Abdica la
reina holandesa. Renuncia el Papa. Pero en España, ni Dios. El rey se agarra a
las muletas. Rajoy, a la caja A. Si acaso una moción de censura de vez en
cuando. Único método, parece ser, válido para remover a un político del sillón.
Instrumento legal, pero en la mayoría de las ocasiones, oportunista y
torticero. Como la habida ayer en San Juan de la Rambla. Que acaparó infinidad
de titulares en las redes sociales. Fundamentalmente, aunque no de manera
exclusiva. No vislumbré demasiadas simpatías hacia la figura del nuevo alcalde.
Ni siquiera atisbé proporcionalidad con el número de votos obtenido en 2011. Es
más, en la tarde del domingo previo, alguien que en FB se bautizó –en pasado
porque el perfil debió ser creado ex profeso– como una tal Leticia Monte, tuvo
la infeliz ocurrencia de colgar unos comentarios tan jugosos como vulgares,
soeces y chabacanos –tirando a chanchullo puro y duro–, que merecieron por
unanimidad una cascada de repulsas como antes jamás había podido contemplar.
Pero ya el daño está hecho y cada cual asumirá su responsabilidad en esta
astracanada, las aguas deberán volver a su cauce y allá por mayo de 2015 que el
pueblo dicte la pertinente sentencia. Y dado que tal como vino se fue la tal
(señora, señorita, caballero o vaya usted a saber) Monte, yo también me animé y
la remití estas décimas que traslado al blog para general conocimiento:
Una tal Leticia
Monte,
al ídem cual cabra fue,
para de allí balar
be,
al erigirse en
arconte.
Ya se ve en el
horizonte
cómo avanza la
flotilla,
que trae a la
camarilla
dispuesta a borrar la
estela
que bien signara
Fidela
desde
que ocupa la silla.
Estudió la susodicha
allá por Guadalajara,
sin que mucho se
enterara
por lo tanto que la
espicha.
A la ortografía bicha
en el léxico
esgrimido,
y pega cada
estampido,
con soez vocabulario,
que leerla es un
calvario:
¡Ay,
señor, cuánto atrevido!
Y vamos con
el acto en sí. Debo felicitar muy efusivamente a Radio Realejos por la
excelente retransmisión de la sesión plenaria en la que el popular Tomás, con el
apoyo de Marco Antonio y los suyos (micrófono incluido), accedió a la alcaldía,
demostrándole a su pueblo que con doscientos votos bien negociados se puede
montar un buen negocio. Insisto, la crónica periodística que tuve que escuchar
mientras arreglaba la lavadora –la manguera que expulsa el agua se jeringó–,
porque uno ya no dispone de asesores ni técnicos y debe ingeniárselas con la
pensión, es digna de enmarcar –debe estar grabada– para llevarla a cualquier
facultad de Ciencias de la
Información y ser debatida en profundidad como paradigma del
bien hacer. Felicidades, Manolo, lo has conseguido.
Y no hacen
falta muchos medios (instrumentos, me refiero). Basta con ubicarse en el balcón
y echar un ojo pa´fuera y el otro pa´dentro. En unos días ocuparemos posición
mucho más privilegiada. Que todo está atado y bien atado, como en los viejos
tiempos. Porque la malvada Fidela solo dejó entrar al salón noble a una persona
por cada medio. Y en nuestro particular caso se merecían como mínimo dos. Te
comento un fisquito por si estabas en otros menesteres y no tuviste la
oportunidad de sintonizar cualquiera de las dos emisoras, únicas del todo el
espectro radiofónico mundial, que lo emitían en riguroso directo.
Ante la
genialidad de la que todavía era alcaldesa, recitando unos versos del gomero
Pedro García Cabrera (Un día habrá una isla que no sea silencio amordazado), se
pudo escuchar –ya sabes que los seudoperiodistas famosos se besan y se abrazan
a sí mismos mismamente–: “Ahí está esa resoplando por la herida; que se produzca
el cambio ya”. Primer ingrediente de objetividad, neutralidad, imparcialidad,
veracidad… “Estoy hasta nervioso”, le respondía el interlocutor a través del
receptor de La Corona.
“Estoy aquí porque no quiero provocar a nadie. ¡Ah!, ahí me saluda tu gran
amigo”. “Ahora está diciendo que el pacto por SJR lo ha roto don Tomás. Vaya
descubrimiento”. Risas. “¿Pero tú me confirmas que la seguridad está
garantizada, porque no se sabe qué va a votar cada uno?”. “No te preocupes, he
estado con cada uno de ellos y sé lo que van a votar. Conozco la situación y
sabes que les hemos echado una manita”.
Inciso para
dar a conocer el intríngulis, el meollo de la cuestión, el nudo gordiano: Va a
haber un almuerzo después, aunque se han venido reuniendo todos los días. Habrá
dos concejales que no van a cobrar y trabajarán como auténticos posesos. Y dan
las gracias a dos medios (de información) serios a cambio de ninguna prebenda.
No obstante me han dicho que gran parte de culpa de todo esto la tengo yo.
Manuel Reyes está de acuerdo. Se detalla la distribución pormenorizada de las
áreas.
“Estamos
hablando de una moción de investidura tras una moción de censura”. “Espera,
espera, estoy viendo que le está dando el bastón”. Carcajadas.
“Juro por mi
conciencia y honor…”. “¡Ay!, se me olvidó”. Las 12.49, se levanta la sesión.
“Están
saliendo ya”. “Cuidado, me imagino que la policía estará pendiente”. “Yo
esperaba muchos más, serán unos 40 o 50”.
Fin del
relato. Las fotos atestiguan todo lo redactado, incluido el número de los que
estaban en la calle. De las presencias políticas, no comment. Pero manténganlas en la retina. Lo mismo dentro de bien
poco Paulino y José Miguel, o a la viceversa, se las restriegan por los bezos.
Mis
parabienes más cordiales a la corporación realejera. ¿Por qué? Queda claro,
¿no?
Y mis excusas
a Narciso y Aarón por ‘robarles’ las fotos que ilustran la presente nota
necrológica.
Los rambleros deben estar preocupados. Ya saben el valor de un voto. Y luego, esas transmisiones: debieron ser antológicas. Suerte.
ResponderEliminarGracias por la información y la opinión Jesús. Por desgracia, ya no me sorprende nada. Saludos.
ResponderEliminarJonás Hernández
Gracias por actuar de notario de la retransmisiones con tanta delicadeza como para no tener arcadas. un abrazo.
ResponderEliminarNo ando yo muy puesto en eso de las monarquías. Puse reina noruega, pero he corregido a reina holandesa. Espero que ahora esté bien. ¡Ah!, y gracias a los que remiten comentarios. Serán siempre bienvenidos.
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