No es
agradable finalizar el mes de septiembre con este titular, pero es que me obligan,
oiga, me obligan. Puesto que desde 1987, año que motu proprio abandoné la
política “activa” y me dediqué a la pasiva (que te crees tú eso), tengo la
impresión de que los políticos son cada vez más torpes. O lo mismo no es una
impresión sino una triste realidad. Puede que la masiva presencia de medios de
comunicación y la obsesión por acaparar pantallas, planas y espacios
radiofónicos, haya conducido al marasmo actual. Si añadimos la presencia
virtual que Internet nos brinda, estamos abonando generosas cantidades de euros
para que los cargos públicos luzcan palmito.
Nos
despertamos ayer con el canto lastimero de Manuel Domínguez, mi alcalde. Tuvo
que ir temprano a la capital y se vio sumergido en la vorágine. Cayó dentro de
la cola casi sin darse cuenta. Y recurrió al face para revelar tamaña desazón. Lo mismo cometió una infracción
al soltar las manos del volante y desviar su atención siquiera por unos
segundos.
Tenía una
cita a las siete y media de la mañana. No descubrió si debía ir al médico o si
el motivo de la convocatoria era para atender labores por las que cobra o por
las que figura. Porque un servidor ya se está calentando. Y perdone por ser tan
expresivo. Pero voy a formar una plataforma de realejeros para negarnos a
pagarle ni un céntimo más por ejercer de presidente insular de su partido. O
por consejero insular a la espera de las próximas elecciones generales y que
caiga la breva. Estoy casi hasta los mismísimos, Manolo. Y lo peor es que un
día de estos, Adolfo va a explotar también.
La cola, sin
duda alguna, es culpa de los otros. Del Cabildo y del Gobierno, hasta que el
pacto cambie. En ese instante, la pena será cargada por los hombros de la
fuerza política descabalgada. Que se supone el PSOE, claro. Este es su cuarto
mandato en el Consistorio de la Villa de Viera. En ese tiempo usted no debió
trasladarse a Santa Cruz. Porque ni vio nada ni escuchó nada. Ni siquiera
cuando su partido formaba pareja con Coalición Canaria en estas ínsulas
periféricas. Mientras, usted no se percató de las sajadas presupuestarias que
sus jefes madrileños infligían al convenio de carreteras. Usted ha estado ciego
hasta que ayer por la mañana despertó en medio de tanto vehículo atascado.
No me jodas
más, alcalde, y ponte a trabajar. Tú eres tan culpable como el que más. Aquí no
se salva nadie. Unos por acción y otros por omisión. El uno por el otro y la
casa sin barrer. Los alcaldes del Norte parecen haber sufrido una
transformación total de manera repentina. Y llevan la tira viendo, y
permitiendo, el desaguisado. Si tuvieran un mínimo de decoro y dignidad, se
callarían la boca. Porque ya está bien de tanta sandez.
Hace dos
días, el presidente del Cabildo, ese que va a Madrid con una consejera popular (¿por
qué?) a desatascar la lata del gofio, recurre, asimismo, a los artículos de
opinión. Entre hablares, decires y escritos, cada vez obstruimos más el
conflicto de tráfico. Y lo cito porque usted, como tiene la sensación de ser
más partícipe del gobierno que de la oposición (¿se acuerda de la entrevista,
no?) deberá comulgar, en consecuencia, con las múltiples variantes que le dio
al verbo DEBER (que no HACER): debemos promover, debemos ser conscientes,
debemos hacer, debemos terminar, debemos trabajar, deben consensuarse… Sí,
todas en el mismo comentario.
Y creo que
debo dejarlo ya. Porque dar pábulo a tanta inoperancia, no merita la pena, que
decía la abuela. Vamos con el segundo lloro:
Al tener
conocimiento de los nombramientos de anteayer en el Consejo de Gobierno de
Canarias (tres viceconsejeros), no sé si estoy metiendo la pata en estas
entradas de mi blog. Si esta es la renovación, manido argumento de cualquier
político que se precie (Patricia Hernández entre ellos y ellas), deberé guardar
prudente silencio no sea que un día de estos me sorprendan con una llamada al
móvil y me ofrezcan algún complemento a la pensión.
Tendría que
estar felicitando Rafael Yanes, amigo desde la lejana década de los setenta del
siglo pasado cuando concluimos estudios de Magisterio. Pero conoce a la
perfección que no me caracteriza la falsedad. Y como lo vi contento con su
jubilación en la comida de la promoción el pasado mes de junio, me llevé una
sorpresa. Bueno, a medias. Y yo me entiendo.
Como José Francisco
Armas entra igualmente en el lote, se me ocurre solicitarle a Inocencio que no
siembre más mangas en La Galana. Y
ten la maleta preparada (la mía ya está) porque más tarde o más temprano se van
a acordar de nosotros. Ya que las agrupaciones locales entraron por el aro en
la designación de candidatos para Congreso y Senado, hasta más joven me siento.
Y como gozo de la ventaja de estar poco desgastado, ya me veo de nuevo en el
Comité Regional, trampolín para escalones de superior rango.
Y el tercer
lamento:
Ayer inauguró
Rajoy otro tramo de los trenes de alta velocidad. Y fue durante buen trecho en
la cabina del AVE. ¿A quién se le ocurrió dejarlo pasar? Si es un cenizo, se lo
carga todo. Además, está prohibido, puede distraer al conductor con sus platos
y vasos. Menos mal que el operario se puso en sus trece cuando le pidió tocar
unos botones. Eso, menos mal
Bueno,
amigos, mañana estaremos ya en octubre. A ver si encontramos contenidos más
alegres. Tendré que hablar con el tocayo Farráis para que me enseñe otras
ópticas.