Me preguntó
ayer domingo un viejo amigo en las lides políticas –el siguió unos años más
cuando yo aborté la singladura allá por 1987– que si aún continuaba escribiendo
en el periódico. Vaya éxito, pensé para mis adentros, que es lo contrario de
pensar en voz alta, como hago aquí en Pepillo y Juanillo. Pretendía que
comentara algo de su monumental cabreo por la deriva existente en muchas
emisoras municipales de radio. Como hay varios pueblos que cuentan con tal
medio de comunicación, no te señalo de dónde me llamaba el susodicho (de no muy
lejos, te aclaro), pero puedes ubicarlo en ese lugar en el que ahora mismo
estás pensando.
Yo no me
partí el culo –textual–, me señalaba con indignación y cabreo no disimulado,
para que cualquier machango crea que puede jugar impunemente con mi dinero. A
buenas horas mangas verdes, le respondí. Por lo visto no había leído nada de lo
que un servidor había tenido a bien plasmar al respecto en este blog. Sí me reconoció,
no obstante, que se había asomado a lo que publicaron los medios escritos
convencionales años atrás. Menos mal.
Por tal
motivo, y con cierta desgana por mi parte, dedico estas primeras líneas del
post de hoy lunes –el tristemente famoso lunes de carnaval en el que la moción
de censura en SJR aupará al trepa de los doscientos votos–, para recalcar que
ni los propios grupos de gobierno saben cuáles son los objetivos que debe
cumplir una radio sostenida con fondos públicos, incluidos manuales de estilo.
Y como la ignorancia llega a tal extremo, los dirigentes prefieren dejar pasar,
porque saben que mientras tengan la sartén por el mango, los seudoperiodistas,
apoyados en otros cantamañanas, jamás dispararán sus envenenados dardos contra
la mano que les da de comer. Y mientras ello sea así, todo lo demás estará permitido
para estos sinvergüenzas de las ondas, piratas hertzianos.
Estos
sujetos, que solo se miran al espejo cuando ejercen las otras facetas de sus
pluriempleos para ahogarse en la vanidad de un baño de flores, se rasgan las
vestiduras en tertulias de tintes escatológicos para tildar de corrupto a
cuanto político no sea de su cuerda ni baile al son de la música putrefacta.
Y ya está,
querido amigo. Haz como yo: niégate a pagar impuestos. A la par, pincha siempre
en el ‘me gusta’ de las múltiples fotografías de tu alcalde, escribe
comentarios babosos –perdón, laudatorios– en sus apariciones en las redes
sociales… Y como yo me gané mi puesto, aparte de hacer lo que me venga en gana,
no me sonrojaré cuando pasado mañana deba dirigir la hoja del puñal hacia otras
espaldas. Ahórrate calificativos, no vale la pena. El que nace barrigón…
No sé de qué
se extraña la gente con respecto al incremento patrimonial de Rajoy (háganlo
extensivo al resto de los dirigentes ubicados en las cúpulas partidarias),
quien en cuatro años lo ha hecho en unos 425.000 euros. ¿Quieres que te diga lo
que pienso? Hasta poco me parece. Tú, mi estimado lector, de tu sueldo debes
pagar alimentos, ropa, calzado, viajes, mantenimiento del hogar y del coche,
colegios, cines y espectáculos varios… Hasta los chuches. Y Mariano,
verbigracia, absolutamente nada. Viaja gratis. Come gratis. Le compran los
trajes. Le hacen los discursos. No paga señora de la limpieza. El combustible
de sus múltiples vehículos no le cuesta un euro. Y sigue tú con la lista. Ello
significa que puede ahorrar todo lo que ingresa. Todo.
Publican sus
declaraciones de renta y patrimonio. Guárdame un lechón. Yo no lo hago para que
no te estalles de risa. Si el problema no está ahí, lumbreras. Y el sobre por
debajo de la mesa se inventó desde antes de elaborarse el papel. Me juego al
menos 50 céntimos –lo siento, pero no hubo suerte en La Primitiva– que es muy
difícil encontrar un alcalde (imagínate de ahí para arriba) al que no le hayan
hecho alguna vez una propuesta ‘deshonesta? (si quieres pensar en eso, vale).
La mayoría no ha pasado por el aro de las presiones (y las tentaciones), pero
golfos, lo que se dice golfos, haberlos haylos.
Como mi
intuición se guía por las afirmaciones del singular González Pons (callado y
oculto hasta hace poco y ahora resucitado), ese personaje que siempre clava lo
contrario de lo que manifiesta, y a los hechos no tan pasados me remito, como
ha espetado que la contabilidad del PP es única y limpia, no tardaremos en
descubrir la turbidez de los números.
Estar tarde
es el coso carnavalero en mi pueblo. Creo que junto a Manolo Domínguez va a
desfilar su homólogo sanjuanero. Como este año vamos de Viera, el del recién
estrenado cargo, en su paso para el domicilio villero, y emulando al ilustre
viajero (ños, qué odiosas son las dichosas comparaciones), hará un alto en el
camino.
Pon medio
ahí, que un día es un día. A la salud de todos ustedes.
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