lunes, 30 de noviembre de 2015

Precampaña

¿O campaña, sin más? Vaya cómo anda el patio. Si es que el patio anda, pues para mí que vuela. Debates, apariciones en los lugares más insospechados, besos, abrazos, manos por arriba (menos mal que lo otro no está bien visto), grupos de excursionistas que accidentalmente pasaban por allí, y de todo lo inimaginable, incomprensible, inconcebible, escandaloso, increíble, inaudito, insólito, intolerable, inusitado, extraño, raro, extravagante, insufrible, inaguantable, insoportable, fatigoso, irritante, doloroso…
Este pasado sábado estuve en Toscal-Longuera. Mi barrio de toda la vida, aunque transite ahora por cotas más elevadas. Asistí a una mesa redonda, moderada por Moisés Grillo, exalumno y periodista sin papas en la lengua, enmarcada en los actos que el entusiasta sacerdote de la parroquia viene realizando dentro de una labor cívica digna de aplauso. Y mira que soy reacio yo a demandar parabienes para el clero. Pero lo que está a la vista, de claridad meridiana. Gabriel no es cura a la usanza tradicional. Lo que me congratula sobremanera. Deja ver si mañana tengo tiempo y dedico unas líneas a lo que de allí saqué en claro. O en oscuro, que nunca se sabe.
Como están los candidatos de un viajero subido y de un dinamismo digno de la Bluetrail, diseccionemos algunas de las múltiples apariciones. Y como por alguien hay que empezar, elijamos a Carlos Alonso. Este hombre llega a CC rebotado del PP. Nunca le ha gustado el pacto con el PSOE y anda que bebe los vientos por Manuel Domínguez. Cariño que es correspondido por el realejero. Consideran ambos que la isla se les está quedando corta. Esperan al 21 de diciembre por si la lotería les favorece.
La penúltima del presidente del Cabildo es tildar de oportunidad para hacerse la foto (bonito está el para utilizar ese argumento) la reunión de los alcaldes del Sur en demanda de una segunda pista en el aeropuerto. Y les espetó que en 20 años esa instalación no requiere nuevas infraestructuras. El reventón acaecido días pasados ha servido de detonante. Pues sí, aprovechados todos. Los unos y los otros. Por intereses diversos, pero qué diferente hubiese sido la situación si entre el grupo de munícipes se hallara un nutrido grupo coalicionero. Como por aquellas bandas no acaban de fructificar tales endemismos, los votantes han creído conveniente que sigan los mismos (con mayorías socialistas).
Otro que se sale es el ministro Soria. Debe tener a su entera disposición un avión privado. Por cierto, tenga cuidado, señora Belén Allende, con venderle las excelencias de Gorona del Viento no sea que la suprema autoridad prohíba el paso del alisio por Valverde. Él no es de muchas energías renovables y le puede fastidiar el avance tecnológico.
Conferencias arriba, conferencias abajo, va de sobrado. Son curritos, coño, y van creando escuela. Hasta el presidente de la Cámara de Comercio (José Luis García) no ha tenido mayor inconveniente en reconocer que desea que gane el PP. Como debe ser. O como decía mi padre: Dinero llama dinero y el pez grande se come al chico. Lo que jamás oirás de estos personajes es que como estamos saliendo de la crisis (por su magnífica gestión, por supuesto, y al carajo eso de la economía global y demás zarandajas) toca que los bancos comiencen a devolvernos el dinero que aportamos para su rescate. Santa Rita, Santa Rita.
Francisco Linares sabe que su vivero de votos está en La Orotava. Yo estoy aconsejando a la gente que no lo vote –se lo diré personalmente el día 6 de diciembre en La Perdoma– porque hacerlo supondría incumplir la letra de su canción preferida: Le dedico doce horas diarias al ayuntamiento. Y cazar esa hipotética posibilidad del doblete se me antoja muy complicado. Qué digo, imposible.
El candidato a senador (su cometido sería explicar a todos los tinerfeños que esta cámara es tan importante que su eliminación supondría… una ventura y un alivio, estimado Paco), fiel a los principios romeros de su formación política, aprovecha cualquier excursión que recale en La Villa para llevarse a Eva, cámara en ristre, y… sorpresa, sorpresa. Cerca de quinientas mujeres (chacho, quien desaprovecha eso), en un programa de dinamización guagüera organizada por el consistorio lagunero, vinieron a visitar estos contornos norteños. Y fueron debidamente atendidas no por el alcalde sino por al aspirante Linares. Quien no duda en poner a su entera disposición todo el aparato municipal para sus intereses electorales. Para estos hechos puntuales siempre hay presupuesto disponible.
“Venir a Sálvame es un orgullo para Güímar”. Esta mujer no está bien, llévenla urgentemente al médico de cabecera para que le haga un pase para un análisis psiquiátrico en profundidad. Más que la del hoyo de los áridos. Háganme caso. Puede provocar un desaguisado de imprevisibles consecuencias. Esto ya no es una simple raya azul que el tiempo puede borrar.
Alcaldesa, cuatro concejales y un asesor encabezaron la comitiva que fue recibida por otra pandilla de energúmenos a ritmo de charanga y con el meneo de unas animadoras. Murga la que fue a Madrid. Y artistas, o asesores culturales, parecen sobrar en el ayuntamiento. ¿Qué les pasará por la cabeza a los güimareros decentes, es decir, casi todos? ¿Se merecen estos espectáculos formativos? Qué nivel, Pablo Matos. Espera sentado por mi voto.
Nosotros, los realejeros, para no repetirnos y como ya dejé esbozado en un comentario anterior, estamos preparando (espero que la agencia sea del pueblo) un safari por Albacete. Y de paso visitaremos las Lagunas de Ruidera. Ya un servidor se apuntó. La escopeta va en el paquete.
Hasta mañana.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Juan

No me preguntes el porqué. Ni yo lo sé. Pero ayer tarde me acordé de este cuento. Que tuvo su premio años ha. Y que refleja mi Navidad. Inevitable. Fue, incluso, publicado en Potajito de cuentos. No me preguntes el porqué, pero me apetece compartirlo. Sé que te vas a sentir triste, y de verdad que lo siento. Pero concédeme el derecho a sumergirme en sentimientos. Y en vivencias de un pasado que sigue presente. Ni siquiera te voy a reprochar si no llegas al final. Porque hoy tu lectura no puede ser apresurada. Y te voy a restar un fisco más grande de tu bien preciado tiempo. Lo siento. Pero aun así, allá va:

Juan, medio esrengado de tanto sachar, de jociquiar tierra un día sí y el otro también, dejó la guataca espichada en el suelo, y depositó sus posaderas en aquella pared de tosca. Secó el molesto sudor que corría por su amplia frente con el revés de la manga izquierda de su camisa. Por el derecho era imposible. Soportaba la mierda de una semana de trabajo. Metió su mano derecha en el bolsillo izquierdo de los calzones y sacó los Flor de Fuentes. Tomó un cigarro con los encallecidos y atrofiados pulgar e índice de su mano izquierda y signó sus huellas digitales en el amarillento papel. El sin filtro quedó marcado per sécula. Hurgó en el bolsillo pequeño en el de las perras; ¿perras, dije?  y encontró el chisme de petróleo. Lo accionó tres o cuatro veces. De aquel cacho de lana surgió una tenue llamarada y una inmensa humareda. Al instante, un raro aroma, mezcla de tabaco rancio y envoltorio encachasado, se fundía con el olor de los campos humedecidos.
Juan jaló con toda su alma y llenó sus pulmones de nicotina y alquitrán. Tráquea, bronquios, bronquiolos y alvéolos recibieron tremenda bocanada de aire impuro. Tan acostumbrado a mamar naturaleza, sintió un gran alivio. Se contaminó interiormente y creyó flotar. Respiró un par de caladas más y alzó la vista.
Juan pudo contemplar el Teide, allá arriba, asomando el pico a través de la cordillera. Blanco, pleno de esplendor y armonía. Gigante, esbelto, maravilloso. Penachos de algodón cubrían la cima, flotando en equilibrios increíbles.
Juan era un profundo desconocedor de las bellezas. Ignoraba casi todo. Sólo sabía sacar productos de la tierra con la ayuda de sus manos. Sólo estaba al tanto de huertas verdes, salpicadas de flores de mil colores. Sólo mirar el horizonte por si venía el agua por la mar. Sólo pensar, cuando los tremendos remiendos que marcaban su trasero iban conformando aquella piedra seca que le servía de asiento. Sólo percibir que su culo iba quedando mejor acomodado. Sólo disfrutar de un cigarro de vez en cuando. Sólo observar el majestuoso vuelo del cernícalo. Sólo trabajar. Sólo trabajar. Sólo trabajar...
Juan miró ahora la guataca. Compañera de fatigas y sinsabores. De aguaceros de La Palma y de vientos del Sur. De granizos, de cigarrones y de la lagarta. Aspiró  profundamente de aquel resto que pendía pegado al labio inferior. Que rendía pleitesía y reverencia cada vez que mascullaba algo entre dientes.
Juan no sabía hablar gran cosa. Pero charlaba consigo mismo. Con su sombra. Y sostenía largas e interesantes conversas con las papas. A las que contaba su vida una y otra vez. Y éstas repasaban con él cosechas de años idos para siempre. Caras, bonitas, negras, quineguas y autodates... Batatas, boniatos... Bubangos, calabazas, pantanas y chayotas... Zanahorias, lechugas, acelgas y espinacas... Algodones, tomateros... Flor de pascua, en las orillas; roja, profundamente roja, elegantemente roja, rabiosamente roja... Idéntico color al de la nariz de Juan, cuando con las primeras luces del día traspasaba la vieja puerta de tea del casucho y se dirigía a su labor de costumbre.
Juan agarró de nuevo el chisme. Repitió la operación y prendió aquel resto insignificante. Algún pelo del bigote cayó chamuscado en la intentona. El papel, envoltorio de tabaco casi inexistente, soltó una leve llama. Pero suficiente para escaldar. Sopló con ganas. Resopló. Estaba bien agarrado. Se quemó los bezos. Agarró la guataca. Encorvó la espalda y terminó aquel surco. Se dio la vuelta. Viró el culo hacia el poniente y comenzó el camino de vuelta. Y así, una y otra vez; siempre.
Juan sintió un ligero tintineo bajo la acción de la herramienta. Piedras, pensó, más piedras. Nuevo golpe. Nueva musiquilla, no producida por la tierra. Vaya si lo sabía él. Analfabeto de cultura empaquetada, pero doctor especialista en ruidos del campo.
Juan se agachó. Más aún. Allí brillaba algo. Lo tomó entre sus manos. Sin delicadeza, porque la desconocía, pero con la misma ternura que acariciaba el instrumento de trabajo cada día. Aquel objeto no le era familiar. Su mente se turbó. Fueron apenas unos segundos. Miró el camellón y prosiguió la tarea. En el bolsillo de atrás, en el del pañuelo, algo sin nombre le molestaba. Al agacharse. Claro, siempre. Pero siguió hasta el final.
Juan se irguió. Miró al Teide una vez más. ¿Cuántas? Y quiso ver algo raro. Se le antojó una estrella. ¿De día? Se quitó el sombrero y se rascó la coronilla. ¡Coño, aquello se movió! Casi instintivamente se tentó el bolsillo de atrás. Allí seguía. Se sintió raro. No, no era un día normal. Volvió a su piedra para meditar. E hizo lo consabido. En su mano derecha, cerrada a cal y canto, aquella cosa extraña.
Juan se inquietó. La tosca, que tanto bien le proporcionaba, parecía otra. Creía no caber en el hueco labrado por la misma acción a través de días interminables. ¿Cuántas cosechas? Una repentina sombra cubrió el terreno. De la cumbre al mar. De arriba abajo. Se removió en el asiento. La guataca, a su lado. Ya no sudaba. Sintió frío. Se volvió a sentir raro. Tantos años, tantas sensaciones. No, seguro, era algo inédito.
Juan se acordó de aquel dichoso eclipse. Él, que no sabía de radios y partes meteorológicos, que contemplaba sol y luna, allá arriba, día y noche, noche y día, que ignoraba movimientos de traslación y rotación, que jamás había oído teorías copernicanas, se asustó en ese día. Se dio cuenta de que los animales se mostraban inquietos. Que las gallinas subieron al palo a media mañana y el gallo cantó con el orgullo de siempre. Que los perros olfateaban sin motivo aparente. Y cuando el mundo comenzó a oscurecerse, creyó que por el horizonte el cielo se rajaba...
Juan se encerró en el chozo. Encendió el quinqué y esperó pacientemente. Un día tendría que acabarse todo. Por su mente pasaron nítidos los recuerdos de cuando murió Lirio, aquel perro negro que tanta y buena compañía le hizo. En la remembranza de las convulsiones del pobre animal quiso percibir su final. Y recapituló en un minuto mil secuencias de una vida apegada a la tierra, a su tierra, a la que le serviría de última morada...
Juan no se sintió aliviado cuando alguien quiso explicarle aquel fenómeno natural. Y de aviones que soltaban humo por el rabo. No concibió que él estuviese flotando como una brizna de algodón que se desprende de la mata. Y ahora quiso percibir sensaciones parecidas. Cogió la cosa rara, la miró nuevamente y convencido de no haber visto nunca jamás algo parecido, la arrojó bien lejos. Lo hizo como cuando debía tirar piedras a los mirlos que pretendían comerse sus tomates. Y hasta más allá de las lindes del muro. Y debió caer entre algunas piedras, porque quiso escuchar el mismo tintineo que cuando la encontró. En la huerta que acumulaba los despojos de sus cultivos. Y que le servían de abono pasados los días.
Juan respiró hondo. Encendió otro Flor de Fuentes. Tengo que ponerle otro cacho de mecha, pensó; está ajumando mucho. Era sólo media tarde. Restaba aún un par de horas de sol. Pero nuestro hombre se sintió mal. Tengo el cuerpo esvaido, se dijo. Negros nubarrones se signaban allá donde la silueta de La Palma se mostraba nítida. Allá arriba, sobre la cúpula del Teide, un imponente sombrero se había formado. Mucho más grande que el de otras veces.
Juan sintió frío. Y creyó ver otra vez aquella luz. Sus ásperas manos se aferraron al cabo de la guataca. La echó al hombro y se encaminó a casa. Era temprano para él, pero se sentía incapaz de proseguir con la faena. Mañana será otro día. Paró un segundo en la venta de Siño Manuel y repitió la medicina mañanera. Aquel trago de caña le quemó como nunca el gaznate. Lo que fue bálsamo durante infinitas madrugadas, no le supo igual en la presente ocasión. El ventero quiso atisbar síntomas de debilidad en aquel cuerpo, pero nada dijo. Y nada le dijo.
Juan se lavó las patas y se tumbó en el catre. El sombrero, sobre los ojos, le servía de improvisada cortina cuando la tarde moría. Quiso encender otro cigarro, pero no se sintió con el ánimo suficiente. Juan tiritaba. Pero su cuerpo ardía. Más por dentro que por fuera. Y se durmió.
Juan no se percató de que esa noche llovió. De manera inusitada. Los barrancos corrieron. Ingentes cantidades de agua fueron hacia la mar. En las cumbres nevó. Mucho. Algunos creyeron ver, en medio de la tormenta, cómo una extraña luz surcaba el cielo. Desde El Teide hasta los pedazos de tierra de Juan. Pero los más se fueron a la cama creyendo en extraños sortilegios y en alucinaciones diversas. Las tinieblas de la noche se cortocircuitaron hasta la madrugada. Y cruzaron veloces lenguas de fuego por el infinito. Las compuertas del cielo permanecieron abiertas hasta el alba.
Juan no se levantó como cada mañana. Los vecinos más cercanos los menos se extrañaron. El día se mostraba radiante. La mar, de un intenso azul, dibujaba allá en el infinito una línea perfecta que delimitaba a otro azul más claro. Pero no menos bello. Arriba, un blanco perfecto. Brillante. Esplendoroso. El sol, que se alzaba majestuoso, hacía permanentes guiños en millones de gotas de laderas y barrancos. Y sus rayos se colaban por las ramas de los árboles en destellos multiformes. Idílico paisaje. Postal navideña.
Juan, a media mañana, no había dado señales de vida. Los vecinos cercanos algunos más iniciaron comentarios acerca del particular. Ni siquiera fechas tan singulares le habían hecho cambiar de actitud. Cada día era laborable. Acudía siempre, sin excepción alguna, al campo, a su campo, a su tierra. También, cómo no, en Navidad. Y ahora faltaba a la cita. No era normal, no. Unos fueron a sus huertas. Otros, a su choza. Los primeros se extrañaron porque nunca antes habían visto aquella elegante araucaria. Que mostraba en su parte más alta un extraño objeto reluciente. Que tenía forma de estrella. Y que mostraba su porte orgulloso en medio de unos terrenos perfectamente preparados para recibir la simiente. Los segundos tocaron con insistencia en la vieja puerta de tea. Que cedió al no tener puesta la tranca de siempre. “¡Qué raro!”, murmuró una señora mayor.
Juan no respondió. Alguien, temeroso, tembloroso, accedió al cuarto. Sobre el jergón, yacía Juan. Yerto, frío, muy frío. Sus manos, grandes y salpicadas de callos y restos de tierra de su tierra, la una sobre la otra. Y ambas sobre su pecho. El sombrero le tapaba la parte superior de la cara. Ese alguien se lo quitó. Tenía los ojos abiertos, bien abiertos. Parecía mirar algo. Su faz denotaba sorpresa. Daba la impresión de estar contemplando algo que le agradaba. Otro alguien lo tapó con una vieja manta. Pero jamás entraría en calor.
Juan se durmió para siempre sin saber que se sintió mal un 24 de diciembre. Fue su última Nochebuena. Pero viéndolo allí, en el catre de siempre, se diría que estaba feliz. Donde quiera que hubiese ido en esa noche, debió pasarlo bien. Lo que en esa noche le aconteció, debió causarle gran regocijo. El posible encuentro a buen seguro le reconfortó. Y no era, no, hombre demasiado expresivo. Una rara figura se dibujaba en su mano derecha. Pero no portaba nada. Sólo callos y secuelas de trabajo duro, muy duro.
Juan fue enterrado esa tarde. Sus restos descansan bajo una frondosa araucaria. En la que, sin nadie saber el porqué, cada Navidad, aparece una preciosa estrella en su extremo. Y que brilla noche y día. Mientras, una flor de pascua, roja, intensamente roja, es permanente contrapunto.
Juan, fiel a su compromiso, acudió a la cita, a la llamada de la tierra, como siempre lo había hecho, incluso en fecha tan señalada. Y allí permanece. Que se recuerde, no ha habido otra Nochebuena parecida. Cuando silba el viento en las noches de frío, cuando la brisa baja de la cumbre en el duro invierno y cala en el alma, alguien ha querido oír campanas que suenan en los campos de Juan. Que se han llenado de maleza por doquier. Menos en el mollero que le sirve de aposento. Donde una flor de pascua se muestra siempre bella. Y donde una araucaria se eleva al cielo. Majestuosa. Apoteósica. Tan alto que parece alcanzar las estrellas. Tanto que diríase tener una en lo más alto. Y que los más viejos del lugar recuerdan ver brillar en las noches de la pascua. Como la flor. En franca competencia.
Juan no dejó descendencia. Pero los niños del lugar saben de su historia. Yo, que fui niño cuando él ya era viejo, he creído conveniente contarte el relato. Y escribirlo. Ahora, que se acerca la Navidad. Quisiera sembrar un árbol, una araucaria, y colocarle en los más alto un cartel que anuncie la buena nueva. Que suba año tras año al encuentro de Juan. Y a su lado, una flor de pascua. Roja. Muy roja. Intensamente roja.

Las ilustraciones, de Marianella Aguirre, ahora por tierras peninsulares. Ella sabe que mi agradecimiento es sincero. Y a ustedes, si hasta esta línea llegaron, qué decirles: Sean inmensamente felices y disfruten del fin se semana.

jueves, 26 de noviembre de 2015

No me fastidies, Manolo

Ayer por la tarde, próximo a las ocho y media, que hubiese dicho mi madre de estar con nosotros, se reunieron varios concejales del equipo de gobierno del ayuntamiento de Los Realejos en una conocida cafetería de una gran superficie (se predica con el ejemplo) para comentar de manera distendida las opiniones que se escuchan por el pueblo acerca de las desapariciones del alcalde. Al rato de haber iniciado la conversa, y cuando estaban dilucidando el cómo evitar la cada vez más notoria capacidad de propagación de un medio subversivo –en clara alusión a este blog–, los sorprende el señor Domínguez (quien había sido avisado por los vigías de turno apostados en El Monasterio).
Con evidentes caras de circunstancias, lo invitan a tomar asiento para que se eche su leche y leche. Tras las mentiras de rigor, de parte y parte, desaparece (verbo escafidir, lenguaje muy coloquial) de la escena casi todo el elenco de actores (y actrices), quedándose solos (que se las arreglen) en la platea (o donde sea, da lo mismo) Adolfo y Manolo, Manolo y Adolfo, los auténticos protagonistas de este entremés. En verso, al más puro estilo de los genios clásicos, salvando las distancias, líbreme Dios.
Siento defraudarles porque solo tuve acceso a un fragmento muy similar a lo acontecido con don Juan y doña Inés. ¿O no es verdad, ángel de amor?

No me fastidies, Manolo,
con tantas delegaciones,
son muchas las ocasiones
en que me encuentro muy solo.
Trabajo más que Bartolo,
el de la flauta del cuento,
mi cabreo va en aumento
pues cada vez vienes menos,
voy hacia abajo y sin frenos
y un día de estos reviento.

Adolfo, no te molestes
y piensa en tu promoción,
bendice cada ocasión
cuando en la noche te acuestes.
Si tú vas echando pestes,
Noelia ya pide paso,
tú sabes que en todo caso
yo soy el que aquí dirige
y en este partido rige
como sabes el dedazo.

Con discursos no me vengas
y en el Realejo pensemos,
porque a las gentes ya vemos
molestos con las arengas.
No les importa que tengas
muchos calderos al fuego,
y que tomes como un juego
tantas idas y venidas
con tareas compartidas
para bien nutrirte el ego.

No me gusta, bien lo sabes,
que me traten por las bravas,
ni que nadie ponga trabas
al discurrir de mis naves.
No quiero que tú me alabes
pero me debes respeto,
pues si en esto no te meto
serías mero docente,
sin tener otro aliciente
que lidiar mucho paleto.

Tus ambiciones te ciegan
y ves en mí tu enemigo,
cuando yo solo te digo
que votos no se trasiegan.
Si las plantas no se riegan
con el tiempo se marchitan
y si del campo se quitan
elementos que dan vida,
la batalla está perdida
y al entierro te concitan.

Te falta mucho rodaje,
estimado Adolfo mío,
para que ganes en brío.
debo seguir con mi encaje.
No te cobraré peaje
por cargos accidentales,
te serán fundamentales
cuando vuele yo más alto,
que buenos riegos de asfalto
abren puertas principales.

Cuando se bajó el telón, debía ser cerca de la medianoche. Puede que no les haya dado tiempo de quemar los últimos cartuchos. Ni siquiera quedaron para la próxima porque al segundo le restaban aún tres días como delegado, por decreto.
Todos se removieron en sus asientos en la vuelta a casa (esta vez sin zeta). Iban despacio, con una marcha superior a la normal. Y para sus adentros dijéronse no tenerlas todas consigo. Algo se mascaba en el ambiente, desde la Cruz del Castaño a San Vicente. Mucho se escucha ahí afuera, desde Icod el Alto a Toscal-Longuera. Existe una sensación extraña, desde Tigaiga hasta La Montaña…
Hasta mañana, viernes otra vez. Cómo pasa el tiempo.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Decretos y delegaciones

Doña Luisa Castro (no me refiero a la actual directora del Instituto Cervantes en Nápoles), alcaldesa de Güímar, 37 años (20 en política), célebre por su raya azul y por rellenar el socavón de los áridos con un parque temático, no conforme con su popularidad actual, ha organizado un viaje con destino a Sálvame. A las puertas de Telecinco será recibida por Jorge Javier Vázquez y Paz Padilla y obsequiada con el éxito editorial de Belén Esteban. Ella, en justa compensación, entregará a la cadena una maqueta de las Pirámides y varios ejemplares de la novela Chacayca.
La gira se enmarca en la campaña diseñada desde la presidencia insular del Partido Popular (se estudia la posibilidad de que María Dolores de Cospedal se traslade al plató del programa aludido) y que culminará el día anterior al inicio de la campaña electoral del 20-D con otra salida masiva de realejeros hacia un afamado coto de caza (mayor) peninsular. Obvia manifestar que al frente de la expedición estará el señor Domínguez, experto tirador de larga distancia, quien ya acudió en estos días pasados, acompañado de un concejal de su grupo y dos vecinos de la zona alta, para ultimar los detalles del armamento a utilizar, vestimenta apropiada y refugios o garitas ante la previsible avalancha de cornúpetas incontrolados.
Pues sí, Manuel Domínguez, alcalde Los Realejos (para cobrar), cargo que suele ostentar en sus ratos libres o cuando hay que sacarse la foto, se marchó a tierras peninsulares a cazar. Él alega en su descargo que son días que le pertenecen de vacaciones. Y como se les llena la boca –se jactan, mejor– de que trabajan lo indecible por el pueblo de sus amores, te juro que un servidor creía ciegamente que su generoso sueldo llevaba implícito el capítulo de ocio. O dicho de otra manera, laboran tanto que yo los hacía sin derecho a holganzas, festejos y recreos. Que tales menesteres eran meras etiquetas del cargo. Y como nuestro pueblo es como es, bastantes fiestas (descansos) tenemos.
Pero estaba equivocado, errado. Y a este paso, no me extrañaría que herrado. Mi alcalde –el que no le haya votado no resta un ápice a esta cruzada reivindicativa por su propio bien– no acudió a una reunión en La Orotava en la que se trató el controvertido tema de las colas en la TF-5. Manolo olvidó que también él se vio sumergido en la vorágine y clamó a los cielos a través de las redes sociales. Y se hinchó de aportar soluciones y, de paso, criticar las de sus adversarios políticos. Que yo sepa, de mi ayuntamiento no fue nadie. La primera autoridad municipal se olvidó de delegar para ese cometido. Porque los realejeros tenemos el camino expedito cada mañana cuando nos dirigimos a la Universidad, al trabajo o a una consulta hospitalaria. Somos casi tan privilegiados como el equipo que nos gobierna y toda su pléyade de allegados.
Como la campaña de ninguneo, rayana la prepotencia, que se ejerce en el Consistorio contra los concejales de la oposición, a quienes no se les concede la más mínima oportunidad para demostrar que sus votos son tan válidos como los de quienes conforman el actual equipo de gobierno, me gustaría que los amables lectores de este blog –algunos hay, más que le pese al rodillo establecido– transmitieran por cualquier cauce que tengan a mano, los datos que a continuación se indicarán. Y que vienen a ratificar que son demasiadas las ausencias de la persona que los realejeros estimaron idónea para ocupar el sillón de la alcaldía. Asiento que debe tener algún muelle flojo que repercute de manera directa en las posaderas…
Alguno que tenga más tiempo que yo debería indagar cuánto vale un anuncio en el Boletín Oficial de la Provincia. Porque si mi ayuntamiento publica el pliego de condiciones que deberá regir la concesión administrativa del bar del Parque de la Higuerita, por ejemplo, lógico es que se lleve a cabo con cargo a los presupuestos municipales o del adjudicatario, según proceda. Pero los reiterativos para delegar la alcaldía en el contramaestre, dado que no son por motivos que atañen a la gestión ordinaria municipal, sino por excursiones partidarias y de relajo, que las pague el señor Domínguez de su peculio. O que le pida un préstamo a su formación política (a la que ya se debe más) o a cualquier militante (valdría Marrón, que lo cobra bien).
Después de constituidos los ayuntamientos tras las elecciones del pasado mayo (apenas cinco meses), y sin contar esta última tan tristemente famosa de la cacería (suelen aparecer en el BOP con varios días de retraso), Manolo ha delegado el cargo en otras ocho ocasiones. No podemos contabilizar el número de días que han durado las ausencias porque el anuncio en cuestión solo hace alusión al inicio de la delegación, pero no existe otro para cuando el titular se reincorpora.
Son estos: 22 de julio (BOP nº 94), 2 de septiembre (BOP nº 112), 28 de septiembre (BOP nº 123), 9 de octubre (BOP nº 128), 12 de octubre (BOP nº 129), 28 de octubre (BOP nº 136), 6 de noviembre (BOP nº 140), 13 de noviembre (BOP nº 143). A este ramillete habremos de añadirles aquellos por los que delegó su firma en determinadas áreas del organigrama, bien de manera directa (María Noelia González Daza), bien de forma genérica (Hacienda, Bienestar Social y Servicios a la Ciudadanía, Servicios Generales).
Si agosto se considera medio inhábil a todos lo efectos y la máquina administrativa funciona bajo mínimos, ya me dirán si los realejeros nos merecemos un alcalde a tiempo muy parcial. Y luego se cubre de gloria en sus respuestas (Ver chat de La Opinión en este enlace: http://comunidad.laopinion.es/.../manuel.../entrevista.html.) con la vana excusa de justificar presencias que no son tales. Y si has dispuesto del tiempo necesario para leer todas las cuestiones que se le plantearon, raro es que no te hayas quedado con la sensación de que se va de sobrado. Pero esas cuestiones las dejo a tu consideración.
Pueblo, despierta, que no es oro todo lo que reluce. Y te están vendiendo gato por liebre. No me importa que me hagas famoso (que uno también tiene su ilusión; a mis años, qué chachi) y comparte este post de hoy en Pepillo y Juanillo. Y si tienes familiares y/o amigos sin móvil, sin ordenador y sin artilugios modernos con acceso a Internet, a qué esperas para leerlo en voz alta. Sano y recomendable ejercicio. Un colectivo debidamente informado, sin tapujos, componendas y poses del bien quedar, podrá decidir en entera libertad. Está el dicho de que en los pueblos nos conocemos todos. Mentira cochina mientras algunos no se quiten la careta. Bueno, ellos no, se la tendremos que arrancar.
Para ser miércoles y estar aún a mitad de semana, creo que no está nada mal. Hasta mañana, si a los chicos que dan nombre a este blog no me los secuestran. Y no se te ocurra volver a espetarme qué necesidad tengo. Pues sí, la tengo, y me siento satisfecho, con el deber cumplido. Sean felices.

martes, 24 de noviembre de 2015

No hay dinero

O no tenemos presupuesto. ¿Lo has oído, no? Cualquier gobernante que se precie tiene la frase preparada para disparártela a las primeras de cambio. Te encuentras a un concejal por la calle, al que conoces de toda la vida (aunque ahora más distanciado por razones de rango), y le señalas que en la calle donde se ubica tu domicilio hay una bombilla del alumbrado público fundida y te lee el acuerdo plenario por el que dicho servicio fue privatizado y que recayó, casualmente, en la empresa del hermano del ministro. Y que, casualmente de nuevo, unos días antes se había puesto en contacto, a través de sus representantes, con el alcalde para ultimar detalles del flujo… de electrones.
Como es la mía, Benito Pérez Galdós, en la Urbanización Los Príncipes, una de las que se oscurece con demasiada frecuencia (debe funcionar con un reloj que no va con los adelantos tecnológicos; y como cambien la hora el pobre se disparata), creo hallarme legitimado para preguntar a quien corresponda por qué observo a los pocos electricistas que quedaron en la plantilla de las empresas municipales tras la mentada privatización llevando a cabo labores de ‘adornos navideños’ si tal cometido también correspondía a la empresa adjudicataria. ¿O no? Lo mismo es para que el concejal delegado de servicios tenga algo en lo que entretenerse. Y justificar… lo injustificable.
En 2016, los sueldos de concejales liberados y toda esa parafernalia que se mueve a su alrededor sufrirán un incremento de 146.118 euros. Y no hay dinero. En tal cantidad deberá entrar, asimismo, unos retoques al alza de las asignaciones a los concejales sin cometido específico por esas reuniones mensuales ‘inventadas’. ¡Ah!, y nada menos que 10.000 euros para darle publicidad al Plan de Emergencia que Marrón (ya bien podría echarse piropos con sus 80.000) se copió. Debemos reconocerle que ni eso lo hace con estilo porque a veces se olvida y deja el nombre de la población de procedencia.
El empleo no es cosa nuestra. Y le espetan una buena sajada a ese capítulo que ya viene menguado de tiempo atrás. Y digo yo que prediquen con el ejemplo ediles y allegados. Porque si todo se reduce a la encomienda a Nuestra Señora del Amor (que debe ser la patrona de los besitos), que para eso la hemos condecorado, a los ateos, agnósticos y seres de otras creencias religiosas no nos va a quedar más remedio que tirarnos de cabeza desde el Roque Grande con la mar vacía. Y no hay dinero.
Tampoco serán los de 2016 los presupuestos del patrimonio municipal. Todo se reducirá, porque no hay dinero, a elaborar un catálogo de los bienes inmuebles que son propiedad del ayuntamiento. La lista correrá a cargo de uno de los concejales ‘reunidos’ (ya te lo expliqué antes) y tendrá de plazo hasta febrero o marzo de 2019, a fin de que esté lista (la lista) para ser incluida en el programa electoral de ese año, salvo que la Universidad Europea (privada, porque es lo único que funciona acorde con nuestros intereses) nos presente, junto al proyecto de la Casa de La Gorvorana, los del Cine Viera, Casa de Viera, Ídem de Agustín Espinosa… En fin, para lo que el dinero nos dé, es decir, Plan de Barrios (mucho piche, que viste más que casas viejas).
Lo dicho, Plan de Barrios, la joya de la corona, con un montante económico (fondos propios) casi tan elevado como el asignado a los agraciados, en el que se ejecuta lo que yo crea oportuno por réditos electorales, sin participación ciudadana alguna. Y los plenos, tempranito, que Manolo va a salir de casa. Y de caza.
La prueba de que no hay dinero la hemos sabido ayer mismo. Empresas que pagan las encuestas electorales en las que el PP queda magníficamente retratado. Eso sí, a cambio de unas módicas adjudicaciones de unos parcos proyectos municipales que suponen unos escuetos miles de euros. Oye, que tales hechos ocurrieron en Madrid. Vale, pero todo se pega. E intereses empresariales también existen por estos lares. A lo peor más. Y ya que estoy en ello, son tantas, y tan dispares, las encuestas publicadas que se me hace muy difícil pensar que no haya una que sea de tu agrado. Hasta una carta de Echenique, que pide el voto para Podemos, me sumerge en la duda más profunda. Porque lo único que saqué en claro de su contenido es que ellos (Podemos, nuevo partido al uso) han cambiado tanto, y en tan escaso periodo de tiempo, que garantías me brindan pocas.
Como no hay dinero y los cargos públicos que entienden que repetir es lo mejor que nos puede pasar a los ciudadanos y no quieren gastarse el suyo (Ana Oramas, para no salir de los peñascos que lleva dos meses viviendo de gorra), se han volcado en redes sociales. Incluso me imitan con blog. Menos mal que Pepe Segura se retira, si no tendría que cerrar este negocio. El Facebook está inundado de páginas atractivas que te demandan un Me gusta. Y vuelcan pareceres, propuestas, promesas y otros ganchos tan sugerentes que parece que nunca han estado. Hasta el Photoshop los rejuvenece.
Basta con darse una vuelta por la Audiencia Nacional para comprobar de que no hay dinero. El pobrecito de Díaz Ferrán, el que se mangó los capitales en Viajes Marsans, no tiene para arreglar su audífono. Y la jueza ha tenido que aparcar todo el tinglado judicial hasta después de Reyes. En la esperanza de que los susodichos le dejen uno nuevo. Me dio una pena.
Los canarios creíamos que el abaratamiento de costes que ofrecía la compañía aérea Norwegian era buen síntoma. Y que provocaría que el resto hiciese algo parecido. Pero jamás pensamos que los bajos precios de los billetes llegarían al extremo de poner a sus aviones gomas recauchutadas. Y, claro, el estampido del reventón se escuchó en Arguayo. Las colas llegaron a Gando.
Finalizo. Coincido plenamente con Luis García Montero: No me gusta ‘La Marsellesa’. Su letra incita a la violencia. Su contenido nada tiene que ver con los tiempos que corremos. Tuvo su razón de ser, no lo niego, pero ahora… Apliquemos el ojo por ojo y acabaremos todos ciegos (Gandhi).
Hasta mañana, si Movistar no me sube la cuota, porque no tengo dinero. Hablaré con Salvador por si dándome de alta en la Asociación de Periodistas (¿me dejarán?) estaré en condiciones de ser contratado aunque sea por Artiles. Que estrena nuevo proyecto (el tropecientos y algo). ¿Tendrá dinero o irá dando tranques como otros que a lo peor fotografié en este comentario de hoy?

lunes, 23 de noviembre de 2015

Libertad sin ira

Libertad, libertad sin ira, libertad, guárdate tu miedo y tu ira porque hay libertad… (Jarcha, 1976). ¿Y tú puedes creer que aún hay gentes que me cuestionan el contenido de mis comentarios en este blog? Creo, eso espero, que no tanto por las posibles opiniones críticas vertidas, cuanto por el hecho de haber sido. Sí, parece que te estigmatizan porque tuve la infeliz ocurrencia de participar en la vida política allá por los ochenta. Pues te digo una cosa, ojalá vuelva aquel espíritu de cooperación en la cosa pública. Porque la posterior profesionalización solo ha venido a enturbiar, cuando no a distanciar, las relaciones ciudadanas. Son muchas las ocasiones en las que pienso si vamos en marcha atrás. La pobreza, también intelectual, por qué no, de la dirigencia en formaciones políticas y de los que se hallan al frente de instituciones públicas, que deben rodearse de una pléyade de asesores casi tan pobres, o más, que ellos, no me da muy buena sensación.
Escrito lo cual, arranquemos la semana. Ni Madrid, ni Barça, ni Benítez, ni Luis Enrique. ¡Ah!, al final te dejo dos décimas (o una reformada) para demostrarte mi cada vez más alejado sentimiento futbolístico. No, más cerca y asuntos de más enjundia. Bueno, perdón, las valoraciones corren de tu cuenta.
Me causa tremenda gracia que desde el ayuntamiento (Los Realejos) se promocione la igualdad en el municipio. La concejalía de Educación (e Igualdad; espero, de verdad, que no sea por el mero hecho de la foto de rigor) realiza campañas entre todos los colectivos. Algo que aplaudo cuando observo jóvenes implicados. No tanto cuando se trata de asociaciones de mayores, porque el PP, después que le robó los votos a CC en mi pueblo, debió copiar sus procederes proselitistas. En ese aspecto no se me diferencia demasiado Sandra Pérez de Cristina Valido. Quizás permuten mortadela por chorizo.
Cuando estos escolares de hoy, objetos y sujetos de las campañas, sean adultos y ejerzan labores políticas, no deberán parecerse a los que ahora las organizan y patrocinan, porque maldito ejemplo ofrecen los populares en las sesiones plenarias cuando no admiten ni una propuesta, siquiera una sugerencia, de los grupos de la oposición. Todos iguales si yo lo ordeno, de lo contrario –van mis excusas–, te jodiste. ¿Cinismo?, no, lo siguiente. Puede que me quede corto cuando aludo a pura fachada. Y deberé suprimir alguna sílaba.
Libertad de movimientos es la premisa del señor alcalde. Al que le seguimos pagando religiosamente los 60.000 del ala. Con un Boletín Oficial de la Provincia (BOP) plagado de anuncios en los que delega la alcaldía (lo de las firmas ya es historia) al segundo de a bordo como recurso de promoción interna importante. Lo malo es cuando llegue el cansancio del lado económico. Que sí, que ya se comenta en mentideros. Y en los pueblos todo se corre. Máxime cuando se habla en presencia de lenguas no muy bien sujetas.
A lo mejor mañana comentamos asuntos presupuestarios. Los mayores de la historia. No, el colmo sería que los más importantes hubiesen sido aprobados en la época de Santiago. O mía. Cuando con cien millones de pesetas… Quién vería a estos modernos estrategas con semejante ridiculez. Para empezar, Manolo tendría que trabajar en sus empresas para poder llegar a fin de mes. Adolfo, a las aulas. Y los demás… No seas abusador, me dice mi mujer. Coño, y nosotros ¿cómo escapamos?
Uno que ha solicitado aumento de sueldo es el que hace las fotos. Chacho, lo tienen como la caja del turrón. Regalan unos sacos de papas de semilla o entregan un cheque de unos miles de euros a cualquier entramado social y acuden como a un panal de rica miel. Ahí te ilustro el presente con dos ejemplos. En ambas, cuatro personas. El 75% (3/4) para la donación. El 25% (1/4) para la recepción. Tengo la duda razonable de si el de los pantalones deportivos es agricultor o el que vendió las papas.
Libertad de acción, mucha, tienen los dirigentes regionales para reubicar desplazados. No, sirios, no. Haroldo Martín y Faustino Alegría, entre otros. Ambos exalcaldes. Han pasado a ser asesores. ¿Que qué asesoran? Aconsejan, recomiendan, sugieren, advierten, ayudan, proponen, orientan… y cobran. Porque o son alcaldes o no se les reconoce otro oficio. Si antes eran maestros, verbigracia, como Paulino, la alergia a tizas, aulas y alumnos es tal que los escozores cuando pasan por las afueras de un centro docente le producen unas urticarias que los rascones… Quita, quita, eso no se lo deseo a nadie.
Gran libertad de movimientos para la dicharachera Ana Oramas. Cómo se menea cantando isas y malagueñas. Y Carlos la acompaña (¿el Cabildo?, ya se verá) en los estribillos. Somos los únicos y auténticos nacionalistas, salta Linares en un arrebato de rascar la caña, muy al estilo Isaac en la romerías. “Cuando defiendo los temas de Canarias pienso en la gente de aquí”. Y fue en busca de Elfidio para que le recordara aquella copla del intermediario.
Ya está. Perdón, perdón, la décima; o las décimas. ¿Aficionado yo? Lo era al ciclismo. Después de la Operación Puerto, ya no lo tengo tan claro. Deportes quedan pocos. Negocios, trapicheos y componendas, abundan en exceso.

Debemos vender el oso
cuando esté cazado y muerto,
de no ser así te alerto
de un ridículo espantoso.
Te creíste muy gracioso
con la victoria merengue,
por mucho que el blanco arengue
no valen excusas vanas,
te dieron con buenas ganas,
ante el Barça, bien blandengue.

Debemos vender el oso
cuando esté cazado y muerto,
de no ser así te alerto
de un ridículo espantoso.
Te creíste muy gracioso
con la victoria del Barça,
y aunque digas que era farsa
no valen excusas vanas,
te dieron con buenas ganas,
del Madrid fuiste comparsa.

Hasta mañana.

viernes, 20 de noviembre de 2015

No sirve, pero...

El Senado es la Cámara de representación territorial (artículo 69.1 de la Constitución). Casi cuatro décadas después de aprobada la Carta Magna, el 99% de los españoles que han tenido a bien preocuparse y recibir información de las funciones de esta institución, entienden que no vale un céntimo, que no sirve para nada. Más delito tienen aún aquellos que a estas alturas alegan desconocer su cometido. Desde cementerio de elefantes hasta echadero de políticos trasnochados, pasando por cuantos piropos te puedas imaginar, ha sido mentada la susodicha. Raro es el día en que no se cuestiona el gasto innecesario que supone. Lo sostienen los propios gestores públicos, quienes intentan disimularlo con la propuesta de una reforma integral. Porque la supresión supondría pérdidas irreparables para bolsillos acostumbrados al peso de los billetes y al tintineo de abundante calderilla.
Saben que el 20 de diciembre, a escasas horas de volvernos millonarios un año más, debemos acudir al llamado de las urnas. Para demostrar en la práctica cientos de teorías acerca de qué hacer con el Senado, nos tropezamos con que el número de candidaturas se incrementa con respecto a las elecciones de 2011. Una buena fórmula matemática de arriendo de ganancias. Porque el sueldo obtenido por no hacer nada, o como mucho rascarse el ombligo, es dulce que no se puede desdeñar. 13 listas (qué listos) por Tenerife, 10 por La Palma y La Gomera y 9 por El Hierro.
Muchos de esos candidatos ya ostentan representación en cualquier otra institución. Piensa, si quieres, en el pluriempleado Linares. Quien se justifica con el argumento de que solo va a cobrar un sueldo. No, bueno fuera. Lo que pone de manifiesto que aparte de ineptos son imbéciles (perdón, ellos no, los que les votamos; con lo fácil que sería cambiar una letra –botamos–), porque con sus dobletes, cuando no tripletes, ratifican la inutilidad del Senado. Y no sigo, pues me repito. Han sido tantos los comentarios al respecto, tantas las líneas emborronadas, que solo me resta descubrir el contenido de mi voto. Al menos haré leer en voz alta al presidente de la mesa electoral. Y si alguien esboza una sonrisa, me daré por satisfecho:
Voto nulo, mal menor
para cámara baldía,
de contenidos, vacía,
de iniciativas, peor.
¿No entenderías mejor
coger a tanto pudiente,
que está como siempre ausente,
y que vaya al paro obrero,
pues es menester dinero
para atender a la gente?
Mientras los dineros siguen corriendo generosos por bolsillos ajenos, la deuda pública de este país ronda el 100% del Producto Interior Bruto. No te preocupes, la pagaremos. Tú y yo. Ellos, menos. Las exenciones y beneficios fiscales se inventaron por y para mentes privilegiadas. Y en ese paquete, ni tú ni yo. Salvo que te hagas senador, verbigracia.
Zapatero nos dejó en herencia la módica cantidad de 15.800 euros. A pagar, ¿qué te creías? Los que nos prestan dinero y nos venden productos tienen la fea costumbre de querer cobrar. Y se lo devolvemos con muchos intereses. Y no te extrañe que dentro de ese capítulo de intereses (estos son otros diferentes a los anteriores) estén los de diputados, ministros, directores generales, secretarios, banqueros, industriales del armamento… ¿Cómo? Y senadores, claro.
Este gobierno que se jacta de habernos sacado de la crisis, cuando debieran mantener que ellos sí vieron la luz (si es que alguna vez se les apagó), nos ha endilgado una carga superior. Ya tocamos a 23.000 euros por cabeza. Que apoquinaremos, ponle el cuño. ¿Cómo se justifica el desaguisado? Por el FLA (Fondo de Liquidez Autonómico). Como las Comunidades no pueden acceder a los mercados financieros, el Gobierno sirve de intermediario. Al final, Rajoy no tiene la culpa (si fuera Zapatero cambiarían de opinión), sino que las Autonomías se desmadran. A presidentes y presidentas salientes les buscaremos acomodo en el Senado, y tú y yo… ¿Cómo? Eso mismo, a pagar.
Y mientras esto ocurre, por Canarias seguimos con las promesas de creación de puestos de trabajo. Aparte de los varios millones que prometió Paulino Rivero en sus ocho años de mandato, ahora pronosticamos 80.000 más hasta finales de 2016. El desempleo será pura anécdota en veinte o treinta meses más.
Y mientras esto ocurre en este desahogado Primer Mundo, unos mil millones de personas, eso leo, defecan aún al aire libre. Como cuando yo vivía en La Gorvorana e íbamos a cagar a la platanera. En aquel entonces servía de abono, pero ahora somos tantos que el problema sanitario es de órdago. Me imagino que la cabezas pensantes de este mundo mundial ya hayan planteado la posibilidad de unos bombardeos selectivos, con algún que otro daño colateral. Esto no lo soluciona ni Nuestra Señora del Amor por mucho mérito policial que haya acumulado en pro de la justicia y el bienestar social. Aparte del valor de la medalla, ¿llevará el galardón algún otro tipo de compensación económica? Qué pandilla.
Señores y señoras, amigos y amigas, hasta aquí. Sean felices y disfruten del fin de semana (finde, en moderno).

jueves, 19 de noviembre de 2015

¿Y hoy?

Duró el alisio un suspiro, porque el siroco está de vuelta. Aunque dicen los entendidos que este fin de semana, noviembre empezará a parecerse a lo que debe ser: otoño.
Como los miércoles hijos y nietos se dan cita en casa, ayer, una vez renacida la tranquilidad en un hogar, bastante grande, y con solo dos personas para uso y disfrute de sus instalaciones, es decir, cuando era de noche cerrada, me puse a mirar una carpeta que se guarda en el ordenador bajo el nombre de Coplas. Dentro de ella, otra titulada Décimas. Y más en el interior –ni pocas gavetas tiene el armario informático–, una nueva que se denomina Pendientes de publicar. Ya pueden imaginar por qué. En la que, aparte de las de 2015 (una diaria, según he dado a conocer reiteradamente; puede que Facebook haya podido chivar alguna), se encuentran más de un centenar, de las que me apetece rescatar estas:

Décimas periodísticas

Ya llamamos periodista
a cualquier alegador,
que de ser provocador
sube puestos en la lista.
Este es mi punto de vista
de tan noble profesión,
donde al trepar un montón,
sin arte ni beneficio,
causan muy fuerte estropicio
por mendaz intromisión.

Ya puede cualquier tolete
agarrar una alcachofa,
con la que el grado de mofa
pone al gremio en fuerte brete.
Mucha gente aquí se mete
sin que nadie ponga freno,
esto no ocurre en el seno
de otros ilustres quehaceres,
pues hacen bien sus deberes
cerrando el paso al ajeno.

Proliferan tantos medios,
y el trabajo es tan precario,
que ya cobrar un salario:
difícil en estos predios.
Si no se encuentran remedios
seguirá el entremetido
vociferando en graznido,
como si el vituperar
fuera la meta a alcanzar
a voz en grito, al chillido.

Y observo con gran sorpresa
que se calca el proceder
en lo público al meter
livianos con ligereza.
Al político interesa
dejar pasar la avalancha
y por ello les da cancha;
como el dinero no es mío
de los desmanes me río,
mientras tanto: manga ancha.

Décimas al fútbol actual

El fútbol ya no me gusta
pues creo que no es deporte,
hace tiempo perdió el norte
y este negocio me asusta.
Es tanto lo que se incrusta
en medio de tal tinglado,
que uno se queda asustado
cuando escucha los millones
que disuelve por montones
como el que chupa un helado.

Desorbitados fichajes
retratan el panorama,
pa´todos existe cama
en difíciles encajes.
Más que sopas son potajes
estos oscuros apaños
que causan tremendos daños
a unos muy nobles valores,
que debieran ser actores
como fueron hace años.

Aunque de todos sabido
que en torno a él hay movida,
nadie juega la partida
de acabar con este ‘ruido’.
Se debe pegar envido,
tras librarnos de las vendas,
volver a tomar las riendas
para que prime hidalguía,
en vez de la felonía
y variadas componendas.

Años ha cuando jugaba
en noble lid competimos,
pero siempre compartimos
la ilusión que nos guiaba.
Si el árbitro te expulsaba,
una ducha de agua fría
te cortaba la manía
de que alguna calentura,
por cualquier entrada dura,
en el magín te escocía.

Los jugadores de antaño,
en precarias condiciones,
le echaron siempre c… ones
sin recurrir al apaño.
Ahora te causa daño
un soplo del contrincante
y en el césped das el cante
fingiendo inmenso dolor,
y es tan grave tu sopor
que admiro tu gran aguante.

Mas debo reconocer
que la ‘droga’ está latente,
pues moviliza a la gente,
y en la tele puedes ver,
incluso reconocer,
a miles de borreguitos
que vociferan a gritos,
dando el cante sin rubor,
queriendo expresar su amor
haciendo sonar sus pitos.

Visita tijarafera

Esperando no ser gafe
me atrevo con la espinela:
Viento en popa a toda vela
me vine hasta Tijarafe,
y ojalá no se me chafe
esta vena literaria,
que en nuestra tierra canaria,
y más aún en La Palma,
el verso sale del alma
en costumbre centenaria.

Improvisa el repentista
con su verbo distendido,
pero tiene el entendido
do recrearse la vista.
Tiempo ha te di una pista
que hallarás en las paradas,
allí se encuentran signadas
composiciones modelo,
las que cantaba el abuelo
en noches de serenadas.

Es Tijarafe la cuna
del encuentro decimista,
donde se luce el artista
con una rima oportuna.
Goza el punto la fortuna
de tener buena salud,
pues es grande la inquietud
de los que el verso cultivan,
más ahora que se archivan
con singular prontitud.

Antes era diferente,
pues el leer y escribir
lo podía conseguir
solo el llamado pudiente;
la mayoría de gente,
desde niño a trabajar,
y aunque no pudo estudiar,
pegar palabras sí supo
y en su memoria bien cupo
lo que se quiso guardar.

La marquesina palmera
rebosa de realismo
y adquiere protagonismo
en tierra tijarafera.
Es esta buena manera
de practicar cortesía
y demostrar la valía
del respeto a nuestro entorno,
pues es más que mero adorno:
es orgullo e hidalguía.

Paradigma, arquetipo,
da gusto esperar la guagua:
protección de viento y agua
y de cultura anticipo.
En el blog te participo
con varias ilustraciones
que a modo de borbotones
nos señalan oportunas
que las rimas son fortunas
forjadas con ilusiones.

Seguro que me sabrás perdonar la extensión. La foto, que ya habrás identificado, de la bella localidad palmera, cuna de espinelas y repentistas: Tijarafe.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Agricultura y ganadería

¿Me permiten el preámbulo? Gracias. Fuerte susto me llevé ayer cuando en el periódico El Día vislumbro dos fotografías supuestamente engañosas. En una, con los policías locales realejeros debidamente formados en la fachada de la Iglesia de Santiago, se ilustraba una noticia por la que nos enterábamos que más de 240 aspirantes habían superado la primera prueba a policía local de Santa Cruz. Y pensé si la desbandada ante el descontento ‘marronil’ había adquirido tintes alarmantes. En la otra, pudimos ver al presidente insular del PP, y alcalde la Villa de Viera en contados ratos al mes, primera fila (¿has oído lo de la caja del turrón, no?) en el I Congreso Nacional sobre Ciudades Turísticas. Al hotel marítimo-rural de la Playa de Los Roques le queda menos, entiendo.
Vamos con el apartado agrícola. En contadas ocasiones surgen en los pueblos figuras de personajes con un ‘déjame entrar’ tal (creo que ahora es más progre tener “feeling”) que se presentan a unas elecciones y arrasan. El ejemplo más significativo de Canarias lo hallamos en la localidad palmera de Puntagorda. Allí, en las pasadas de mayo, Vicente Rodríguez, candidato del PSOE obtuvo el 84,38% de los votos emitidos, lo que le supuso alcanzar nada menos que 10 de los 11 concejales de la corporación. Ya sé, Ignacio, alcalde matancero, que lo tuyo se puede, asimismo, encuadernar.
Vicente es agricultor. Y no ha dejado las mañas por los avatares políticos. Ni se encierra en el despacho para convertirse en otro burócrata más. Y lleva así más de catorce años. Sintiéndose feliz porque entiende que su gestión se traduce en la oportunidad de ayudar a los demás. Cree que el único secreto radica en el gran equipo del que ha sabido rodearse y del que aprende cada día.
Me cuentan los amigos palmeros que Vicente no va por el pueblo dando besitos. Pero se lo recorre diariamente, porque en la calle los vecinos le hablan, le comentan, le sugieren, le critican con más libertad que entre las cuatro paredes del ayuntamiento. Al que acude bien temprano (tanto que lo abre la mayoría de los días), después de haber pasado por sus terrenos, a resolver asuntos de la agenda cotidiana, pero que no quiere ahogarse en la soledad del edificio. Tiene que conectar con los puntagorderos en la realidad de un pueblo rural, porque el éxito radica en saber escuchar.
La corporación se ha fijado el objetivo de que, mediante la mejora de infraestructuras, la población, tan diezmada por la emigración en un pasado no tan lejano, se vaya asentando. Aquellos emigrantes retornados deben encontrar los servicios que favorezcan la actividad económica. Aquella Puntagorda que yo visité al final de la década de los sesenta del siglo pasado en nada se parece a la próspera población de ahora mismo. Su equipación en nada debe envidiar a la de pueblos de mayores medios.
Y la joya, el Mercadillo del Agricultor, “un espacio que promociona y vende los productos agrícolas del municipio sin intermediarios y donde también se da cita la artesanía de la zona. El Mercadillo es cada domingo un ir y venir de turistas, curiosos y consumidores que llegan hasta allí en busca de los productos más frescos. Y es que si hay algo que ha tenido claro este alcalde es que se debe potenciar aquello que tienes en tu municipio y en Puntagorda lo que no falta es ni agricultura ni paisajes”.
Y, es un consejo gratuito, no dejes de echar una visual a las marquesinas. Aquí, con bellos paisajes alusivos. No pueden faltar las almendras. Al igual que en el vecino Tijarafe, sus bien ponderadas décimas o espinelas.
Vicente, el alcalde, por su pueblo y sus gentes, es capaz, ha sido capaz de denunciar a la mismísima Guardia Civil. El instituto armado, hace unos años y con motivo de la Fiesta del Almendro, montó un dispositivo de seguridad y llevó a cabo un control de carretera en el que, según su informe, requisó supuestas armas a mansalva. En la queja que elevó a la Subdelegación del Gobierno, al tiempo que valoraba la presencia policial, critica duramente el exceso de celo mostrado y subrayaba: “Puntagorda es un pueblo rural que se dedica principalmente a la agricultura y a la ganadería, por lo que cree que un cuchillo para coger pasto, una ‘mocha’ o un machete son herramientas comunes en el municipio. No podemos caer en la exageración del celo de la seguridad porque entonces una ferretería sería una venta ilegal de armas, se necesitaría licencia de machete, ‘podona’ o navaja de injertar, o si vas a un pícnic con tu familia y te paran con varios cuchillos te pueden acusar de posesión de alijo de armas”.
Por lo tanto, maestro jubilado, cuando vayas a la huerta, cuidado con la guataca, las tijeras de podar y la sulfatadora. Son armas de destrucción masiva. Y nuestro alcalde no te va a defender. Él sabe de empresas y construcciones, pero de agricultura, nada. ¡Ah!, y de fotografía.
Vamos con la ganadería. Con el ganado guanil, más concretamente. Ese que se cría suelto, que no tiene marca que identifique a su dueño. Y que con el paso del tiempo y el abandono de la actividad agropecuaria constituye un significativo peligro, pues arrasan las repoblaciones forestales.
En Gran Canaria, tiradores expertos del Parque Nacional de Doñana abatieron hace unos días (del 7 al 11) al menos un tercio de los ejemplares caprinos asilvestrados.
El consejero de Medio Ambiente, Juan Manuel Brito, explica que «las cabras salvajes arrasan las repoblaciones» y «están poniendo en peligro muchos endemismos», mantiene que «las apañadas han fracasado reiteradamente» y defiende la batida a tiros realizada como «la única medida eficaz» para el control de ese ganado.
La autorización para acabar con ellas a tiros, señala Brito, afecta a espacioso naturales protegidos como Guguy, Guayedra, Tamadaba, Inagua, Tirma y otros enclavados en la Reserva de la Biosfera de la Isla y resalta que la Comisión Europea ha pedido al Cabildo que acabe con el problema del ramoneo o dejará de aportar fondos para iniciativas como el proyecto Life de reforestación de Guguy que está en marcha. En concreto peligraban 426.000 euros.
Además, afirma que dejar la mayoría de cuerpos donde cayeron abatidos, en lugares de difícil acceso, «no es malo y contribuirá a la alimentación de carroñeros, como los cuervos, que lo están pasando mal».[De Canarias7]
Es la ventura, me parece, de tanta cabra loca suelta. Y sin control no se puede ir por el mundo. Aunque más animales dañinos también pululan por otros lares. Por lo que parece recomendable aconsejar a los que portan esos rifles capaces de matar una cabra a un kilómetro de distancia que no se les ocurra aparecer por otros ‘espacios protegidos’, no sea que la confusión les conduzca a la limpieza de otros animales. Y como hasta aquí les puedo leer, dejo a tu consideración averiguar, o intentarlo, en qué demonios podía estar yo pensando. Si dejas algún comentario, sé comedido con los angelitos.
¿Funcionarán las fotos? Deja ver. Hasta mañana.