Concluye mayo
y navego aún en el mar de la confusión. Solo tengo claro que mañana tendremos
la comida de la promoción. Y ágiles ‘puretas’, casi todos jubilados y chupando
del bote, nos daremos cita en Casa Yeye (voy a hacer publicidad porque una
conejera de San Bartolomé se lo merece), allá por Las Mercedes. Y por unas
horas olvidaremos regímenes, dietas y le daremos a la lengua como en nuestros
mejores tiempos de la docencia en activo. Me imagino que tendremos que arropar
al alicaído Rafa Yanes tras el batacazo güimarero. En fin, si los ‘compis’ me
hacen llegar algunas fotos, puede que el lunes te cuente un fisco más. Y vamos
con el asunto que da pie al titular de este último día del mes de las flores.
El fin
justifica los medios (Maquiavelo). El fin no justifica los medios (doctrina
cristiana). Y entre ambas sentencias, un infinito campo para las disquisiciones
de rigor. Porque el espectro de matices entre las enunciativas afirmativa y
negativa es de tal calibre que ayer los medios de comunicación y las redes
sociales (que para un servidor todavía hay diferencia) realizaron un despliegue
increíble, del blanco al negro, con respecto al telemaratón de Manuel Artiles.
Convendrán
conmigo en que el fin pretendido era pertinente. Pero el ego del conductor de
la ‘montada’ (sí, por qué no) desbarata los esquemas de la sensatez, la cordura
y el bienfacer. Este último vocablo en el sentido del objetivo mismo de la cita
santacrucera. Que ha quedado diluido por el protagonismo ‘baboso’ del que se
arroga la representatividad del noble pueblo canario. Orgullosos debemos
sentirnos, se podía leer en los comentarios que suscitaban las fotografías del
‘evento’. Y centenares de ‘me gusta’ me dejaban en la duda de si hacían
referencia a la noble causa de satisfacer las necesidades más perentorias de
los que lo están pasando mal o a exaltar al ‘musculitos’, tan necesitado de los
arrumacos que le permitan olvidar otras deudas contraídas.
Ya que
mencioné arriba al exalcalde de Güímar, y habiendo leído demasiadas
declaraciones tras la moción de censura próxima pasada, me gustaría que
cualquier alma (persona, individuo, habitante) sensata me diese una explicación
lógica acerca de los nuevos sueldos. Ya saben ustedes que el principal cometido
en la primera sesión plenaria que se celebra tras la toma de posesión es la
asignación de prebendas. Y mientras los unos (los desalojados) argumentan que
ha habido un significativo incremento en el montante económico que supone el
nuevo reparto de las áreas de gobierno, los otros (los que acceden; bueno,
algunos estaban pero pretenden mejorar sus condiciones laborales) esgrimen que
va a haber un ahorro de bastantes millares de euros. Y la concejal de Sí se
puede, quien había manifestado en la propia sesión plenaria que todo iba a
seguir igual (más de lo mismo), ha reculado y ahora sostiene que se equivocó en
su apreciación. Si los que somos meros espectadores, hacemos cruces (a pesar de
significados agnosticismos) ante semejantes dislates, cómo tendrán el cuerpo en
estos momentos de esperpento los habitantes de Balandra-Los Picos, Chacaica,
Chacona, Chimaje, Chogo, El Escobonal, El Socorro, El Tablado, Guaza, San Pedro
Arriba, San Pedro Abajo, San Francisco Javier, La Caleta, La Hoya, La Medida, La Puente, Lomo de Mena, Los
Barrancos, Pájara, Puertito de Güímar, Punta Prieta, San Juan y el barrio de
Fátima. Esto me lo copié, no te vayas a creer. Si en algo erré, mañana me
tirarán de las orejas.
Y las
últimas, cómo no, con más de política. Debe ser mi debilidad. Ese ente
abstracto llamado Europa, que, como muy bien saben ustedes, suple a Mariano en
sus ratos de ausencia (a saber, siempre), ha recomendado (en español debe
traducirse por ordenado) que hay que volver a subir los impuestos y bajar las
pensiones. Si ya lo escribí hace un par de días: no puede ser el contemplar
esas reuniones de mayores, que no viejos, sentados en cualquier esquina o
jugando a las cartas un día sí y el otro también, mientras el país se va pa´l
carajo. A mover ese esqueleto que se les anquilosa sin remisión, a coger papas
o a sembrar caña dulce (para que los políticos sigan chupando). Y cobrando el
día 25. Qué ejemplo para esa juventud sobradamente preparada. Muévanse, coño.
Salvo tímidas
protestas de grupos minoritarios que nada temen perder en procesos electorales,
los políticos españoles (incluyan los canarios), a la hora de establecer
impuestos e imponer restricciones, no se cortan lo más mínimo. Les basta con la
disculpa consabida de que no es posible hacer otra cosa. Pero hay dos temas
pendientes (Reforma de la
Administración y Ley de Transparencia) con las que practican
muy a menudo lo de “aleja de mí esta cruz”. Una cosa es que te toquen tu
bolsillo y otra bien distinta es que le desmonten los chiringuitos. Su
bolsillo, que no es de cristal como propusiera Tierno Galván, tiene un
mecanismo tan especial que es permeable para las entradas, pero impenetrable a
cualquier guante que pretenda echarle mano. Transparente, sí; pero
confeccionado con vidrio a prueba de balas. Lo mío es mío, pero lo del pueblo
es capital del bien común. ¿Reformar la Administración?
Fuegos de artificio. Eso no se toca. Y gin
tonic gratis.