Ojalá no tenga la oportunidad de contemplarlo. Lo mismo no sería capaz de controlarme.

lunes, 22 de abril de 2013

Comprometidos con Los Altos

“Se hizo un poquito largo”, comentaba una señora cuando descendía por la escalinata del ayuntamiento villero. Sentí ganas de replicarle con un ‘muchito’, pero me contuve. Las campanas del reloj de La Concepción señalaban las diez de la noche. El toldo que cubre la plaza era –es– muestra inequívoca de los prolegómenos para la confección de la alfombra. Los músicos (que pusieron el broche) corrían por las pinas calles hacia sus coches porque se les hacía tarde.
El acto había dado comienzo a las ocho en punto en el Salón Noble de las Casas Consistoriales. Se presentaba la obra titulada Comprometidos con Los Altos. Sí, Los Altos con mayúscula. Porque fueron demasiados los años que estuvieron en minúscula. Y tanto que parecía no existiesen.
Con Álvaro Hernández Díaz como maestro de ceremonias, y en un salón de plenos abarrotado de público, tuvo lugar este pasado viernes el acto de presentación en sociedad de una publicación en la que se da norte del esfuerzo y trabajo, por el bien del pueblo y sus gentes, de cuatro personas implicadas hasta la médula en pro de la igualdad de unos vastos sectores poblacionales que vivían hace unas décadas en la mayor de las miserias e ignominias. Fueron ellos, Víctor Rodríguez Jiménez, María Nélida Sarmiento Suárez, Francisco Sánchez García y Santiago Palmero García.
Intervinieron Francisco Linares, primer teniente de alcalde y concejal de Cultura; Juana Teresa González Pérez, en representación de la Asociación DonVíctor; Cristina Valido García, consejera del Cabildo de Tenerife, quien tuvo el cometido de la presentación de la obra en un magnífico y bien trazado discurso en el que intercaló vivencias personales con pasajes recogidos en el libro por los diferentes colaboradores que aportaron los textos; e Isaac Valencia Domínguez, alcalde de La Orotava, que…
Te preguntarás el porqué de los puntos suspensivos. Es que me puse a pensar. Creo que entre todos vamos a poner de moda ‘las cosas de Isaac’. Y lo enlazo con la frase de la señora a la que aludí al principio: un poquito largo. Como al final siempre se arma el rebumbio de rigor y un servidor arranca la caña con pasmosa facilidad, no tuve tiempo de ofrecerme al regidor municipal para comprometerlo y, él con la narración y yo con la escritura, plasmar en una ’enciclopedia’ (en dos o tres tomos va a ser imposible) avatares y vivencias acaecidas en La Villa (el mejor pueblo de Canarias, y el que me demuestre lo contrario que me lo diga) en algo más de treinta años.
Ameno fue, sin duda. Pero ya más de un culo inquieto se removía en la silla. Y menos mal que no cumplió su ‘amenaza’ de estar hasta la mañana siguiente: “si yo contara”. Desde la llegada de don Víctor a Los Salesianos allá por el lejano 1948, pasando por aquella mesa con dos tablones de novopán en la que se celebraban las sesiones plenarias, hasta el cambio radical que han sufrido los barrios desde el advenimiento de la democracia (te corrijo, amigo: todos los pueblos, no solo el tuyo; que mi Realejo, al lado del poniente, con sus Llanadas, Palo Blanco, Icod el Alto… también estaba hecho un asquito), fue desgranando en fluido relato –se le notaba a gusto y recuperado del achuchón– el cómo de la transformación. Y háganme el favor de no criticar a Juan en Benijos. No sé a qué se refería, pero Dóniz, socarronamente, sonreía. Tampoco consideré oportuno indagar mucho más allá de la anécdota espontánea.
Y ustedes se preguntarán qué pintaba este realejero en el ‘fregado’. No se preocupen, yo también. Aunque intento aclarártelo: “Luis Melo (coordinador de la edición), como en otras tantas ocasiones, me llamó para preguntarme si podía ayudarle en un nuevo proyecto”. Y así comenzó todo. La original tarea de echar una visual a los textos, acabó con la redacción del prólogo. Y no pude regatear la proposición y me correspondió el honor de ser el primero en alongarme al volumen.
Debo felicitar muy efusivamente este tipo de iniciativas. Es libro de obligada lectura. Para las gentes de los altos, porque han sido los protagonistas del cambio radical de la sociedad. Dentro de mi ateísmo, a Dios gracias. Para las gentes de los bajos, o los cascos, para que comprendan que había otros mundos no tan agraciados; y no tan lejos. Aquellos que ni siquiera estaban, a decir del alcalde que acompañaba a Suárez; sí, seres ocultos en la inmensidad tenebrosa de las noches de quinqués y palmatorias.
Se congratula uno, además, de haber saludado a algún pariente. Porque mis ascendientes eran, asimismo, de esa zona deprimida hasta ha bien poco. Que bajaron al cultivo de la platanera y fijaron su residencia más hacia la costa. Pero que el espíritu campesino siguió marcando huellas indelebles. Perdigón y Yumar, dos apellidos que los descendientes hemos perdido, pero que permanecen adheridos en los genes. Pero eso no toca hoy.
Enhorabuena Luis (Eusebio) porque todo salió bien. Parabienes a los que intervinieron en la presentación y a los que colaboraron con textos y fotos. Y tú, estimado fisgoneador de Pepillo y Juanillo, compra el libro. Solo son diez euros. Y contribuyes a una noble causa. Porque la Asociación DonVíctor (sí, todo junto) contempla entre sus objetivos el ‘seguir echando manos’, como muy bien les dejó marcado su maestro.
También se presentará, a finales  de mayo, en La Palma natal del cura salesiano. Para que las gentes de Todoque, allá en Los Llanos de Aridane, puedan volver a sentirse orgullosos de su paisano.
Si hasta aquí llegaste, gracias infinitas. No por sumarme una visita más, sino por el contenido que se ha dejado retratado. ¿Lo has comprobado? También sé escribir de algo diferente a la política. Que te crees tú eso. El comentario de hoy fue de POLÍTICA, la de la generosidad y amplias miras.

viernes, 19 de abril de 2013

Sube la temperatura

No podía ser de otra manera. Y no me refiero a la atmosférica, para lo que se ha declarado la alerta correspondiente. Asunto del que ya sabes mi parecer: demasiadas para cualquier cambio del clima. Llueve: alerta. Viento: alerta. Calor: alerta. Frío: alerta. Debe ser que la eterna primavera nos tiene trastornados. Pero a la que yo me refiero en la presente ocasión es a la corporal. O lo que es lo mismo: estamos calientes. Mejor: nos tienen calientes.
Me aconsejan los amigos que no escriba de política. ¿Y cómo? Si la política lo es todo o está en todo, hasta en la sopa, y si es boba, mejor. Mira, yo te expongo unas pinceladas y tú te lo vas pensando este fin de semana, y ya el lunes sacamos las conclusiones. ¿Te parece?
Fui ayer por la mañana al HUC. De chófer. Para acompañar, que se dice. Durante la espera caminé algo por el Camino de las Mantecas, La Cuesta y por ahí. Escuchaba, mientras tanto, la radio. En ello estaba cuando me columbra el amigo Juan Jesús, compañero de promoción en Magisterio, con el que hablo largo rato. Retorno a la SER y escucho la entrevista que le hizo Castañeda a la Consejera de Seguridad del cabildo herreño. La señora, como militante disciplinada del PP –a pesar del pacto con el PSOE en la isla–, arremete contra el Gobierno de Canarias por no ofrecer cobertura a la próxima Bajada. Algo que después, al leer la prensa en casa, desmiente la parte acusada con un desparpajo de no te menees.
Y ahí voy, a ese pasarse la pelota de manera tan descarada y obscena que de ser yo el periodista lo mismo no me controlo y los llamo mentirosos. A los unos y a los otros. Porque no me negarás, estimado fisgoneador, de que se ríen miserablemente de nosotros. Lo mismo estiman en su fuero interno, cuando sueltan tales lindezas, que no están convenciendo, que somos idiotas. Bueno, en realidad lo somos.
Llevamos décadas soportando gobernantes que lo único que saben hacer es culpar a los anteriores de todos los males habidos y por haber. Así, entre pitos y flautas, amén de cobrarlo bien, transcurren los cuatro años y como no se les ocurrió gestionar como lo tenían que haber hecho, pues para tal menester los elegimos, deciden reengancharse para poder concluir, eso alegan, lo que tienen proyectado. Y así se eternizan.
Siempre he sido enemigo de legislar para todo. Ya sabemos que no por muchas leyes la sociedad funciona mejor. Soy partidario del hablando se entiende la gente, o del vale más un mal acuerdo que un buen juicio. Aunque dada la cortedad de los políticos, lo mismo es conveniente regular su paso por la cosa pública. Clavijo, el alcalde lagunero y máximo dirigente de CC en la isla, propone un periodo de ocho años al frente de las administraciones públicas. Domínguez, alcalde realejero y máximo dirigente del PP en la isla, al contrario, estima que esos ocho años deben ser en el mismo cargo público. ¿Y el PSOE? No sabe, no contesta, porque ellos dependen. Menos el amigo Ignacio, alcalde matancero, al que le sobra el carisma añorado en demasiadas poblaciones.
Los primeros síntomas de fiebre semanal que comenzaron a notarse cuando Cospedal abrió la boca, continuaron in crescendo con la movilidad exterior de la singular Báñez, el negociete inmobiliario de Pujalte, la duchas frías del yogurtero Cañete y culmina –ya vamos por cuarenta y tantos grados– con la muy ‘popular’ ley antidesahucios. Ya apagué el receptor y regresé para este Norte en un día raro de niebla y de sereno.
Pienso echarme la siesta y vuelvo a caer en la tentación: enciendo la tele, la canaria, con mi admirado Daswani. Ahora caigo, hace tiempo que no hablo con Estíbaliz, su puesta en escena no cae en un horario adecuado para un servidor. Pero bueno, a lo que iba. Acaba el telediario autonómico y cuando van a ‘pegar’ los deportes me paso para el telecanarias de la 1. Me entero de que el ayuntamiento de Las Palmas concedió unas subvenciones  a varias ONGs y me suelta la locutora (esa que la tienen para todo, Cristina Almandós, con sílaba final muy canariona) que una de las organizaciones quería el dinero concedido “para mujeres”. Chacho, me quedé de piedra, es decir, petrificado. Cómo es posible que Cardona permita estas licencias. Luego me di cuenta de que había pensando mal. Aunque ella no se expresó tampoco muy allá.
Concluyo la semana con el partido socialista. Que nos sigue sorprendiendo. Hasta en Tacoronte, donde Carlos Medina parece sentenciado. Lo mismo tengo que mandarle otra vez el romance de las turroneras para que se endulce un fisco. De mi pueblo he renunciado motu proprio a saber algo. Por tierras afuera comienzan movimientos orquestales en la oscuridad. “El PSOE no está en eso”, dijo Rubalcaba al ser preguntado sobre su relevo. Y tiene razón, en estos instantes está en primaria, si no en parvulitos. Y añadió: “El problema no es quién va a encabezar el PSOE”. Pues sí, Alfredo, además de todo, también ese en un dilema, y grave, casi tanto como la situación de la organización. Estás empeñado –hecho que acontece en otros ámbitos– en que si sueltas el asidero la debacle va a ser catastrófica. Y yo te demuestro científicamente cuando tú gustes que tu marcha va a ser un alivio y un bálsamo para los desencantados votantes, que lo mismo recuperan unos gramos de confianza. Al tiempo, puede que al PP se le incrementen las preocupaciones. En estos momentos son necesarias ingentes dosis de ilusión. Como tu crédito está agotado, al igual que el de bastantes dirigentes de otras tantas instituciones, el dejar pasar el tiempo solo servirá para ahondar heridas y brechas. A no ser que el consuelo (político) se reduzca a pactar con IU, cuando Cayo los llame para completar mayorías allá donde les haga falta (a ellos, claro).
Ya me la gané otra vez. Este post no gustará a quienes la venda no les permite lavarse los ojos. Sin necesidad de espejuelos. Y me acusarán de soliviantar a las masas. Es la fiebre. Protéjanse.

jueves, 18 de abril de 2013

Las mozas populares

A doña Soraya Sáez de Santamaría le parece mal que la gente se manifieste ante su casa porque tanta bulla puede causarle un trauma a su hijo. Y no deja de tener razón la estimada señora, porque los niños nunca deben pagar el pato por los deslices de los mayores. O comerse el marrón, que asimismo se menta. Lo malo es que las cuestiones siempre pueden tener varias lecturas y estar sujetas a diversas interpretaciones. Doña Soraya merece nuestros respetos y las mayores consideraciones. Aunque no debe olvidar que el llevar adherido un cargo público hace más difícil el intentar separar las etiquetas ante casos flagrantes, como puede ser la desesperación de quien ve negro su futuro por la voracidad de quienes nos consideran meros números.
Si la señora Sáez ha creído sentirse amenazada, debería, en justa correspondencia, ponerse en el pellejo de los que le gritan y reclaman otros tratos menos discriminatorios. A ella, a buen seguro, los bancos no la pondrán jamás en ese brete. Y bien haría, ante las medidas restrictivas que nos acogotan por mor de los alegres deslices cometidos por los que ahora intentan descargar culpas en aquellos que éramos meros espectadores, en ser capaz de pensar, siquiera mínimamente, por hombros ajenos. No le vendría mal. Incluso me atrevo a sugerirle, y no es la primera vez, que no acuda, por favor, a las ruedas de prensa con esa sonrisita angelical para anunciarnos las nuevas medidas restrictivas. Parece indicarnos a los que la observamos con estupor que o bien se ríe de los que sufriremos las consecuencias, o, quizás, más benévola, solo piensa que a usted no le va a tocar. Guatemala, una; guatepeor, la otra.
Doña Dolores de Cospedal es el típico ejemplo de quien cobra una pasta gansa por hacer otro trabajo distinto. Me explicaré. Deberá tener asignado suculento sueldo por ser presidenta de Castilla-La Mancha. Pero señálame cuándo la has visto salir en la tele para explicar algo de su comunidad autónoma. Nunca. Siempre nos saluda como secretaria general de su partido y como tal nos deleita con jugosas declaraciones. Un día, el otro, y el siguiente. Y lo mismo también cobra por tal menester. Con lo que el escándalo rayaría la obscenidad.
Sostiene que son meras excusas vagas las que esgrimen todos aquellos que no pueden –según ella, no quieren– pagar sus hipotecas. Y pone de ejemplo a los sufridores y abnegados votantes del PP que prefieren dejar de comer antes que negarse a cumplir con sus obligaciones ‘confiscatorias’ (antes se conocían como fiscales). Habrá pensado que si se mueren (de hambre), la deuda queda zanjada y los familiares vivirán felices para siempre jamás, aunque deban acudir cada semana con el ramo de flores al cementerio. Una muerte en acto de servicio y que pague el seguro.
Doña Australia Navarro –hoy sin parecidos– soltó la tercera guinda: “Turismo y petróleo son compatibles”. Esta señora debiera ser ascendida. No puede seguir vegetando en Tebaldo Power. Su padrino tiene que llevarla a Madrid. O más lejos, si posible fuere. Se está perdiendo un potencial increíble.
Señora Navarro de Paz: no provoque usted estas guerras. Leo en su currículum que es Diplomada en Derecho Matrimonial. Pues haga el favor de no causar estos divorcios con la ciudadanía. No sea incendiaria, que para eso están las refinerías. Y el ministro de Industria y Turismo. Que lo deja claro, como su propio nombre indica. Aunque también lo pudo haber sido de Pesca y Alimentación.
Pero mire, pensándolo mejor y para que vea que no le tengo manía, voy a estar de acuerdo con su planteamiento. Tiene razón. Perfectamente compatibles. Y nos ahorraremos el bronceador. Saldrán los alemanes, incluyendo la Merkel, negritos que da gusto para tierras teutonas. Nada de rojos como tomates, tiznados hasta las fosas nasales. Y todo en el mismo paquete. Será un todo incluido que marcará huella. Hablaremos con Nacho para que busque un eslogan adecuado. Él sabe bastante geografía. Que junto a su fina elocuencia… Ños, parece que lo estoy viendo.

miércoles, 17 de abril de 2013

El guía

Los medios de comunicación marcan pautas realmente raras. Convierten en acontecimiento aquello que pueda producir rentabilidad en términos de audiencia o lectores, y soslayan hechos de manera alarmante según sea el país de procedencia. Poco importa lo que está ocurriendo en Siria, donde la masacre adquiere tintes de alarma mundial (los fundamentalismos religiosos conducen a desgracias tales, alegarán como descargo), que haya habido un terrible terremoto en Irán (que se fastidien, ya están acostumbrados), mientras el desmayo de la Pantoja o las bombas de Boston sí merecen trato preferente. Se me indicará que son las ópticas, la conveniente selección ante la avalancha informativa o cualquier otro motivo. Y soy consciente de que no es nada fácil. Pero se les ve demasiado el plumero.
Dejo a un lado el tinglado electoral venezolano, con un gobierno español decantado por Capriles y un Maduro advirtiéndole que se meta en sus asuntos. Me pregunto para qué tanto observador internacional si luego caemos en estas tentaciones. ¿Pucheros? Me quedo con el canario, pero los hay en todas partes, y cógelo como te venga en gana.
Paso de puntillas por la singular Isabel, a la que jamás le dio lipotimia alguna cuando ponía la mano para que Julián se la llenara de billetes antes de meterlos en la lavadora. País de picaresca y golfería. Que sigan cayendo, aunque dos años se me antojan escasos. Debe ser que la justicia consideró que tenía ‘actuaciones’ pendientes (Hoy quiero confesarme y Se me enamora el alma).
Lo del alma y la confesión me vinieron como anillo al dedo. Como casi todos estamos de acuerdo en que es necesaria una reforma constitucional (hay tantos aspectos a debatir que lo mismo sale otra bien diferente), lo del estado laico clama al cielo (lo pongo en minúscula por si acaso). Porque ya está bien tener que aguantar las declaraciones de Rouco Varela. ¿Pero que se cree el señor cardenal? Preséntese a unas elecciones y cuando ostente un cargo político haga las propuestas que estime oportunas. Y en el foro en que se debatan, a quien Dios se la diere, San Pedro se la bendiga. Aquí he sido más respetuoso. El mismo que le demando a su Eminencia (creo que ese es el tratamiento correcto). Aunque también pude haber escrito lo que le espetó Nicolás a García-Margallo: métase en sus asuntos, que ya mencioné antes.
Y no es lo peor el que el susodicho pretenda marcar las pautas por las que debe regirse este país, sino que tan pronto abre la boca, la mayoría popular pisa el acelerador para complacerle en sus peticiones. Le preocupa a Antonio María (ya voy entrando en confianzas, las mismas que él se atribuye para meter la nariz donde no lo llaman) que no existe aún un anteproyecto que acabe de una vez con esa aberración del aborto. La mujer no está para eso. Su misión en la vida es parir: creced y multiplicaos. Y ya está. A cuidar chicos. Cuídate de que no te violen, por ejemplo, aunque ante tal ‘crimen’ te queda el consuelo de la maternidad y eso siempre es bonito. Se le importa un pimiento las miserias, los desahucios, el paro, los abusos. Son los religiosos del palo y tentetieso, los de las confesiones perversas, los arrimados a la erótica del poder y los que de venir aquel Jesucristo retratado en los libros que yo estudié, lo volverían a crucificar por la vía rápida, mediante juicio sumarísimo y sin la pantomima de Poncio Pilatos. Falsos y arrogantes. Dedíquense a practicar la humildad y a ponerse del lado de los desvalidos e infelices, de aquellos que no tienen nada y las pasan canutas mientras ustedes hacen ostentación reiterada de riqueza y buen vivir.
Menos mal que mientras estos lumbreras, estos monarcas absolutistas encubiertos se dedican a marcar pautas  y directrices a un ministro de justicia que se limita a justificarse alegando que a él tampoco le gustan determinadas leyes, en vez de sentenciar bien a las claras ‘lo que usted diga, don Antonio’, una pléyade de honrosas excepciones, que se traduce en un colectivo entusiasta de curas jóvenes, demuestra cada día en sus parroquias todo lo contrario. Una cosa es colaborar con los gobiernos, en los diferentes ámbitos, legalmente establecidos, y otra bien diferente el querer imponer criterios religiosos a una gestión que debe estar por arriba de condiciones. Siendo estas, además, y para mayor escarnio, del tipo de ‘esto es así, y punto’. Qué raros dictados del alma cuando chocan con las más elementales reglas del sentido común.
A don Antonio María, / si de ministro estuviese, /con respeto le diría / que su misión ejerciese / sin que mezcle la creencia / con aspectos terrenales, / no es cosa de mayor ciencia / siempre que esté en sus cabales.
Cuídense, que se comenta que va a haber un incremento notable de las temperaturas. No se expongan demasiado, como algún cardenal, que se quedan rojos como tomates.

martes, 16 de abril de 2013

Educación y enseñanza

Ayer bien temprano tuve que ir al taller porque el coche no quiso arrancar el fin de semana. La batería dijo basta y cuando la susodicha no tira, tú tampoco. Es en esos instantes cuando uno se percata del grado de dependencia tan grande que tiene. Ocurre algo parecido cuando hay un corte en el suministro eléctrico. Vas por cualquier dependencia de la casa haciendo el tonto. Porque sabes que no hay luz y tú dale que te pego accionando los interruptores. Incluso enciendes el ordenador. Bueno, lo intentas. Y pones el cortado en el microondas. No te rías, porque tú también has caído.
Menos mal que la pequeña industria aludida no se halla muy lejos del hogar. No obstante, qué empinadas son las calles, carreteras y caminos de mi pueblo. Menciono las tres vías porque hube de transitar por todas ellas. Dos calles de la urbanización en la que vivo, la carretera de Icod el Alto (hasta La Azadilla) y los correspondientes atajos. El trayecto es corto, pero llegué asfixiado. Regreso con el mecánico (transportado), garaje, pinzas, conexión, contacto… Tercer idéntico itinerario, dejar el fotingo –aprovecho la devolución de Hacienda (sin llegar) para ponerle dos zapatos nuevos (delanteros)– y retorno. Y cuarto viaje. Caminando. En prolongado descenso por La Sombrera. Qué bonitos están los campos sembrados de papas.
Tras este aperitivo, rápida ojeada a la prensa digital, paseo por las redes sociales, correos electrónicos… Me culturizo otro fisco. Me entero de que el Papa ha tenido la (in)feliz ocurrencia de recibir a Rajoy. Fuentes vaticanas dignas del mayor de los créditos (hasta ahora no me han mentido jamás) me soplan que han hablado de cómo salir de la crisis (económica y existencial, respectivamente) sin morir en el intento. Supieron aprovechar que pasaba por allí la guardia suiza, hicieron cuentas y platicaron de los paraísos.
Le llovieron chuzos de punta a Isaac Valencia por sus recientes declaraciones (las cosas de Isaac). Y no compartiéndolas, y mucho menos justificándolas, tampoco entiendo los sectarismos de los progres de izquierda que practican de manera reiterada el o conmigo o contra mí. No admiten matices. O es blanco (lo suyo) o negro (lo del resto). Y tales procederes no concuerdan con los dictados democráticos que dicen practicar.
Me entretuve, asimismo, y reconozco que esto sí es pecado, con el serial de Olvido Hormigos, ese portento que fuera concejal ‘sociolista’ de la población toledana de Los Yébenes. Que no contenta con su animado vídeo masturbatorio, ahora sigue enseñando en otros foros sus dotes y cualidades. Y cuando vi la foto de la revista Interviú, le columbré cierto parecido de la susodicha –en edades no me meto– con doña Australia Navarro, salvando también las vestimentas. Cuidado con eso, que un respetito es muy bonito. Aunque dicho lo cual, con respecto a la que aparece con las domingas al aire, a mí que me registren. Mi manejo del Photoshop es más limitado que el discurso de la mayoría de parlamentarios de Canarias, excepción hecha de Nacho González Santiago. Como siempre hay alguno desconfiado, nada mejor que ilustrar estas líneas con las dos mentadas políticas. Pues sí, se dan un aire. Como el Papa con Almunia.
Parece conveniente, ya que el párrafo anterior trata del capítulo de las ‘enseñanzas’, sumergirnos en el educativo. Hace un año exacto (16 de abril de 2012) el título de la entrada en este mismo blog era: Educar en familia. Y hacía alusión a la escasa implicación de las familias en la educación de los hijos. Sobre todo a la exigua participación en los asuntos de la escuela, que según la ideología imperante es cosa de las mujeres. Uno que sigue relacionado con ese mundo, comprueba cómo las votaciones para elegir miembros de los consejos escolares de los centros es ridícula. Es tal la desidia, que conozco casos en que ni siquiera los propios candidatos se acercaron al colegio a depositar la papeleta en la urna. Y no me vale los altísimos porcentajes en los sectores del profesorado, alumnado y personal de administración y servicios porque para todos ellos es una novelería y escaquearse del trabajo durante unos buenos minutos.
Ayer, cuando retornaba del taller, como antes te señalé, escuchaba idéntico lamento de una de las tantas entendidas que a raíz de los informes Pisa han surgido como setas. Puse entendidas pues se trataba de una mujer, pero lo mismo me hubiese valido el masculino si el comentarista hubiera sido hombre. No presumo yo de ir por el mundo discriminando a nadie. Pero me enfada muchísimo el escuchar opiniones de personas que jamás han pisado un aula y, por lo tanto, no tienen ni la más remota idea de cómo enfrentarse a una situación de las que luego presumen tener la solución para solventarla. Del dicho al hecho. Luego, con echar la culpa a la ineptitud de los políticos, asunto zanjado. Falta de ignorancia.
No caeré en la tentación de Valencia y manifestaré que jamás me he equivocado, pero el pasar bastantes años ‘lidiando chicos’ me da algo más de autoridad para comentar asuntos de educación y enseñanza (no la de Olvido), sin tanta ligereza como la de mucho atrevido suelto por esos mundos republicanos. Chacho, le estamos devolviendo con creces la ‘cacería’ al Borbón.
Hasta mañana. Y viva España.

lunes, 15 de abril de 2013

14 de abril

Ya sé que hoy es 15, pero como los fines de semana no trabajo se me corrió un día. Utilizo tal verbo porque es el que nos viene bien cada vez que el servicio meteorológico anuncia lluvias y luego no aparecen. Aunque observes esos ‘nubarrones cogiendo agua’ en esa mar océana que tenemos a nuestro alrededor. Sí, porque aquí en El Realejo te pones mirando hacia el norte y ves cómo ese aparente mal tiempo se va corriendo hacia la zona de Acentejo.
Se cumplió ayer el 82º aniversario de aquel advenimiento republicano (14 de abril de 1931, martes). No hice la excepción de rigor y no me alongué al blog para poder meditar un poco más. Para disponer de alguna hora más. Que también me valió para si programo la publicación de las entradas algo más temprano, porque me enteré de que más de uno de los que salen a trabajar a primeras horas del día quieren ir desayunados con el comentario. Eso te da una alegría…
Como la monarquía está en horas bajas (de ahí la minúscula) y en la sociedad actual se imponen ciertos modismos, resulta que ahora somos todos republicanos. Un simple paseo por las redes sociales te señala que ya no hay un juancarlista que asome la cabeza. Si la cuestión fuese tan simple, ahora mismo no estaría garabateando estas líneas porque no habría necesidad de ello, sino que el Borbón, como hizo sus abuelo en la fecha arriba mencionada, ya hubiese arrancado la caña y estaríamos presumiendo de bandera tricolor sin temor a que el ministro del ramo nos llamase a capítulo. Nada mejor, se me ocurre, que ayer mismo, tras ganar Fernando Alonso en China, la enseña e himno nacionales habrían sufrido un significativo cambio.
Insisto en que el republicanismo sobrevenido por la debacle del cazador de elefantes (14 de abril del pasado año en Botsuana, qué casualidad), se me antoja tan ficticio como el apoyo masivo al Partido Popular, hecho del que ya se arrepienten hasta los militantes menos forofos. No es bueno guiarse por prontos, sino que este debe ser un proceso meditado y profundo. Y pienso que ha de llegar. Inexorablemente. No solo porque estime que esta forma política de la Monarquía parlamentaria, que consagra la Constitución en su artículo 1º, apartado 3, sea caduca y obsoleta, sino que la familia real española no se ha hecho acreedora a que el pueblo siga pagando sus ineptitudes y aprovechamientos dudosos. Escribiré ilícitos cuando alguno de sus miembros deje de bajar la rampa palmense.
Son, junto a este, muchos los aspectos que deben modificarse en la Carta Magna. Que llegarán. Inexorablemente. Por mucho que el inmovilismo del PP y del PSOE (vaya partido de izquierdas) pretenda demostrar que los ciudadanos estamos encantados con los procederes borbónicos y con los desajustes autonómicos. Hechos que chirrían demasiado, pero que chocan con la sordera de los que tampoco quieren perder privilegios y que suelen compartir mesa y mantel en celebradas conmemoraciones. En Zarzuela o en el Congreso de los diputados.
Todo en la vida lleva su dinámica. Como la habida en la secuenciación del genoma humano. Que mento aquí por haberse dado por concluida también un 14 de abril (año 2003). Y como no por mucho madrugar se amanece más temprano, cuestión sería que ese nuevo PSOE 2015 vaya anotando con tinta indeleble que la República, la tercera, debe ser objetivo prioritario. Sin tapujos y sin falsos eslóganes del tipo ‘de entrada no’. Porque es menester separar esa odiosa etiqueta, la del todos son iguales. A pesar de que los ‘moderados’ puedan escandalizarse por semejantes giros (lo que hay que leer).
Ayer en Facebook pude alucinar nuevamente. ¿Quién verá a esos católicos, apostólicos y romanos, militantes socialistas y defensores de la educación religiosa y colegios privados, cuando, por fin, nos hallemos en un estado laico en el que las confesiones y adoctrinamientos queden en el ámbito privado de cada cual, como un elemento más de la intimidad personal? Esa República añorada requerirá un marco bastante diferente del que la Constitución del 78 nos determina.
Todo se andará. Para bien o para mal. Como Austria recuperó la independencia de Alemania en 1945 (14 de abril), o como todo un portento de la navegación hizo aguas en 1912 (Titanic, 14 de abril), o como fue asesinado Abraham Lincoln en 1865 (14 de abril), o como falleció el genial compositor Haendel (1759, 14 de abril)…
No, solo procuro informarme para luego emitir juicio. Quedará mejor o peor el post diario (de lunes a viernes), pero, como le decía a un amigo hace unos días, no lo escribo en cinco minutos ni como producto de un pronto. Cuando me saque la Primitiva –ya queda menos–, recopilaré en varias publicaciones una selección –todo lo creo imposible– de lo bastante plasmado por escrito.
Ya estamos a mitad de mes y huele a pólvora. No me gusta. Soy un realejero atípico. Pero lo pregono abiertamente. Amén de terapia es salvoconducto para que no me estén pidiendo dinero. Con el mío no cuenten. El poco existente lo quemo yo.

viernes, 12 de abril de 2013

La retirada de Isaac

Isaac Valencia anunció su retirada, como creo ya bien conocen todos ustedes, en rueda de prensa celebrada en el edificio consistorial de su Villa. Quería el alcalde agradecer las muestras de adhesión y cariño recibidas con motivo de su estancia hospitalaria a raíz de cierto achuchón sufrido meses atrás. Porque uno piensa que está bien (por fuera), pero esos mundos de por ahí para adentro son muy intrincados y un fallo lo tiene cualquiera. Menos mal que para eso están los talleres (hospitales) en los que, tras el chequeo de rigor, los excelentes mecánicos (sanitarios) nos cambian un par de mangueras y a tirar pa´lante. Lo de los tubos lo digo por experiencia, que cuando me desperté, tras el paso por el quirófano hace ahora un año, parecía un retrato de ese paisaje sureño en el que contemplas unas dieciocho mil canalizaciones para llevar el agua a los cultivos. Sitúate por Chío, más o menos.
Isaac lleva en política desde 1979. Como algo he tenido que ver en la recopilación de las andanzas de don Víctor Rodríguez –el viernes 19 de los corrientes se presenta un libro titulado “Comprometidos con Los Altos de La Orotava y Los Realejos”–, creo tener algún elemento de juicio para inmiscuirme en este particular. Mucho más cuando, por arriba de circunstancias y avatares políticos, nuestro trato ha sido siempre cordial, ameno y afectuoso. Y nos conocemos desde ha bastante. Porque coincidimos en la brega municipal durante un cuatrienio de la década de los ochenta del pasado siglo y luego, como componente de la Agrupación Folclórica de Higa, continuamos con las charlas, esporádicas pero fructíferas, en convivencias, actuaciones, incluso en un viaje a Puenteareas.
Isaac ha sido uno de los tantos que me espetó en varias ocasiones: “Tenías que haber seguido”. Pero echo la vista atrás y no me arrepiento de casi nada. Máxime al observar ciertos derroteros y derivas. Él estimó oportuno reengancharse y ahí ha alcanzado la friolera (lo hará en unos días) de 34 años (30 de alcalde). Fiel a su idea de transformar el pueblo (con sus pros y sus contras, con su visión desarrollista a toda costa que le ha supuesto críticas y algún que otro varapalo), fue obteniendo sucesivas mayorías absolutas que le permitieron gobernar sin grandes agobios. Se podrá cuestionar su manera de gestionar, se podrá estar a favor o en contra de sus planteamientos, de la manera que vio su Villa del futuro (ya presente), pero los electores no le han vuelto la espalda en las citas con las urnas.
Isaac sabe que, al margen de ideologías y maneras de ver el panorama, cuenta con el testimonio de mi consideración personal más distinguida, que se decía antes al concluir los saludas con que se te invitaba a cualquier acto. Y como jubilado en activo, a pesar de que me llevas unos años, quisiera darte la bienvenida a este otro mundo en el que se pasa al menos tan bien que cuando estaba en activo pero no jubilado. Permíteme, además, un consejo: aparte de ponerte a dirigir el tráfico en El Calvario, frente a tu casa, hazme el favor de iniciarte en el mundo de la informática y no persistir en la cantinela, al igual que Elfidio Alonso, de que ya estás viejo para ordenadores y cachivaches de esos. Lo mismo consigo un lector más.
Isaac se retira (después del verano dirá la fecha exacta; oye, si vas a elegir el 16 de diciembre, ¿me invitas?) y como Ricardo Melchior abrió la veda, lo mismo es buen momento para comenzar a ver caras nuevas (aunque algún sustituto también goza de una antigüedad harto considerable). Te pongo unos ejemplos: José Segura, Paulino Rivero, Manuel Fernández, Antonio Castro, José Miguel González, Jerónimo Saavedra (eso de Diputado del Común es una pantomima), Dimas Martín (qué sombra –sin dobles– más alargada)… Comprueba tú si me restan, que ya me pierdo. Solo aquí en Canarias, no hace falta que te vayas más lejos.
Isaac Valencia, segundo alcalde villero del periodo democrático (coño, como yo), con unos kilos menos por lo que vislumbro en las fotografías de la rueda de prensa –no te aflijas porque un servidor ya vuelve a presumir del payo (acepción canaria de la prominencia surgida desde la altura del estómago, más o menos) anterior–, hace caso a los galenos y dejará que la máquina no se le revolucione demasiado. Háblate con Benito (le puedes mandar el recado con Eduardo) y lo mismo hace falta alguien que toque el timple en Higa. Si te animas vuelvo a coger el laúd, porque para bailar ya no estamos.
En fin, amigo, bienvenido a la otra forma de ver la vida. A disfrutar de la familia, que ya toca. Eso mismito acabo de hablar con otro común amigo: Luis Melo, un perdomero de pro, y que también ha compartido inquietudes e ilusiones, traducidas en el deseo de que los barrios tuvieran idénticos servicios a los que disponían los cascos décadas atrás. Debemos sentirnos orgullosos de significativos granos de arena.

jueves, 11 de abril de 2013

Hacer aguas

Días pasados teníamos la oportunidad de leer que se canalizaban las aguas pluviales en el puente de San Benito. Uno de los escasos pasos estrechos que aún restan en las vías principales del pueblo, pero que todo se andará. Y me pareció muy correcta la postura del equipo de gobierno, pues en nombre del ayuntamiento realejero agradecía al servicio de carreteras del Cabildo tinerfeño que hubiese acometido la tan necesaria obra.
Los ciudadanos normales –y me van a conceder la licencia de que me incluya entre ellos– entendemos que es entre instituciones la manera que deben arreglarse los asuntos. Y guste o no, en estos momentos los destinos del Consistorio de la Villa de Viera se hallan en manos del Partido Popular porque así quedó reflejado en el escrutinio de las elecciones municipales de 2011. No significa ello que los partidos de la oposición, y sus representantes legítimamente refrendados, permanezcan ociosos y no puedan aportar también su granito de arena. Pero dentro de los cauces que dicta el sentido común. Y ahí lo dejo, aunque no descarto retomar el “De verdad, no lo entiendo”, porque sigue habiendo planteamientos de muy difícil consistencia. Casi me atrevería a manifestar que rayan el ridículo más espantoso. ¿Mi consejo?: déjenlo, ya se han retratado bastante. Y lo he meditado muy mucho antes de escribirlo. Ya está, no sea que me pregunten el sentido del voto.
Ahora bien, dicho lo cual, y sin que sirva de precedente, hete aquí que pasé ayer por la mañana por la zona de Piloto y allí se encontraban unos sujetos verdes (chalecos reflectantes) arreglando el arcén derecho (según vas pa´llá), o izquierdo (según vengas pa´cá). Y les está quedando bonito, práctico y utilitario. Pero aún les queda buen rato para concluir la canalización. Momento en el que enviaremos a un miembro del gabinete de prensa para inmortalizar el hecho. Con lo que habremos vendido el particular en dos ocasiones, y así daremos la impresión de que se han finalizado dos proyectos. Como lo del plan de empleo. Y otros tantos. Resumo: no se pasen, que pueden causar indigestión.
Pasado San Benito, seguí escuchando la radio. El receptor del coche sintonizaba la SER. Ya no escucho Radio Realejos por la mañana. Me lo quitó el médico porque en la última analítica tenía algo elevado el colesterol. Y por la tarde, entre la siesta, la pateada y que si viene algún nieto, me dirás. Me faltan horas. Y jubilado. ¿Dicen que ha habido cambios? ¿Sabes algo?
A lo que iba, que ya estoy bajando Los Cuartos. Como hay pocos camiones y la amplitud de la calzada, un montón de coches mal aparcados por la zona del Centro de Formación Ocupacional (¿o ya no se llama así?). Casi no alcanzo la rotonda de Alteza (¿o tú no la mentas de tal guisa?). Mientras, escuchaba a unos tertulianos en el programa de Juan Carlos Castañeda. Políticos todos. Y casi hacían más aguas que las que vamos a recoger en el lugar anteriormente señalado.
Si hay algo que me moleste sobremanera es el escuchar a un cargo público hablar o escribir de cualquier problemática de la sociedad actual, con una jeta de padre y muy señor mío, y como si aquello no fuera con él. Sí, los que pasan por allí, pero de soslayo o de esto no va conmigo. Pero carota, ¿a quién compete entonces solventar los entuertos? Creen que con echar la culpa a la otra administración, aquí paz y en el infierno calorcito. De ser nosotros los que hemos de buscarnos la vida, ¿para qué te queremos a ti de figurín?
Era mi enfado permanente con la fórmula esgrimida por Wladimiro, cuyos escritos dominicales daban la impresión de que el susodicho era un ente ajeno a la institución insular. Y ayer, como te iba relatando, al escuchar a Cristina Valido tuve idéntico sentimiento. Comentaban el terrible drama de los desahucios. Se dieron gusto dando leña a diestro y siniestro. De los presentes –reitero, todos políticos–, salvo el del PP que osó mentar las excelentes medidas adoptadas por Rajoy en esa faceta (mejor se hubiese estado callado), ni un asomo de reconocer que como representantes de los ciudadanos deberían moverse para algo más que blindar sus domicilios y que no vayan a molestarlos. Medida esta última que yo, si actuara tan egoístamente como ellos, no debería criticar, pues me beneficia el tener varios políticos en el círculo de los 300 metros.
Si ya me cabrea el que en horas de trabajo (¿tú has oído que les descuentan algo?) dediquen un altísimo porcentaje a tertulias y declaraciones (vayan por la noche), el grado de enfado adquiere tintes alarmantes cuando los escucho y no hablan sino paja. Quién los verá estallados de risa cuando se columbren en una de las tantas repeticiones. Y lo peor es que se creen que somos idiotas (los que estamos al otro lado del receptor y los que les pagamos sus gracias). Lo mismo tienen razón y los que hacemos aguas somos nosotros.